Saturday, May 30, 2015

Los cien eventos más importantes en dos mil años de historia cristiana: El Gran Cisma Papal en 1378




Cuando dos papas, y luego tres papas, lucharon por la supremacía, la iglesia medieval entró en unos dramáticos cuarenta años de crisis de autoridad.

“El viernes de víspera de San Jorge, no hubo sesión”, escribió un observador del concilio de Constancia. “En esta sesión nuestro santo padre el papa Martín dio a todos los que estaban presentes en el concilio de Constancia permiso para salir y así mismo absolución de culpa y pena. Después dio al pueblo su bendición en el tribunal superior. Nuestro señor el rey estaba junto a él, vestido como un evangelista, usando su corona imperial y sosteniendo el orbe en su mano mientras un hombre sostenía una espada desenvainada delante de él. El cardenal Conti proclamaba al pueblo en latín la indulgencia de siete años para los pecadores mortales y siete años de cuaresma. El maestro Pedro lo repetía en alemán y a cada uno fue dado permiso para ir a casa.”

Este pasaje, de las Crónicas del Concilio de Constancia de Ulrico Richental describen la sesión de cierre de aquel gran concilio. Esta sesión tomó lugar el 22 de abril de 1418, en un momento cuando el nuevo papa, Martín V, como una plaga que se mueve a la ciudad, estaba ansioso de manejar el consejo de los padres a su manera y hacer su propia salida.

Constancia puede no ser un nombre conocido por todos, ni siquiera en la historia de asambleas representativas, pero en efecto fue una de las más imponentes asambleas de la época medieval. Ni tampoco estaba distinguida por su tamaño tampoco. Esta fue la más grande y ciertamente la más memorable de las asambleas generales llevadas a cabo en la iglesia latina medieval (la iglesia occidental). Cuando fue convocada en 1414, fue en el marco de una crisis suprema en la vida de la iglesia, lo que vino después a conocerse como el Gran Cisma del occidente que permaneció por casi cuarenta años.


Causas del Cisma.
En 1377, después que el papado había residido por casi setenta años en Aviñón, bajo la sombra del poder francés, Gregorio XI había finalmente tenido éxito en traer de vuelta el papado a Roma. Lo había hecho a pesar de las hostilidades de algunos de la nobleza romana y algunos de sus propios cardenales. Cuando Gregorio XI murió en marzo de 1378, seis de los veintidós cardenales seguían teniendo su residencia en Aviñón, donde una considerable parte de la burocracia papal seguía funcionando.

Con la muerte de Gregorio XI, los romanos temían la elección de un papa francés que al mismo tiempo volviera a remover el papado a Aviñón. Como resultado, la elección papal tuvo lugar en abril en medio de considerables confusiones, disturbios fuera del cónclave y disensiones dentro del mismo, esto concluyó con la elección de un candidato a compromiso, Urbano VI (1378-1389) un italiano que había servido en Aviñón.
Pero la subsecuente violencia y tratamiento abusivo de  Urbano VI hacia los cardenales causó en ellos temor por sus vidas y sospecharon de Urbano que estaba demente. Eso, combinado con las turbulentas condiciones que rodeaban su elección, levantaron dudas sobre la validez del título papal de Urbano VI. Los cardenales públicamente repudiaron su elección y seleccionaron a uno de ellos mismos Clemente VII (1378-1394). Para el verano de 1379, habiendo fallado la captura de Roma, Clemente tomó su residencia en Aviñón y la situación se tornó entre la rivalidad a la obediencia a dos papas uno romano y otro aviñonés.
Como las lineaciones políticas y diplomáticas podían haber sido sugeridas previamente, el reino francés y escocés respaldó a Clemente. Mientras tanto, Inglaterra y gran parte del imperio alemán apoyaba a Urbano. Como resultado, ninguna de las rivalidades podía decir que tenía el control decisivo de poder. Ni tampoco ningún papa podía desalojar al otro, ni mucho menos estar capacitado para renunciar a sus pedidos, así comenzó el más serio de los cismas en interrumpir la unidad de la iglesia latina.
Con el tiempo, las lealtades se fortalecieron, y las cortes rivales papales luchaban para perpetuar sus aclamaciones. En Roma, Bonifacio IX (en 1389), Inocente VII (en 1404) y Gregorio XII (en 1406) fueron electos para suceder a Urbano VI. En Aviñón, Benedicto XIII fue electo en 1394 para suceder a Clemente VII. Los entendibles resultados fueron grandes, confusión administrativa y conflictos de jurisdicción, como también una falsedad moral y ansiedad espiritual.

El Concilio de Constancia.
Muchos intentos se llevaron a cabo para dar por terminado el cisma, con todo, el que más prometía de todos ellos solo había guiado a la adición (en Pisa) en 1410 de aún otra línea reclamantes del título papal. La intolerable situación de tres papas rivales al final llevó, a través de un complejo proceso de diplomacia eclesiástica y secular, al Concilio de Constancia. Aunque el concilio fue convocado (bajo presiones imperiales) por el papa de Pisa, Juan XXIII (1410-1415), con la intención de terminar el cisma, este no dudaba en deponerse junto a su rival aviñonés, Benedicto XIII, y aceptar la resignación del reclamante romano Gregorio XII. El concilio procedió entonces a elegir un sucesor Martín V (1417-1431) el primer papa en cuarenta años en ser capaz de dirigir la lealtad de toda la iglesia latina.
Los logros del concilio fueron considerables. No solo terminó con años de turbulencia en la iglesia, sino que también confirmó las siguientes creencias históricas:
·         El papa, aunque era un oficio divinamente establecido, no era un monarca absoluto, pero en algún sentido un regidor constitucional.
·         El papa poseía una mera autoridad ministerial que le había sido delegada por la comunidad de los fieles y para el bien de la totalidad de la iglesia.
·         La comunidad de los fieles podría ejercer poder a través de sus representantes y convocar a una asamblea general, incluso en ciertos casos críticos, contra los deseos del papa y de ser necesario esta podría juzgar, castigar e incluso deponer al papa.
·         La comunidad de creyentes no habría agotado su autoridad heredada en el mero acto de elegir su regidor, sino que habría retenido cualquier poder residual que fuera necesario para prevenir su propia subversión o destrucción.

El Gran Cisma de Occidente así sentó una grande y extensa autoridad para concilios generales de la iglesia. A medida que las miserias del cisma retrocedieron hasta casi no existir, un papado resurgió con éxito en marginalizar estas “consecuencias” conciliares en la vida de la iglesia. Pero el rol fortaleciente por los concilios nunca desapareció completamente, y en la vigilia del Concilio del Vaticano II (1962-1965), este rol había mostrado signos ambiguos de una renovada vitalidad. 

Wednesday, May 27, 2015

Los cien eventos más importantes en dos mil años de historia cristiana: Tomás de Aquino concluye su obra Summa Teológica en 1272





El tratado teológico estableció un sistema teológico tan influyente que ha sido declarado de valor eterno.

“El buey mudo”, fue el nombre dado por sus compañeros de colegio al pesado, tranquilo y serio muchacho de la familia Aquino. Nunca hubieran adivinado que el buey pudiera producir dieciocho grandes volúmenes de teología, ni que es sistema teológico que construyó se iría a convertir en la teología oficial del catolicismo.

El gran teólogo de la Edad Media nació alrededor del 1225, proveniente de una familia noble y adinerada. A la edad de cinco años el gordiflón muchacho fue enviado a la escuela del monasterio cercano en Monte Casino (la comunidad fundada por Benedicto setecientos años antes). A la edad de catorce años, Tomás fue a la Universidad de Naples, donde su maestro Domiciano le impresionó tanto que Tomás decidió también unirse al nuevo sistema de la orden domiciana.

Su familia se opuso ferozmente a tal decisión (aparentemente anhelando que Tomás se convirtiera en un influyente abate de dinero o un arzobispo antes de hacer votos de pobreza). El hermano de Tomás le secuestró y lo confinó por quince meses; su familia le tentó con una prostituta y con una oferta de comprarle el puesto de arzobispo de Naples.

Todos los intentos fallaron, y Tomás fue a París, el centro del estudio teológico de la época medieval. Mientras  estaba allá cayó bajo el hechizo del famoso maestro Albertus Magnus, también conocido como Alberto el Grande.


El ambiente educacional de Tomás.

En la Europa medieval, la idea de la educación secular no había pasado por la mente de todo el mundo. Toda enseñanza tenía lugar bajo la supervisión de la iglesia, y la teología reinaba por encima de todas las ciencias. Aun cuando Tomás vivía en una época en que los filósofos no cristianos estaban agitando las mentes de muchos pensadores. Aristóteles el griego, Averroes el musulmán, Maimonidas el judío y las obras de otros eran traducidas al latín. Los estudiosos estaban fascinados, particularmente con Aristóteles, cuya obra había sido desconocida en Europa por siglos. Aristóteles parecía haber explicado todo el universo sin usar las Escrituras, simplemente usando sus poderes de observación y lógica.

  Las nuevas traducciones de los filósofos enfatizaban la razón, y por lo tanto amenazaban con socavar las creencias cristianas ortodoxas. ¿Podría una persona intelectual que había sostenido el razonamiento de los nuevos filósofos retener su fe?


La Summa de Tomás.

Tomás ávidamente siguió a Aristóteles. Pero, con sentimientos más devotos a la iglesia que a cualquier otra rama de filosofía, Tomás determinó extraer de los escritos de Aristóteles lo que era aceptable para el cristianismo.

Al comienzo de su masiva Summa Teologiae (lo que quiere decir un resumen del conocimiento teológico). Tomás declaró “En la sagrada teología, todas las cosas son tratadas desde el punto de vista de Dios”. Tomás procede a distinguir entre la filosofía y la teología, y entre la razón y la revelación, aunque enfatizó que estas no se contradicen la una con la otra. Ambas son fuentes de conocimiento, ambas vienen de Dios.

La razón, decía Tomás (siguiendo a Aristóteles) está basada en datos sensoriales, lo que podemos ver, sentir, oír, respirar y tocar. La revelación está basada en más. Mientras que la razón nos puede llevar a creer en Dios, algo que otros teólogos habían ya propuesto, solo la revelación puede mostrarnos a Dios tal y como Él es, el trino Dios de la Biblia.

La teología de Tomás no es fácil de leer. Pocos lectores modernos se pueden sentar a través de muchas páginas de intrincados razonamientos. Aunque todos pueden apreciar su intento de armonizar la revelación y la razón. Tomás mostró que aunque la revelación nunca contradice la razón, una conclusión que muchos discuten, la razón sola no es suficiente para entendernos a nosotros mismos ni a Dios. El sentido de la experiencia puede explicar algo de la naturaleza de los escritos, pero el conocimiento celestial solo, el cual cada creyente experimentará después de la muerte, provee el conocimiento claro de Dios. Y aunque una persona separada del cristianismo puede practicar ciertas “virtudes naturales”, solo un creyente puede practicar la fe, la esperanza y el amor, las verdaderas virtudes cristianas.


El legado de Tomás.

La obra de Tomás, junto a sus otros numerosos escritos (notablemente la Summa Contra Gentiles un manual para los misioneros de los musulmanes, el cual también contiene muchos himnos conocidos), no fue recibido universalmente al principio. Varias de sus declaraciones fueron condenadas después de su muerte, aunque las condenaciones fueron después retractadas. Pero antes de que el gran sistema de Tomás ganara preeminencia. Cuando el catolicismo enfrentó el crecimiento del protestantismo en Europa, usó las obras de Tomás en la redacción de los credos del concilio de Trento en 1545-1563. Cuatro años más tarde, Tomás fue declarado un “doctor de la iglesia”. Y en 1879, la bula papal A eterni Patris endorsó el “Tomismo” (La Teología de Tomás) como una autentica expresión de doctrina y dijo que debía ser estudiada por todos los estudiantes de teología. Hoy, ambos protestantes y católicos extraen de sus escritos, y nadie puede decir ser un teólogo a menos que no esté familiarizado con la obra de Tomás de Aquino.


Tomás de Aquino como tal pudo no haber sido aprobado. A pesar de su estatura como maestro y autor, se mantuvo humilde a lo largo de su vida. Consistentemente rechazó ofertas para ser obispo o abate. Más remarcable que esto fue el anuncio que hizo tres meses antes de su muerte en 1274. Él dijo después de aparentemente ver una visión celestial durante un servicio de adoración “Todo lo que tengo hasta ahora escrito para mí es como si fuera paja… comparado con lo que me ha sido revelado”. Tomás dio todos sus escritos teológicos, y así la Summa Teologiae nunca fue actualmente terminada. 

Thursday, May 14, 2015

Los cien eventos más importantes en dos mil años de historia cristiana: El papa Urbano II lanza la primera cruzada en 1095 dC





Hordas de peregrinos y soldados se embarcaron a Tierra Santa, dando comienzo a una era de exploración, conquista, derrota y necedad.

En la batalla de Manzikert en 1071, los turcos selyúcidas masacraron el ejército del imperio bizantino. Los turcos temerosos invadieron Asia Menor y comenzaron a amenazar incluso la capital de Constantinopla. Mientras tanto, ya tenían conquistada Jerusalén, de esta manera prevenían que los peregrinos cristianos visitaran Tierra Santa.
En 1074, el papa Gregorio VII propuso guiar a cincuenta mil voluntarios para que ayudaran a los cristianos del oriente y posiblemente liberaran el Santo Sepulcro en Jerusalén. Finalmente en 1095, en respuesta a desesperadas apelaciones por parte del emperador del oriente Alejo Comeno, el nuevo papa, Urbano II, predicó un inspirador sermón en Clermont.

Una horrible historia ha salido, dijo, una raza maldita absolutamente enajenada de Dios…  ha invadido las tierras de los cristianos y las ha despoblado a espada saqueando y destruyendo con fuego” al final del mensaje hizo su especial apelación “Arrancad esa tierra de la malvada raza y subyúguenla a ustedes.”
El pueblo estaba irritado. Comenzaron a gritar, “Deus vult! Deus vult! (Es la voluntad de Dios)” Urbano II hizo de “Deus vult” el grito de guerra para las cruzadas.

¿Por qué fueron los cruzados?
Los representantes del papa, atravesaron entonces Europa, reclutando personas para ir a Palestina. La lista de los líderes de la primera cruzada parecía una quien es quien medieval, incluyendo el fabuloso Godfrey de Bouillon. Pronto las hordas de personas, probablemente más de cien mil, incluyendo alrededor de diez mil caballeros fueron encaminados hacia Tierra Santa. Así comenzó por un período de trescientos años de similares expediciones y peregrinajes, lo que gradualmente se convirtió en “Las Cruzadas” nombre que se le dio debido a la cruz que era usada en las vestiduras de los cruzados.

¿Por qué tantos respondieron?
Un espíritu de aventura, por un lado. Las peregrinaciones a Tierra Santa se habían convertido en un rasgo característico de la piedad medieval, y ahora el peregrinaje estaba unido con la perspectiva de luchar y recapturar los sitios de peregrinación, para vengar el deshonor que su Señor Jesús había sufrido.
Los cruzados también tomaron un arduo viaje en condiciones sombrías de remuneración espiritual. Esta era una empresa santa, de modo que los participantes podían recibir una indulgencia de remisión de pecados, lo que les permitía la entrada directa al cielo y reduciría su estadía de tiempo en el purgatorio. Finalmente las personas laicas podían hacer algo que estaba a la altura de una nobleza espiritual como ingresar en un monasterio.
Además de eso muchos de los cruzados esperaban adquirir algunas porciones de tierra en el oriente para plantar y hacer crecer sus riquezas.

Progreso de la Primera Cruzada.
Los primeros cruzados se aventuraron para Constantinopla, asesinando judíos a lo largo de Alemania y ocasionalmente peleando con pueblos locales por comida y hospedaje. Para finales de 1096, el emperador Alejo encontró su ciudad de Constantinopla invadida con cincuenta mil visitantes revoltosos. A cambio del voto de lealtad de los cruzados, les proveyó con suplementos y los envió. Los musulmanes estaban divididos en facciones rivales en ese tiempo, por lo que los cruzados avanzaron con bastante rapidez, capturando Antioquía en 1098 y Jerusalén para julio del siguiente año. Los cruzados siguieron la premisa de “no tomar prisioneros”, un observador de ese tiempo escribió que los soldados llevaban sangre hasta en las riendas. Después de sus conquistas, los cruzados establecieron cuatro estados latinos, incluyendo el reino de Jerusalén bajo el régimen de Godfrey de Bouillon. Construyeron numerosas estructuras, especialmente en los lugares sagrados, y algunos todavía se mantienen en pie.
La Primera Cruzada fue la más exitosa. La Segunda, lanzada por Bernardo de Clairvaux, fue un rotundo fracaso, y las siguientes lograron reconquistar algunos territorios. La infame Cruzada de Niños desintegrada antes de que llegaran a Tierra Santa con muchos de los niños muertos o siendo vendidos como esclavos. La última fortaleza cristiana en Siria cayó en 1291 cuando los musulmanes capturaron la ciudad de Acre. La mayor ola de cruzadas había terminado.

Consecuencias de las cruzadas.
Es difícil simpatizar con las cruzadas. Su guerra santa parece una increíble pérdida de energía y tiempo pagana. La mentalidad medieval aceptó muy fácil la idea de luchar y morir por una causa santa. Algunos cruzados eran verdaderamente píos, sin embargo otros eran solo aventureros violentos.
Las cruzadas dañaron profundamente las relaciones del occidente cristiano con los demás. Cuando en 1204, los caballeros de la Cuarta Cruzada saquearon Constantinopla, la brecha entre el oriente y el occidente se hizo más ancha y duradera. Las mayores convocaciones a las cruzadas eran invariablemente programas provocados contra los judíos. Y los cruzados brutalmente trabajaron solo para hacer a los musulmanes más militantes.
A un nivel económico, las cruzadas incrementaron en mercado y escalonaron el crecimiento de la economía de Europa. También despertaron un gran interés en los viajes, la elaboración de mapas y la exploración.

Cínicos modernos apuntan a las cruzadas como un ejemplo del fanatismo y la intolerancia de los cristianos. En este tiempo todavía los cristianos seguimos viviendo bajo la reputación creada por bandas de peregrinos y soldados medievales que intentaron liberar Tierra Santa.

Monday, May 11, 2015

Los cien eventos más importantes en dos mil años de historia cristiana: El Gran Cisma entre Oriente y Occidente en 1054 dC





Las constantes diferencias por largo tiempo entre los cristianos de oriente y occidente finalmente causaron una ruptura definitiva, y los católicos romanos y los ortodoxos del oriente aún continúan separados.

El sábado 16 de julio de 1054, cuando la el servicio de oración de la tarde estaba por comenzar, el cardenal Humberto, representante del papa Leo IX, entró en la catedral Hagia Sophia, y se dirigió hacia el altar principal, y depositó en este un pergamino que declaraba que el patriarca de Constantinopla, Michael Cerulario había sido excomulgado. Y con la misma se retiró de la iglesia, sacudiendo el polvo de sus pies, y dejó la ciudad. Una semana después el patriarca solemnemente condenó al cardenal.
Siglos más tarde, este dramático incidente, fue considerado como el evento que dio comienzo al gran cisma entre las iglesias latinas y griegas, una división que todavía permanece separada entre los católicos romanos y el oriente ortodoxo (griego, rusos y otros). Hoy, muy pocos mantienen que el cisma comenzó en el 1054. El proceso que llevó a la ruptura definitiva fue mucho más complicado, y no se puede decir que una simple causa o evento pudo haber precipitado el cisma.

Causas inmediatas de la ruptura.
En el 1048 un obispo francés fue elegido como el papa Leo IX. Tanto el papa como el gabinete clerical que lo acompañaron a Roma tenían la intención de reformar el papado y la iglesia en sentido general. Cinco años antes en Constantinopla, había sido nombrado como patriarca el rígido y ambicioso Michael Cerulario.
Los problemas surgieron en el sur de Italia (entonces bajo la regla bizantina) en los 1040s, cuando guerreros normandos conquistaron la región y remplazaron los obispos griegos de oriente con obispos latinos de occidente. El pueblo estaba confuso, y discutían acerca de la forma adecuada para la liturgia y otros asuntos externos. Las diferencias con relación al matrimonio dentro del clero, el pan usado para la eucaristía, los días de ayuno, y otros usos ficticios de importancia sin precedentes.
Cuando Cerulario oyó que los normandos estaban prohibiendo las costumbres griegas en el sur de Italia, tomó represalias, en 1052, cerrando las iglesias latinas de Constantinopla. Luego indujo al obispo Leo de Ochrid a elaborar un ataque en contra del uso de los panes sin levadura y otras prácticas. En respuesta a esta propuesta provocativa, el papa Leo envió su consejero, Humberto, un hombre de poco tacto y de mente estrecha con un alto sentido de autoridad papal, a Constantinopla a lidiar con el problema directamente.
Cuando llegó a la ciudad imperial en abril de 1054, Humberto lanzó una crítica viciosa contra Cerulario y sus seguidores. Pero el patriarca ignoró al representante papal y un furioso Humberto acechó en la Hagia Sophia y puso sobre el altar una bula de excomunión. Regresó a Roma convencido de que había ganado una victoria para la Santa Sede.
Dramáticamente así como sucedieron, los acontecimientos de 1054 no fueron registrados por los cronistas de la época y fueron rápidamente olvidados. Las negociaciones entre el papa y el emperador bizantino continuaron, especialmente en las últimas dos décadas del siglo, ya que los bizantinos buscaban ayuda contra la invasión turca. En 1095, para proveer tal ayuda, el papa Urbano II proclamó las cruzadas; ciertamente no hubo cisma entre las iglesias en ese tiempo. A pesar de los episodios de tensión y conflicto, el oriente y el occidente vivieron y adoraron juntos.
En la segunda mitad del siglo XII, las fricciones entre los dos grupos se incrementaron, causadas no tanto por las diferencias religiosas sino por diferencias políticas y culturales. Violentos disturbios anti-latinos erupcionaron en Constantinopla en 1182, y en 1204 caballeros de occidente devastaron brutalmente Constantinopla. La tensión se aceleró y para 1234, cuando las iglesias griegas y latinas se sentaron a discutir sus diferencias, era obvio que estaban representando iglesias completamente diferentes.

Subrayando las causas de la ruptura.
¿Qué causó el cisma? No fueron las excomuniones de 1054; ni las diferencias en teología, disciplina, o liturgia; tampoco los conflictos políticos o militares. Estos pudieron haber influido a las iglesias a establecer prejuicios, malentendidos, arrogancia y un poco de estupidez. De una forma más fundamental, quizás, fue la forma en que cada iglesia se percibió a sí misma.
La reforma del siglo XI en la iglesia de occidente aclamaba por el fortalecimiento de la autoridad papal, la cual causó que la iglesia se volviera más autocrática y centralizada. Basando sus aclamaciones en la sucesión de San Pedro, el papa aseveró su directa jurisdicción sobre la totalidad de la iglesia, tanto en el oriente como en occidente.
Los bizantinos, por otro lado, vieron sus iglesias en el contexto del sistema imperial; las fuentes de sus leyes y la unidad eran el concilio ecuménico y el emperador, a quien Dios había puesto sobre todas las cosas, espirituales y temporales. Ellos creían que las iglesias del oriente habían siempre disfrutado autonomía de gobierno, y rechazaron las aclamaciones absolutas a la regla papal. Pero en realidad ningún lado estaba escuchando al otro.
En adición a esto, desde el siglo IX, las controversias teológicas se habían enfocado en la procesión del Espíritu Santo. En la vida de la Trinidad, ¿El Espíritu procede del Padre solo o del Padre y del Hijo (Filioque en latín)? La iglesia en occidente, preocupada por el resurgimiento del arrianismo, había, casi inadvertidamente agregado la palabra “y” al credo de Nicea, reclamando que hacía más precisa la enseñanza en el credo. Los griegos objetaron a la adición unilateral del credo, y fuertemente se opusieron a la proposición teológica en cuestión, lo que parecía para ellos una disminución de las propiedades individuales de las tres personas de la Trinidad. En 1439 los teólogos latinos y griegos en el concilio de Florencia, después de debatir el asunto por alrededor de un año, llegaron al acuerdo de que, aunque razonable, no había sido probado totalmente satisfactorio.
Después que el imperio bizantino cayó en 1453, la iglesia de oriente vivió bajo el dominio turco. Millones de cristianos ortodoxos en esos países siguen separados de los millones de cristianos adheridos a Roma. Hoy se han hecho grandes esfuerzos para arreglar los conflictos, pero ningún lado parece estar en condición de hacer las concesiones necesarias. Como resultado, los cristianos que comparten una creencia común y aceptan a Jesús como cabeza de la iglesia, creen que ellos no pueden compartir su Eucaristía.


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