Tuesday, March 26, 2013

Las Cuatro Copas de la Pascua





 ¿Cuál es el significado histórico salvífico de estos cuatro vasos?
Norbert Lieth

En Éxodo 6:6-7, Dios dice: “Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto.”

En base a este texto, los judíos durante la cena de la Pascua toman cuatro vasos de vino.
El primer vaso representa la salida de Egipto. 
El segundo vaso representa el que fueron salvados de entre Egipto.
El tercer vaso señala la salvación a través del brazo extendido de Dios y a través de la historia entera. 
El cuarto vaso simboliza la culminación: “Os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios.”

Si bien no lo dice la Biblia, es de suponer que el Señor Jesús haya festejado de esta manera la cena de la Pascua con Sus discípulos. ¿Por qué se puede suponer esto? Porque el Señor también cumplía otras tradiciones judías que no eran ordenadas necesariamente a través de la Palabra de Dios. En el caso de tradiciones que despreciaban la Palabra de Dios, el Señor Jesús se oponía expresamente a las mismas (Mt 15:6), pero ciertas fiestas que servían para la gloria de Dios o que tenían referencia mesiánica, las dejaba estar.
Recordemos la Fiesta de Januka (la fiesta de la dedicación del templo) para la cual no existe una ordenanza bíblica. Esta fiesta surgió mucho tiempo después de terminado el Antiguo Testamento, es decir 200 años más tarde, en el siglo 2 antes de Cristo. Antioco IV Epifanes, de la dinastía Seleucida de Siria, había profanado el templo en el 167 AC, y lo había convertido en una “abominación desoladora” al entrar al Lugar Santísimo, levantando ídolos y sacrificando cerdos en el mismo (Dn 11:31). Los macabeos judíos se defendieron de los sirios, los vencieron tres años más tarde y volvieron a dedicar el templo. Desde entonces (164 AC), se celebra esta fiesta de la dedicación del templo, es decir en noviembre/diciembre (el día 25 de Kislev). En Juan 10:22ss se describe, que el Señor estuvo en el templo durante esta fiesta en el tiempo de invierno. Eso significa que Él participaba en la misma.
Es parte de la tradición judía cantar durante la fiesta de la Pascua los así-llamados “Salmos Halel” (Salmos de alabanza, los Salmos 113-118). Para eso tampoco encontramos indicaciones expresas en la Biblia. Pero Jesús con Sus discípulos también cantaban estos salmos de alabanza durante las fiestas de la Pascua. “Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos”(Mr 14:24-26). 
De ahí que se puede suponer que el Señor Jesús también tomaría los cuatro vasos de vino durante la fiesta de la Pascua, tal como era costumbre en el judaísmo. No era una ordenanza tomar vino en la Pascua, y aun así el Señor tomó la copa. Si eso es así, resulta en una serie interesante que incluso tiene significado con respecto a la historia de la salvación. Después de todo, las fiestas son una sombra del Mesías (Col 2:16-17). 

Con la primera copa se comienza la fiesta de la Pascua (Noche del Seder = Orden). Al hacerlo, se acuerdan de haber sido sacados de Egipto por medio de la sangre del Cordero. “Yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto…” El padre de familia, después de la primera copa de vino lava sus manos. Es muy posible que Jesús en este lugar lavara los pies de Sus discípulos, ya que este lavamiento se encuentra en conexión directa con la fiesta de la Pascua (Jn 13:1-17). El Señor Jesús no necesitaba lavar Sus manos. Él no necesitaba ninguna purificación, ya que Él era completamente puro, pero Él quería lavar a los discípulos y atarlos a Él, para que ellos tuvieran parte en Él, trasmitiéndoles a través de esto el mensaje de que ellos deberían servirse unos a otros, en lugar de pensar solamente en ellos mismos (Lc 22:27).

Anterior a la verdadera cena de la Pascua, entonces, se toma la segunda copa de vino. Al hacerlo se acuerdan de la salvación de Egipto a través del Mar Rojo. “Yo… os libraré de su servidumbre…”. Jesús tomó la primera y la segunda copa con Sus discípulos. Según pareciera, es esta segunda copa la que es mencionada en la celebración de la Pascua en Lucas 22: “Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros” (v 17).
La tercera copa es tomada después de la cena. Esta es llamada la copa de la salvación o de la bendición. Al hacerlo se acuerdan de las palabras: “Yo…os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes.” Ahora es interesante, que con esta tercera copa, el Señor Jesús cambia de la fiesta de la Pascua a la Santa Cena, instituyendo el Nuevo Pacto. Proféticamente con eso Él en cierto modo cambia de Israel a la iglesia. Marcos dice los siguiente sobre esto: “Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada” (Mr 14:22-24). Mientras ellos aun participaban de la cena de la Pascua, tomó Jesús el pan e instituyó la Santa Cena. El Cordero de la Pascua, más allá de Israel, llegó a ser para salvación de las naciones dentro de la iglesia. En este contexto Él tomó la tercera de las copas y señaló con ella Su sangre redentora y el Nuevo Pacto, ya que en Él había llegado la salvación profetizada en Éxodo 6.
Más adelante durante la celebración de la Pascua se llena la cuarta copa, y se canta los Salmos de alabanza 115-118 para terminar. Los Salmos 113-114 ya fueron cantados antes. Al hacerlo se acuerdan de la consumación: “Os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios…” 

Lo que ahora, sin embargo, llama la atención es que el Señor Jesús ya canta la alabanza con Sus discípulos después de la tercera copa y termina la Santa Cena: “Y tomando la copa (la tercer copa), y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios. Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos” (Mr 14:23-26).

El Señor deja la cuarta copa de lado y dice en lugar de ello: “No beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.” ¿Qué significa eso? ¡Qué Él recién tomará la cuarta copa cuando Él regrese e instituya Su reino mesiánico! Eso significa, que la salvación había sido cumplida con esa venida del Salvador. El nuevo pacto había sido establecido y la iglesia levantada la que hoy regularmente celebra la Santa Cena (1.Co 11:17-34). Con esto en cierto sentido se ha aplazado la consumación de la historia de la salvación de Dios con Israel, y la misma recién llega a su cumplimiento en el regreso de Jesucristo en gloria.
Cuando Él regrese, tomará la cuarta copa. Y entonces sucederá lo que está escrito en Éxodo 6 y que está relacionado con la cuarta copa: “Os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios…” Cuando el Señor dice que Él tomará la copa otra vez recién en el Reino de Dios, entonces Él habla de Su reino mesiánico en la tierra. Como la planta de la vid se refiere a esta tierra, el Reino de Dios al cual Él hace referencia también se refiere a esta tierra. Y con eso llegamos a la conclusión de que aun hay un futuro para Israel, la consumación aun está por venir y este reino viene, ya que Él dijo: “…hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.”
Los Salmos Hallel (Salmos Aleluya) eran cantados durante la Pascua. El Señor Jesús recién volverá a tomar de la copa cuando Él regrese. El Aleluya recién sonará otra vez cuando el Señor regrese para tomar la “cuarta copa”. Por esa razón no nos asombra que en el Nuevo Testamento no encontremos ningún Aleluya con respecto a la iglesia. Esto se refiere explícitamente a Israel. Por eso el mismo recién suena otra vez en Apocalipsis 19, y allá está conectado con el regreso del Señor y el establecimiento de Su reinado.


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