Saturday, October 11, 2014

Encontrando la Verdad








Cómo la iglesia primitiva decidió que Marción, los gnósticos y otros más estaban equivocados.


[Extraído de “Historia del Cristianismo” de Justo González]


Mucho antes de las controversias de los siglos IV y V, la iglesia seguía luchando con herejías por algún tiempo. Para entonces aparecieron maestros que decían tener un acceso especial a Jesús “enseñanzas reales”, así que la iglesia desde el principio tuvo que encontrar métodos para discernir la verdad y rechazar el error.
En su libro “La Historia del Cristianismo” Justo González discute las dos más poderosas herejías de la iglesia primitiva y como la iglesia respondió a ellas.

Conocimiento Secreto.
De todas las diferentes interpretaciones de cristianismo, ninguna fue tan peligrosa, ni tan cerca de ser victoriosa, como lo fue el Gnosticismo. Este fue un movimiento vasto y amorfo que existió tanto dentro como fuera de la iglesia.
El nombre Gnosticismo se deriva de la palabra griega γνοσις (gnosis) la cual significa “conocimiento”. Según los gnósticos ellos poseían un conocimiento místico y especial reservado para aquellos con verdadero entendimiento. Ese conocimiento era el secreto para la salvación.
La salvación era el concepto principal de los gnósticos. Estos concluyeron que toda materia es mala, o mejor, irreal. Un ser humano es en realidad un espíritu eterno que de alguna manera ha sido enclaustrado en un cuerpo. Como el cuerpo es una prisión para el espíritu, y como este nos guía a nuestra verdadera naturaleza, este es malo. Por lo tanto, la meta final de los gnósticos era escapar del cuerpo y de este mundo material en el cual habían sido exiliados. El mundo no es nuestro verdadero hogar, sino, un obstáculo para la salvación del espíritu.
Entonces, ¿Cómo se explica el origen del mundo y del cuerpo? El Gnosticismo afirmaba que originalmente toda la realidad era espiritual. El ser supremo no tenía intención de crear un mundo material, sino solo uno espiritual. Así fue que un número de seres espirituales fueron regenerados. Los maestros del Gnosticismo no estaban de acuerdo con el número exacto, con algunos sistemas se proponían trescientos sesenta y cinco seres espirituales o “eones”. En cualquier caso, uno de estos eones, se removió del ser supremo y cayó en el error y así fue creado el mundo material. De acuerdo a un sistema, por ejemplo, Sabiduría, uno de los eones, deseó producir algo por ella misma, y como resultado salió el mundo. Esto es lo que el mundo es en el Gnosticismo: una creación de un espíritu y no una creación divina.
Pero como el mundo fue creado por un ser espiritual, todavía quedan chispas o trozos de espíritu en él. Es en esto que han sido enclaustradas en cuerpos humanos las almas y deben ser liberadas a través del gnosis.
Para poder llevar a cabo esta liberación, un mensajero espiritual debe venir a este mundo a despertarnos de nuestro “sueño”. Nuestros espíritus están “dormidos” dentro de nuestros cuerpos, siendo llevados por los impulsos y pasiones del cuerpo, y alguien debe venir del más allá para recordarnos quienes realmente somos y llamarnos a luchar contra nuestra encarnación. Este mensajero trae el gnosis, el conocimiento secreto y la inspiración necesaria para la salvación.
Sobre nosotros están las esferas celestiales, cada una gobernada por un poder maligno que está dedicado a impedir nuestro progreso hacia la realidad espiritual. Para poder alcanzar esta llenura espiritual debemos irrumpir cada una de esas esferas. La única manera de hacer eso es teniendo el conocimiento secreto que abre el camino, así como una contraseña espiritual. El mensajero celestial ha sido enviado precisamente para darnos ese conocimiento, sin el cual no hay salvación.
En el Gnosticismo cristiano, ese mensajero es Cristo. Cristo ha venido a la tierra para recordarnos nuestro origen celestial y para darnos el secreto del conocimiento sin el cual no puede haber regreso a las mansiones espirituales.
Como Cristo es el mensajero celestial, y como el cuerpo y la materia son malas, muchos cristianos gnósticos rechazaron la noción de que Cristo tuviera un cuerpo como el nuestro. Algunos dijeron que su cuerpo era una apariencia, como una especie de fantasma que milagrosamente parecía ser un cuerpo real. Algunos distinguieron entre el Cristo celestial y el Jesús terrenal. En algunos casos, esto fue unido con la idea de que Jesús si tenía un cuerpo pero que este era una “materia espiritual” diferente de la nuestra. Muchos negaron el nacimiento de Jesús, el cual lo ponía a El bajo el poder del mundo material.
Todas estas ideas y nociones eran varios grados de lo que el resto de la iglesia llamaba Docetismo, un nombre derivado de la palabra griega que significa “parecer” todas estas doctrinas implicaron, en una forma u otra, que el cuerpo de Jesús parecía ser completamente humano pero no lo era.
Mientras tanto, ¿Cómo es que esta vida debe ser vivida? En este punto, los gnósticos tienen dos diferentes respuestas. Muchos declararon que, como el cuerpo es la prisión del espíritu, uno debe controlar el cuerpo y sus pasiones y así debilitar su poder sobre el espíritu. Pero hubo también otros que dijeron que, como el espíritu es por naturaleza bueno y no puede ser destruido, debemos dejar que el cuerpo siga sus propias pasiones. Así mientras algunos gnósticos eran ascetas otros eran libertinos. El Gnosticismo fue una seria amenaza para el cristianismo a lo largo del siglo II.

Anti Jehová.
Marción, cuyo padre fue obispo de Sinope en Ponto, conoció el cristianismo desde temprana edad, pero tuvo un profundo desacuerdo hacia tanto el judaísmo como el mundo material. Alrededor del 114 dC, fue a Roma, donde juntó un seguidor.
Como Marción estaba convencido de que el mundo es malo, concluyó que su creador debía haber sido malo o al menos ignorante. Pero en vez de posicionar una larga serie de seres espirituales, como los gnósticos hicieron, Marción propuso una solución mucho más simple. Según él, el Dios y Padre de Jesús no es el mismo Jehová, el Dios del Antiguo Testamento. Fue Jehová quien hizo este mundo. El propósito del Padre es que hubiera solo un mundo espiritual. Pero Jehová, ya sea por ignorancia o por un intento maligno, hizo este mundo y puso la humanidad en él.
En contra de Jehová y muy por encima de Él, está el Padre de los cristianos. Este Dios no es vengativo, sino, amante. Este Dios no requiere nada de nosotros, sino que ha dado todo gratuitamente, incluyendo la salvación. Este Dios no busca ser obedecido sino amado. Es por compasión hacia nosotros, las criaturas de Jehová, que el Supremo Dios ha enviado su Hijo para salvarnos, quien simplemente apareció como un hombre durante el reinado de Tiberio. Naturalmente y al final, no habrá juicio, ya que el Supremo Dios es absolutamente amor y simplemente nos perdona.
Todo esto llevó a Marción a echar a un lado las Escrituras hebreas. Si el Antiguo Testamento era la palabra de un dios inferior, no debía ser leído en las iglesias ni usado como la base de la instrucción cristiana. Para poder llenar esta laguna, Marción compiló una lista de libros que él consideraba verdaderas escrituras cristianas. Estas eran las epístolas de Pablo, uno de los pocos, según Marción, que había realmente entendido el mensaje de Jesús y el evangelio de Lucas. Con relación a las muchas referencias al Antiguo Testamento en Lucas y Pablo, Marción explicó que estas eran interpolaciones, errores cometidos por los amanuenses judaizantes buscando pervertir el mensaje original.
Por un número de años este rival de la iglesia alcanzó una medida de éxito, e incluso aun cuando fue derrotada, permaneció por siglos.

De vuelta a la Biblia.
La lista de Marción fue el primer intento de poner junto n “Nuevo Testamento”. Cuando los primeros cristianos hablaban de “escrituras” lo que ellos querían decir era las escrituras hebreas, usualmente en la versión griega conocida como la Septuaginta (LXX). También era la costumbre leer en las iglesias pasajes de uno o varios evangelios, así como de las epístolas, particularmente de Pablo. Como no había una lista aprobada, diferentes evangelios eran leídos en diferentes iglesias, y así mismo pasaba con los libros.
Pero el reto de Marción requería una respuesta, y así la iglesia a la larga comenzó a compilar una lista de escrituras sagradas cristianas. Esto no fue hecho de una manera formal, a través de un concilio o reunión especial. El consenso de desarrolló gradualmente.
No hubo dudas, excepto entre los gnósticos y los marcionitas, que la escritura hebrea era parte del canon cristiano. Este era importante como una prueba de que Dios había preparado el camino para la llegada del cristianismo e incluso como una forma de entender la naturaleza de Dios quien había sido revelado en la persona de Jesús. La fe cristiana era el cumplimiento de la esperanza de Israel y no una repentina aparición del cielo. En lo que es ahora llamado el Nuevo Testamento, los evangelios fueron los primeros en tener una aprobación general. Es importante notar que esos primeros cristianos decidieron incluir más de un evangelio en su canon. Hicieron esto como una respuesta directa a los retos de Marción y al Gnosticismo.
Varios maestros gnósticos solían decir que el mensajero celestial había confiado su secreto a un discípulo particular, el cual era el único intérprete del mensaje. Así varios grupos gnósticos tenían un libro que decía contener las verdaderas enseñanzas de Jesús. Tales como, por ejemplo, el Evangelio de Santo Tomás.
En respuesta, la iglesia a la larga, buscó mostrar que estas doctrinas no estaban basadas en el supuesto testimonio de un solo apóstol o evangelio, sino en un consenso de una completa tradición apostólica. El hecho de que varios evangelios difieran en materia de detalles pero estén de acuerdo en los asuntos básicos en juego, hacen de este consenso un más convincente argumento.
Para finales del siglo II, el núcleo del canon estaba establecido: los cuatro evangelios, Hechos de los Apóstoles, y las epístolas paulinas. En los libros más cortos del canon actual, no hubo consenso hasta mucho más tarde. Fue en la segunda mitad del siglo IV que un completo consenso fue llevado a cabo para ver exactamente que libros debían ser incluidos en el Nuevo Testamento.

El Símbolo de la Fe.
Otro elemento en la respuesta a la herejía por parte de la iglesia fue lo que ahora conocemos como el Credo de los Apóstoles. Su texto básico fue puesto junto, probablemente en Roma, alrededor del año 150. Para ese entonces fue llamado “símbolo de la fe”.
La palabra “símbolo” significa un método de reconocimiento, el cual es símbolo que la generalidad dio al mensajero de manera que el que recibe pueda reconocer al verdadero mensajero. Así mismo, el símbolo, puesto junto en Roma fue el medio por el cual los cristianos podían distinguir los verdaderos creyentes de aquellos que seguían varias herejías, particularmente el Gnosticismo y el Marcionismo.
Uno de los usos más importantes de este símbolo fue en el bautismo, donde era presentado el candidato en la forma de una serie de tres preguntas:
¿Crees en Dios el Padre Todopoderoso?
¿Crees en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, quien fue nacido del Espíritu Santo y de María la virgen, quien fue crucificado bajo Poncio Pilato, y murió, y resucitó otra vez al tercer día, vivo de entre los muertos, y ascendió a los cielos y se sentó a la diestra del Padre, y vendrá a juzgar a la muerte y al pecado?
¿Crees en el Espíritu Santo, la santa iglesia y la resurrección de la carne?
Un examen más detallado muestra claramente que este credo primitivo es dirigido contra Marción y los gnósticos. Primero la palabra griega παντοκρατορ usualmente traducida como “todopoderoso” literalmente significa “todo gobernante”. Lo que quiere decir aquí es que no hay y ciertamente tampoco el mundo material, que quede fuera de la jurisdicción de Dios. La distinción entre una realidad espiritual que sirve a Dios y una realidad material que no sirve a Dios es rechazada. Este mundo, su materia y sus cuerpos físicos, son parte del “todo” sobre lo cual Dios reina.
El párrafo más extenso del credo es el que rata con el Hijo. Esto es porque es precisamente en su Cristología que Marción y los gnósticos difieren más ampliamente de la iglesia. Primero, se nos ha dicho que Cristo es el Hijo de Dios. Otras versiones antiguas dicen “Hijo de el mismo” o “Su Hijo” Jesús es el Hijo del Dios que reina sobre este mundo y sobre toda realidad. El nacimiento, “de María la virgen” no está ahí con el objetivo principal de enfatizar el nacimiento virginal, aunque de todos modos es afirmado, sino con el propósito de afirmar el hecho de que Jesús nació y no simplemente apareció en la tierra, como Marción y otros solían decir. La referencia a Poncio Pilato no está ahí para culpar a los romanos, sino para fechar el evento e insistir en el hecho de que fue un hecho histórico, un hecho fechable. Y el docetismo es negado por la declaración de que Jesús fue crucificado… muerto y resucitado otra vez. Finalmente es afirmado que este mismo Jesús regresará “a juzgar” algo que Marción nunca hubiera aceptado.
La “santa iglesia” es afirmada porque los cristianos habían comenzado a subrayar la autoridad de la iglesia. Y la resurrección de la carne es un rechazo final a cualquier idea de que la carne es mala o sin consecuencias.

No más Secretos.
En esta lucha contra la herejía, el debate finalmente vino al hecho de la autoridad de la iglesia. Todos estuvieron de acuerdo que el verdadero mensaje fue el enseñado por Jesús. Los gnósticos decían que ellos tenían algún acceso secreto a ese mensaje a través de una sucesión de maestros secretos. Marción decía que el tenía acceso a ese mensaje a través de los escritos de Pablo y Lucas, los cuales de todas maneras debían ser purgados de aquellos en lo cual objetaba Marción con relación a las referencias al Antiguo Testamento. La iglesia, al final, decía estar en posesión del evangelio original y de las verdaderas enseñanzas de Jesús. Así lo que fue debatido fue la autoridad de la iglesia contra las declaraciones de los herejes.
En este punto, la idea de una sucesión apostólica se hizo muy importante. Lo que fue discutido fue simplemente, ¿Tuvo Jesús algún secreto conocimiento que comunicar a sus discípulos, el cual por alguna razón no hizo? ¿Les hubiera confiado esa enseñanza a los mismos apóstoles a quienes confió la iglesia? Si esos apóstoles hubieran recibido cualquier tipo de enseñanza, ellos la hubieran transmitido a aquellos que le siguieron en el liderazgo de la iglesia. Por lo tanto, si había algún tipo de enseñanza secreta, esta debía ser encontrada entre los discípulos directos de los apóstoles, y los sucesores de estos discípulos, los obispos.
Pero la verdad del asunto es si estos que ahora podían, (quiere decir para el siglo II) abogar por una sucesión apostólica unánimemente negaban la existencia de alguna enseñanza secreta. En conclusión los gnósticos decían que había una tradición secreta, y que a ellos se les había confiado, y esto era falso.
Para poder fortalecer este argumento, fue necesario mostrar que los obispos de aquel tiempo eran en efecto sucesores de los apóstoles. Esto no era difícil, ya que muchas de las iglesias más antiguas tenían una lista de los obispos que habían ejercido en ellas desde la era apostólica. Roma, Antioquía, Éfeso, y otras iglesias tenían tales listas.
Ya fuera por los obispos actuales o por otros líderes algunas iglesias antiguas eran dirigidas por concilios de ancianos, la iglesia ortodoxa del siglo II podía mostrar una conexión con los apóstoles en una manera que Marción y los gnósticos no podían.

La Iglesia “Católica”.
La palabra católica significa universal, pero también significa “de acuerdo a la totalidad”. Para separarse de varios grupos heréticos y sectarios, la iglesia primitiva comenzó a llamarse ella misma “católica”. Este título subrayó tanto su universalidad como su inclusividad en el testimonio en el cual se basaba. Fue la iglesia “de acuerdo a la totalidad” quiere decir, de acuerdo al total testimonio de todos los apóstoles. Solo la iglesia “católica” la iglesia “de acuerdo a la totalidad”, podía probar una entera sucesión apostólica.
Irónicamente, a través de una evolución que llevó siglos, debates concernientes al verdadero significado de la palabra “católica” vinieron a ser centrados en la persona y autoridad de un simple apóstol, Pedro.

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