Wednesday, October 22, 2014

Estilos de vida riesgosos










No era solo lo que los cristianos creían, sino también, como vivían lo que preocupaba a los maestros de la iglesia primitiva.



Uno de los primeros escritos doctrinales, La Didaché, hace claro que los cristianos no deberían practicar el aborto o exponer los niños recién nacidos a la muerte. Cuando en este escrito se explica lo que significa amar al prójimo, dice: no cometerás asesinato, adulterio, sodomismo, fornicación, o robo. No practicarás la magia, hechicería, abortos o infanticidio.” En este punto crítico, los cristianos estaban unánimes.
Pero otras prácticas causaron división en la iglesia o requerían la disciplina de la iglesia. Cuando pensamos en herejía en la iglesia primitiva, usualmente pensamos en altos debates teológicos sobre la Trinidad y la deidad de Cristo, pero los pastores tenían que trazar también líneas concernientes a estilos prácticos de vida.

Viviendo con “hermanas espirituales”.
Algunos monjes y monjas en la iglesia primitiva creían que podían vivir juntos. Los monjes buscaban estar libres de las labores domésticas, las cuales las monjas a quienes ellos llamaban (hermanas espirituales) podían realizar; los monjes, podían entonces pasar más tiempo en la contemplación y en el servicio a otros. Debido a sus votos, sentían que podían evitar la tentación sexual.
Esta práctica pudo haber existido tan temprano como en el siglo II. Aunque fue oficialmente prohibida por los concilios de la iglesia en Elvira, Ancara y Nicea, a principios de los 300 dC, la práctica permaneció mucho tiempo después de su prohibición.
Muchos padres de la iglesia predicaron en contra de esta práctica. Jerónimo (342-420) dijo que muchas de estas mujeres esconden su embarazo bajo sus anchas ropas, y habló de abortos entre estas “vírgenes”. Juan Crisóstomo (347-407) señaló que muchas de las hermanas espirituales se habían convertido en madres espirituales.

Bautismo en el lecho de muerte.
Algunos cristianos primitivos creían que los pecados cometidos después del bautismo podrían o no ser perdonados o tener una penitencia costosa. Así muchos cristianos dejaron el bautismo para unos momentos antes de su muerte y vivían la mayoría de sus vidas al margen de lo que decía la iglesia.
Los pastores constantemente criticaban estas prácticas como una infancia espiritual perpetua. No solamente podía uno morir antes de ser bautizado, Crisóstomo dijo, que el bautismo no era un tiempo de tristeza antes de la inminente muerte. Sin embargo, el bautismo es un tiempo de gozo, el comienzo de una nueva vida de fe.
En discursos a los catecúmenos, convertidos que estaban para ser bautizados, él dijo: “no solo cuento benditos, sino, alabo su buena voluntad, porque, a diferencia de los hombres de poca disciplina espiritual, ustedes no toman el bautismo en su último aliento… ellos reciben el bautismo en sus lechos de muerte, pero ustedes lo reciben en el seno de la madre común para todos nosotros, la iglesia; ellos reciben el bautismo en medio de lamentos y lágrimas, pero ustedes son bautizados con regocijo y gratitud; ellos están agonizando, mientras ustedes están dando gracias, sus altas fiebres los deja en estupor, mientras ustedes son llenos con abundancia de placer espiritual.”
A pesar de estas fuertes enseñanzas, otros siglos pasaron antes de que la práctica muriera completamente.

Soldados en Cristo.
En algunos asuntos, tales como si los cristianos deberían servir en el ejército militar, la actitud de la iglesia se sometió a un cambio.
En los primeros tres siglos, era difícil encontrar evidencia de los cristianos sirviendo en la preparación militar. Muchos cristianos parecían haber adoptado los puntos de vista de Tertuliano (c. 160-c. 225) los cuales expresó en sus obras En Idolatría y En la Corona: “El alma no puede servir a dos señores, Dios y Cesar.” El reconoció la validez de las hazañas militares de Israel antes de Cristo y la sinceridad de los arrepentidos soldados que vinieron a Juan el Bautista, pero concluyó: “El Señor, cuando le quitó la espada a Pedro, en el jardín del Getsemaní desarmó a cada soldado de ese momento en adelante”.
Después de la conversión del emperador Constantino, de todos modos, muchos cristianos comenzaron a no estar de acuerdo con este punto de vista.
Eusebio de Cesarea (c. 260-c. 340) el historiador de la iglesia, en su Adoración a Constantino llamó a Constantino “el amigo del salvador”. El consideraba a Constantino como el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham de bendecir a las naciones de la tierra y así implicaba que servir en el ejército de Constantino o en el gobierno era servir a Dios.
Por otro lado, el concilio de Nicea requería que se disciplinara a los soldados que una vez abandonado en ejército debido a su conversión decidían regresar a las filas militares.
El punto de vista que eventualmente prevaleció fue el expresado por Basilio en Grande (c. 330-379) líder de las iglesias en Capadocia: “Me había comenzado a familiarizar con un hombre el cual demostraba que es posible incluso en la profesión militar mantener un perfecto amor a Dios y que los cristianos deberían imitar no por el uniforme que usa, sino por la disposición de su alma”.

Calendario Hereje.
Por los primeros siete siglos después del nacimiento de la iglesia, los cristianos diferían acerca de cómo determinar la fecha de Resurrección. Creyentes de Asia Menor, creían que esta fecha debería ser celebrada en una fecha fija: el día catorce de mes judío de Nisán, en correspondencia con la festividad judía de pascua. En particular, este sentimiento cristiano de Resurrección podría ser celebrado cualquier día de la semana. Estos eran llamados “Cuartodecimanos” de la palabra latina para catorce.
La mayoría de los cristianos, de todos modos, insistían en celebrar la Resurrección de Cristo un domingo, el día que Jesús se levantó de los muertos. Calculaban Resurrección de la misma manera pero lo ponían en el domingo que seguía a Nisán catorce.
Otros grupos seleccionaron otras fechas, y el resultado fue una confusión. El obispo Ambrosio de Milán (c. 339-397) comentó en una carta que en el 387 Resurrección fue celebrada in marzo 21 en lo que hoy es Francia, abril 18 en Italia, y abril 25 en Egipto. Estas diferencias turbaron a los obispos en el concilio de Nicea, y por Cuartodecimanos fueron llamados herejes.
La unidad en el mundo Mediterráneo vino en el siglo quinto cuando las iglesias todas comenzaron a usar el método egipcio para calcular la fecha: Resurrección era el primer domingo después de la primera luna llena del primer equinoccio de primavera.
La controversia se volvió a levantar en la iglesia medieval primitiva en las iglesias celtas y en Galia. No fue hasta principios de los 800ss que se llegó a un acuerdo mutuo en occidente.  

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