No era solo lo que los cristianos creían, sino también, como vivían lo que preocupaba a los maestros de la iglesia primitiva.
Uno de los primeros escritos doctrinales, La Didaché, hace claro que los cristianos no deberían practicar el
aborto o exponer los niños recién nacidos a la muerte. Cuando en este escrito
se explica lo que significa amar al prójimo, dice: no cometerás asesinato, adulterio, sodomismo, fornicación, o robo. No practicarás
la magia, hechicería, abortos o infanticidio.” En este punto crítico, los
cristianos estaban unánimes.
Pero otras prácticas causaron división en la iglesia o requerían la
disciplina de la iglesia. Cuando pensamos en herejía en la iglesia primitiva,
usualmente pensamos en altos debates teológicos sobre la Trinidad y la deidad
de Cristo, pero los pastores tenían que trazar también líneas concernientes a
estilos prácticos de vida.
Viviendo con “hermanas
espirituales”.
Algunos monjes y monjas en la iglesia primitiva creían que podían vivir
juntos. Los monjes buscaban estar libres de las labores domésticas, las cuales
las monjas a quienes ellos llamaban (hermanas espirituales) podían realizar;
los monjes, podían entonces pasar más tiempo en la contemplación y en el
servicio a otros. Debido a sus votos, sentían que podían evitar la tentación sexual.
Esta práctica pudo haber existido tan temprano como en el siglo II. Aunque fue
oficialmente prohibida por los concilios de la iglesia en Elvira, Ancara y
Nicea, a principios de los 300 dC, la práctica permaneció mucho tiempo después de
su prohibición.
Muchos padres de la iglesia predicaron en contra de esta práctica. Jerónimo
(342-420) dijo que muchas de estas mujeres esconden su embarazo bajo sus anchas
ropas, y habló de abortos entre estas “vírgenes”. Juan Crisóstomo (347-407)
señaló que muchas de las hermanas espirituales se habían convertido en madres
espirituales.
Bautismo en el lecho de
muerte.
Algunos cristianos primitivos creían que los pecados cometidos después del
bautismo podrían o no ser perdonados o tener una penitencia costosa. Así muchos
cristianos dejaron el bautismo para unos momentos antes de su muerte y vivían
la mayoría de sus vidas al margen de lo que decía la iglesia.
Los pastores constantemente criticaban estas prácticas como una infancia
espiritual perpetua. No solamente podía uno morir antes de ser bautizado,
Crisóstomo dijo, que el bautismo no era un tiempo de tristeza antes de la
inminente muerte. Sin embargo, el bautismo es un tiempo de gozo, el comienzo de
una nueva vida de fe.
En discursos a los catecúmenos, convertidos que estaban para ser
bautizados, él dijo: “no solo cuento
benditos, sino, alabo su buena voluntad, porque, a diferencia de los hombres de
poca disciplina espiritual, ustedes no toman el bautismo en su último aliento…
ellos reciben el bautismo en sus lechos de muerte, pero ustedes lo reciben en
el seno de la madre común para todos nosotros, la iglesia; ellos reciben el
bautismo en medio de lamentos y lágrimas, pero ustedes son bautizados con
regocijo y gratitud; ellos están agonizando, mientras ustedes están dando
gracias, sus altas fiebres los deja en estupor, mientras ustedes son llenos con
abundancia de placer espiritual.”
A pesar de estas fuertes enseñanzas, otros siglos pasaron antes de que la
práctica muriera completamente.
Soldados en Cristo.
En algunos asuntos, tales como si los cristianos deberían servir en el
ejército militar, la actitud de la iglesia se sometió a un cambio.
En los primeros tres siglos, era difícil encontrar evidencia de los
cristianos sirviendo en la preparación militar. Muchos cristianos parecían haber
adoptado los puntos de vista de Tertuliano (c. 160-c. 225) los cuales expresó
en sus obras En Idolatría y En la Corona: “El alma no puede servir a dos señores, Dios y Cesar.” El reconoció
la validez de las hazañas militares de Israel antes de Cristo y la sinceridad
de los arrepentidos soldados que vinieron a Juan el Bautista, pero concluyó: “El Señor, cuando le quitó la espada a
Pedro, en el jardín del Getsemaní desarmó a cada soldado de ese momento en
adelante”.
Después de la conversión del emperador Constantino, de todos modos, muchos
cristianos comenzaron a no estar de acuerdo con este punto de vista.
Eusebio de Cesarea (c. 260-c. 340) el historiador de la iglesia, en su Adoración a Constantino llamó a
Constantino “el amigo del salvador”. El consideraba a Constantino como el
cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham de bendecir a las naciones de la
tierra y así implicaba que servir en el ejército de Constantino o en el
gobierno era servir a Dios.
Por otro lado, el concilio de Nicea requería que se disciplinara a los
soldados que una vez abandonado en ejército debido a su conversión decidían regresar
a las filas militares.
El punto de vista que eventualmente prevaleció fue el expresado por Basilio
en Grande (c. 330-379) líder de las iglesias en Capadocia: “Me había comenzado a familiarizar con un hombre el cual demostraba que
es posible incluso en la profesión militar mantener un perfecto amor a Dios y
que los cristianos deberían imitar no por el uniforme que usa, sino por la disposición
de su alma”.
Calendario Hereje.
Por los primeros siete siglos después del nacimiento de la iglesia, los
cristianos diferían acerca de cómo determinar la fecha de Resurrección. Creyentes
de Asia Menor, creían que esta fecha debería ser celebrada en una fecha fija:
el día catorce de mes judío de Nisán, en correspondencia con la festividad
judía de pascua. En particular, este sentimiento cristiano de Resurrección podría
ser celebrado cualquier día de la semana. Estos eran llamados “Cuartodecimanos”
de la palabra latina para catorce.
La mayoría de los cristianos, de todos modos, insistían en celebrar la
Resurrección de Cristo un domingo, el día que Jesús se levantó de los muertos. Calculaban
Resurrección de la misma manera pero lo ponían en el domingo que seguía a Nisán
catorce.
Otros grupos seleccionaron otras fechas, y el resultado fue una confusión. El
obispo Ambrosio de Milán (c. 339-397) comentó en una carta que en el 387 Resurrección
fue celebrada in marzo 21 en lo que hoy es Francia, abril 18 en Italia, y abril
25 en Egipto. Estas diferencias turbaron a los obispos en el concilio de Nicea,
y por Cuartodecimanos fueron llamados herejes.
La unidad en el mundo Mediterráneo vino en el siglo quinto cuando las
iglesias todas comenzaron a usar el método egipcio para calcular la fecha:
Resurrección era el primer domingo después de la primera luna llena del primer equinoccio
de primavera.
La controversia se volvió a levantar en la iglesia medieval primitiva en
las iglesias celtas y en Galia. No fue hasta principios de los 800ss que se
llegó a un acuerdo mutuo en occidente.
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