Friday, October 10, 2014

Momentos Definitivos










Porciones claves de las más importantes declaraciones teológicas de la historia de la iglesia.


[Adaptado de “credos, concilios y controversias: documentos ilustrativos de la historia de la iglesia, 337-461 dC”, editado por J. Stevenson y Peter L. Huillier, “La iglesia de los antiguos concilios: Una obra disciplinaria de los cuatro primeros concilios ecuménicos”]



La definición de fe de Calcedonia (451) estableció los límites en los cuales los cristianos iban a creer y pensar con relación a la persona de Cristo. Aunque pocas iglesias estuvieron en desacuerdo, la vasta mayoría de la cristiandad se había sometido a esta “definición”. Aquí, la sección más relevante en bloques de pensamiento.
Algunos, tomando a la mano el apartar la predicación de la verdad por sus herejías, han expresado vanas palabrerías, atreviéndose a pervertir el misterio de la dispensación…
El sínodo se opone a aquellos que pretenden destrozar el misterio de la encarnación en una doble filiación del Hijo.
Esto depone del sacerdocio a aquellos que se atreven a decir que la Divinidad del Hijo engendrado es transitable.
Esto resiste a aquellos que imaginan una mezcla o confusión de las dos naturalezas de Cristo.
Esto ahuyenta a aquellos que erróneamente enseñan que la forma de siervo que Él tomó de nosotros fue celestial o de otra sustancia.
Esto anatemiza a aquellos que fingen que el Señor tenía dos naturalezas antes de la unión pero que estas estaban fusionadas en una antes de la unión.
Por lo tanto, siguiendo a los santos padres, todos nosotros enseñamos unánimemente que cada uno debe confesar que nuestro Señor Jesucristo es un hombre singular y al mismo tiempo Hijo, quien es perfecto de acuerdo a la divinidad y perfecto de acuerdo a la humanidad.
Totalmente Dios y totalmente hombre, compuesto de un alma y cuerpo racional, de la misma sustancia que el Padre según su divinidad y de la misma sustancia que nosotros según su humanidad, completamente como nosotros, excepto por el pecado.
Él fue engendrado por el Padre antes de todos los tiempos según su divinidad, y en estos postreros días, nació para nosotros y por nuestra salvación de la Virgen María, la madre de Dios de acuerdo a su humanidad.
Un solo Cristo, Hijo, Señor, solo engendrado, conocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación.
La diferencia en naturalezas en ninguna manera es suprimida por su unión, sin embargo, las propiedades de cada una de las naturalezas son retenidas en una sola personalidad y en una única hipóstasis (sustancia).
No es si separado ni dividido en dos personas, sino es un único y al mismo tiempo solo engendrado Hijo, Dios, El Verbo, El Señor Jesucristo.
Así como fue anunciado anteriormente por los profetas, así mismo, el Señor Jesucristo, nos enseñó acerca de El mismo, y así nos lo han transmitido los padres a nosotros.

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