Thursday, October 30, 2014

El himno que nació en la Sinagoga








Cómo un texto hebreo y una melodía de la sinagoga se convirtió en un muy conocido himno.


Las raíces de la temprana adoración cristiana crecieron en el suelo de los servicios de las sinagogas judías del siglo I. En Escrituras y Salmos, sermones y oraciones, la comunidad se reunía y celebraba lo que Dios había hecho, y anticipaban el poder de Dios en los eventos que estaban aún por venir. A la luz de esto, el buen conocido himno en inglés por el nombre “The God of Abraham Praise” (Al Dios de Abraham Adorad) ofrece un vislumbre de historia.
Thomas Olivers (1725-799), el autor de dicho himno, nació en Gales y quedó huérfano a los cuatro años. Aprendió muy temprano el oficio de zapatero, y llegó a su edad adulta siendo un hombre violento, sin raíces.
Sin embargo, a mediados de sus veinte años, Olivers llegó a conocer al Señor a través de una predicación de George Whitefield. Poco tiempo después, se convirtió en un evangelista con Juan Wesley. Olivers pasó más de veinte años como un predicador itinerante. Y después llegó a ser el co-editor de la revista de Wesley que se llamaba “Revista Arminiana”

En la gran sinagoga.
La tradición nos dice que en la noche de un viernes de 1770, Olivers asistió a un servicio de adoración en la Gran Sinagoga, Duke’s Place en Londres. Allí, cuando el Yigdal (doxología tradicional hebrea) era cantada por Meyer Lyon (m. 1796), Olivers quedó tan profundamente conmovido que se acercó al cantante de ópera en persona. Para mediados del siglo XVIII, los cantores habían comenzado a usar notaciones musicales, especialmente para las composiciones nuevas y populares, y Lyon graciosamente le proveyó a Olivers su tonada (Leoni).
El predicador metodista adaptó entonces el texto de la doxología judía (el cual estaba basado en los trece artículos de fe declarados por el filósofo judío Moisés Maimonides en el siglo XVII). La palabra de apertura yigdal (en hebreo “sea El magnificado”), inspiraron la libre interpretación de Oliver. El resultado fue “Un Himno al Dios de Abraham” que fue publicado en folletos y encontró una aprobación instantánea en las iglesias.
Aquí están cuatro estrofas representativas traducidas al español de la versión original de Olivers:


Al Dios de Abraham adorad,
Quien reina en su trono en las alturas;
Anciano y lleno de días,
Y Dios de amor:
Jehová Gran Yo Soy
Por tierra y cielo confesad;
Me postro y bendigo su santo Nombre,
Bendito por siempre.

Ahí mora el Señor nuestro Rey,
El Señor nuestra Justicia
Triunfador sobre el mundo y el pecado
El Príncipe de Paz;
En lo alto y santo de Sion,
Su reino se mantiene;
Y glorioso con sus santos en luz
Por siempre reina.

Al Dios que reina en lo alto,
Los grandes arcángeles le cantan,
Y “santo, santo, santo” alaban
Al Todopoderoso Rey,
“quien era, y es el mismo,
Y por siempre será;
Jehová el Padre Gran Yo Soy.
Te adoramos.

Todas las huestes triunfantes,
Dan gracias Dios en lo alto;
Honra al Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Por siempre claman;
Honra al Dios de Abraham y mío,
Me uno a las huestes celestiales.
Todo poder y majestad son tuyos
Y adoración sin fin.


Dos en armonía.
Los años que siguieron trajeron pruebas a los dos hombres. Olivers en 1789 fue despedido de la prensa por Wesley y se retiró en Londres. Lyon tuvo que renunciar después de cantar en el Mesías de Handel; y luego se convirtió en un lector de la sinagoga de Kingston en Jamaica.
La relación entre los judíos y cristianos a lo largo de los siglos ha sido muchas veces problemática, algunas veces trágica. Pero hoy el canto de yigdal en la sinagoga, y “Al Dios de Abraham Adorad” en las iglesias, hace un llamado a la memoria de dos hombres que estaban en armonía en lo concerniente a adorar al Dios de todos por sobre todas las cosas.


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