Motivos mezclados y notorias enseñanzas de los herejes.
Valencio (siglo II) de
candidato papal a líder del Gnosticismo.
Un brillante teólogo que enseñó en Alejandría, Egipto, Valencio se mudó a
Roma alrededor del 136 dC. Y rápidamente se convirtió en candidato para papa,
entonces llegó a ser conocido como obispo de Roma. No solamente so fue electo,
sino que también fue excomulgado cuando más tarde incursionó como líder de la herejía
conocida como Gnosticismo, la cual enseñaba que solo un selecto grupo de
personas recibe el gnosis de Dios para encontrar la salvación.
Con esta convicción, Valencio procedió a reinterpretar la Biblia, sus malas
interpretaciones recibieron críticas tanto como de Ireneo y Tertuliano. Para Valencio,
la lección más importante de las Escrituras no venía del significado obvio,
sino de un simbolismo detrás de las palabras. Este método de interpretación
bíblica, llamado alegoría, permitió a Valencio crear y elaborar historias y
enseñanzas que borraron las líneas entre el cristianismo, misticismo, filosofía
y judaísmo.
En el boceto de la creación de Génesis, por ejemplo, Valencio agregó un número
de detalles. A lo largo de los años, de acuerdo a Valencio, Dios produjo quince
parejas espirituales que personificaron las características divinas tales como
la verdad y la bondad. Un ser, Sofía (del
griego sabiduría rechazó su asociación
porque su única pasión era conocer todo acerca de Dios. Por ella misma concibió
y dio a luz a un deforme niño, al cual llamó Ildabaoth (probablemente “hijo del caos”). Este hijo, fuera de los
elementos de la creación, (la deidad retratada en el Antiguo Testamento)
produjo el mundo oscuro de la humanidad e infundió en este con entumecimiento
hacia Dios. Jesús, el gran revelador de Dios, vino a despertar a las personas a
las “cosas profundas de Dios”.
Para Valencio y otros gnósticos, no había mezcla entre el mundo espiritual
con el mundo físico, de esta manera rechazaron la encarnación, crucifixión y resurrección
corporal de Jesús.
El Valencianismo resistió fuertes polémicas por los padres de la iglesia
por los primeros pocos siglos antes de Cristo, después se desvaneció en el
olvido hasta 1945.
Hasta entonces, todo lo que sabíamos de Valencio había venido de sus
críticas. Pero entre cincuenta y dos documentos recuperados de las ruinas de lo
que quizás había sido un monasterio gnóstico cerca de Nag Hammadi, Egipto, había
un libro escrito por Valencio a sus seguidores. Llamado El Evangelio de Verdad, se lee como un sermón y dibuja los
evangelios y los escritos de Pablo.
Novaciano (c. 200-258) luchó
por la iglesia pura un poco demasiado duro.
Era la primavera de 251 dC, y el obispo romano había muerto, martirizado
por los romanos en una nueva ola de persecución. Sin embargo invasores del
norte habían captado la atención del imperio, así que los cristianos estaban respirando
un tiempo de tranquilidad. Dos problemas inmediatamente confrontaron los líderes
de la iglesia: (1) ¿Quién debía ser elegido como el nuevo obispo de Roma? (2) ¿Qué
debían hacer con los cristianos caídos, aquellos que habían renunciado a su fe
durante la persecución?
Novaciano era la líder de la iglesia de Roma, un brillante teólogo, y
obviamente un prospecto para el papado. Pero no fue electo, quizás por su
impopular postura muy fuerte contra los cristianos que habían negado su fe. El decía
que estos no debían ser readmitidos en la iglesia e invocaba las palabras de
Jesús: “Cualquiera que me niegue delante
de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”
Cipriano, obispo de Cartago, una de las ciudades más grandes del norte de África,
no estaba de acuerdo. Este llamó a Novaciano “el enemigo de la misericordia, un
destructor del arrepentimiento” el influyente obispo africano apoyó a Cornelio,
quien fue elegido papa. Cornelio creía que los cristianos que habían negado la
fe podían ser reinsertados en la iglesia por el arrepentimiento y haciendo
penitencia basada en la seriedad de la ofensa. Los cristianos que habían ofrecido
sacrificio en los altares romanos debían recibir las penitencias más severas.
Los partidarios locales de Novaciano se manifestaron junto con su hombre y
lo eligieron como papa. Cornelio inmediatamente lo excomulgó. Ambos hombres
cortejaron el reconocimiento de líderes de las iglesias en el extranjero. En el
proceso, los seguidores de Novaciano evolucionaron en una iglesia separada, con
obispos y congregaciones a lo largo del imperio.
Novaciano huyó de Roma durante la renovación de la persecución que comenzó
a finales del 251 dC. Se mantuvo fiel a sus creencias y murió como mártir durante
otra ronda de persecución unos siete años más tarde. Las iglesias novacianas perduraron
por alrededor de unos cuatro siglos, hasta que los invasores musulmanes
barrieron hacia el oeste y mataron aquellos que se rehusaron a convertirse al
Islam.
Pablo de Samosata (obispo de
Antioquía c. 260-268) obispo amante de la lujuria.
De sus humildes comienzos en la villa de Samosata, en lo que es conocido
hoy como el sur de Turquía, Pablo se desarrolló como un líder de la iglesia con
un segundo empleo para Mammón. Cuando fue electo obispo de Antioquía (en lo que
hoy es Siria), era el jefe financiero de la reina Zenobia de Palmira.
De alguna manera abrazó la fortuna. Sus críticos dijeron que fue aceptando
sobornos. Cual sea la fuente de su dinero, rápidamente obtuvo reputación como
el obispo amante de la lujuria, al menos según los críticos de la iglesia
primitiva, quienes eran conocidos por exagerar la inmoralidad de los herejes.
Pero no fue solo su comportamiento, condenado como un obispo impropio, lo
que generó tres conferencias de la iglesia en un periodo de cinco años, sino su
teología. Pablo aparentemente creía que Jesús no era más Dios que lo que eran
los profetas, y por esta razón prohibió en canto de himnos hacia Jesús. Jesús, predicaba
el obispo, fue “un hombre ordinario” en quien “el Verbo vino y habitó” y no uno
digno de adoración.
Los críticos de Pablo dicen que el obispo entendió la Trinidad como una unión
del Padre, la Sabiduría (Espíritu) y el Verbo (Logos). La Sabiduría y el Verbo
residen dentro del Padre, Pablo dijo, así como la razón reside dentro de la
humanidad. La Sabiduría y el Verbo no son dos personas separadas, explicó el
obispo, estas subsisten dentro del Padre. Pablo dijo que fue un regalo de Dios
al Verbo que este se apoderara e inspirara al Jesús.
El obispo evadió las preguntas que los dos primeros concilios le hicieron,
pero miembros de un concilio en el año 268 dC, manejaron como disputar
suficientes respuestas para convencer a la mayoría de como el obispo era de
hecho un hereje. Estos lo depusieron y eligieron un nuevo obispo.
La reina, por otro lado, tenía otros planes. Una acérrima aliada de Pablo,
lo retuvo como obispo. Cuatro años más tarde cuando Roma venció a la reina, los
romanos forzaron a Pablo a renunciar y lo desterraron de la ciudad. Los discípulos
de Pablo llamados Paulianistas y Samosatines, adoraron como una secta hasta que
muchos se aliaron teológicamente en parentela con Arrio y sus seguidores en los
siglos siguientes.
Pelagio (c. 354-418) batalló
la baja moralidad con una mala teología.
Cuando el monje británico Pelagio se mudó a Roma alrededor del 380 dC, no
le gustó lo que vio. Cristianos profesantes consumidos por sus deseos de
lujuria y riquezas, no sentían vergüenza en ofrecer y aceptar sobornos. Su pasión
por el materialismo estaba unida a su apatía hacia los asuntos espirituales,
tales como una vida santa.
Brillante y de mente fuerte, Pelagio pensó que esta deformada ética crecía
naturalmente de una prevaleciente teología, la cual enfatizaba la gracia de
Dios y afirmaba que los seres humanos eran incapaces de una vida santa. Pelagio
y sus seguidores lucharon por lo contrario.
Enfatizando el libre albedrío que Dios dio a la humanidad, los pelagianos
rechazaron la predestinación y el pecado original, la creencia de que el pecado
de Adán y Eva afectaron espiritualmente a toda la raza humana. Ellos enseñaron
que el pecado de Adán y Eva solo les afectó a ellos, y que los seres humanos
son nacidos sin pecados y con la libertad de elegir su propio camino en la
vida.
Muchos teólogos, como Jerónimo y Agustín, respetaron la vida y la intención
de Pelagio. Pelagio mismo era un monje devoto, convenció a muchos ricos romanos
a hacer lo que él había hecho y abandonar sus posesiones.
Pero a medida que el Pelagianismo se expandió, se convirtió en un problema
creciente para la iglesia, y el envejecido Agustín trabajó fervientemente para
detenerlo. El riesgo, creía Agustín, era la doctrina de la gracia. Si los
humanos eran nacidos sin pecados, ¿Cuál es la necesidad de la gracia de Dios? Y
¿Por qué no dejar a la humanidad que se salve por si misma por el ejercicio del
libre albedrío y eligiendo vivir una vida santa? El maestro bíblico Jerónimo se
unió a Agustín en condenar a Pelagio, llamándolo un “perro gordo… agobiado con
gachas”
El papa Inocente I excomulgó a Pelagio en el 417. Aunque el monje fue
brevemente restaurado por el nuevo papa Zosimo, en el 418, Zosimo encontró un
gran alboroto en los obispos africanos de donde era Agustín, esto le hizo
cambiar de idea y escribió una carta condenando donde condenaba al británico Pelagio.
Pelagio desapareció de la historia, aunque sus enseñanzas perduraron por
otro siglo. Los asuntos crecieron en forma de Pelagianismo y reaparecieron
varias veces en la Edad Media y volvieron a ser destruidas en la Reforma.
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