El monstruo de Munster.
“Lo que comenzó como un fervor profético terminó en una dictadura y derramamiento de sangre”
1530 dC.
El anabaptista Melchoir Hoffman comienza a predicar el inminente
regreso de Cristo
Es el año 1530, las ideas
protestantes se han desparramado como un tornado por todo el territorio
europeo, el cual ha sido alterado por casi mil años. En tal fervor se encuentra
el pueblo de Estrausburgo (ahora Francia) el cual está agarrado por los mismos
temores arrasando a través de Alemania y los Paises Bajos. El ecenario esta
listo pra una revolución. Melchoir Hoffman, un peletero, se sube a un púlpito
para predicar otro de sus fieros mensajes apocalípticos. La nueva revelación
está por ser desatada.
Al comienzo del mismo año, el
popular predicador había espontáneamente comenzado a rebautizar personas
adultas. Sus pensamientos independientes habían ido mucho más allá que las
visiones de Martín Lutero, pero habían rápidamente reclutado un gran número de
seguidores en los paises bajos. Aun cuando los historiadores encontraban
dificultades señalando los orígenes de los Anabaptistas debido al simultáneo
surgimiento de los mismos en diferentes lugares al mismo tiempo, muchos están
de acuerdo en que las predicaciones de Melchoir Hoffman son el factor más
significante del surgimiento de un ala radical de la reforma. Su énfasis en el
reinado milenial de Cristo en la tierra se había apoderado de la imaginación
del movimiento Anabaptista.
Los luteranos, los calvinistas y
los anglicanos, rechazaron el milenialismo como
especulaciones “ignorantes” y “maliciosas”. Los treinta y nueve
artículos de la confesión de Ausburgo y la confesión de Westminster evadieron
cualquier noción de un reino milenial de Cristo literal. Sin embargo ese no fue
el caso de Estrausburgo, donde la imaginación de Hoffman había sido cautivada
por Apocalipsis 20 y la espera de un literal e inminente regreso físico del
Reino de Dios.
Con todo el fervor y furia de un
avivador y fronterizo predicador, Hoffman proclamaba sus inspiradas imágenes y
visiones. La congregación ya sabía que una era estaba terminando, él los había
convencido, el fin estaba a la vuelta de la esquina. El carácter carismático de
Hoffman se convirtió en una fuerza indomable. El ápice de sus reclamaciones
innovativas eran que Dios había escogido Estrausburgo como la “Nueva
Jerusalén”.
Después de tres años de mensajes
apocalípticos predicados semanalmente desde la iglesia de Hoffman, las
autoridades locales tuvieron demasiado. Percibiendo en Hoffman una amenaza
social, aun cuando Hoffman nunca abogó por la violencia para establecer el
nuevo orden, metieron a Hoffman tras las rejas. La cárcel del pueblo pudo
aguantar al hombre, pero no a sus ideas, sus seguidores de expandieron por
donde quiera.
El Nuevo Apocalipsis pronto hizo
eco en las calles de Haarlem, Alemania y fue bienvenido en una dulcería de un
hombre llamado Jan Matthys, Matthys quien era mediocre en su entrenamiento,
pero Lutero creía que solo con la consciencia y las ideas uno podía ser tan
bueno como cualquiera. Natthys habiendo digerido los sermones de Hoffman, el
ducero se creyó supremamente calificado para predicar. Percibiéndose a sí mismo
especialmente dotado con el Espíritu Santo, él era ahora el heredero de todas
las promesas de Melchoir Hoffman.
Matthys proclamó que él no era
otro sino Enoc, el segundo testigo del libro de Apocalipsis, con una fluyente
barba negra, alto y de figura demacrada era ahora el portador de la autoridad
profética. Los que dudaban eran confrontados con amenazas e intimidación, aquellos
que flaqueaban en abrazar el Segundo Enoc serían arrojados al infierno con
Satanás y sus ángeles. El dulcero sabía como encender el fuego.
La banda de seguidores de Matthys
desplegaron en parejas por todos los paises bajos, así como Cristo envió a sus discípulos.
Dos de ellos Jan van Leyden y Gerard Boekbinder, fueron a Munster, Alemania,
allí descubrieron el predicador líder de la ciudad, Bernhard Rothman,
predicando ideas similares a las de los Anabaptistas como la del rebautizo a
grandes multitudes.
Escuchando este reporte Matthys
abruptamente tuvo una nueva visión. Los sueños escatológicos de Hoffman para
Estrausburgo no estaban bastante en el blanco. Munster sería el sitio verdadero
para la “Nueva Jerusalén” y no Estrausburgo. El dulcero y su cría emigraron al
sur para sellar un trágico destino.
Alrededor de febrero de 1534 la
influecia de los recién llegados Anabaptistas se filtró por el pueblo. El líder
del gremio Bernard Knipperdolling se unió a Jan van Leyden a predicar por las
calles gritándole a los ciudadanos que se arrepintieran. Las olas de histeria
continuaron: la gente caía en las calles, algunos echaban espumas por la boca.
Reclamaciones de un sensacional “fin del mundo” se apoderaron de la población.
El mensaje de los secuaces de
Matthys era claro: mientras la destrucción descendía en el resto del mundo, los
Anabaptistas sobrevivirían detrás de las murallas de Munster, “la ciudad
refugio”.
Las migraciones comenzaron
inmediatamente, en ambas direcciones, la población luterana de Munster comenzó
a huir, el control de la ciudad cambió a manos de los visionarios que habían
venido de Haarlem.
Matthys montó un púlpito
imporvisado cerca de una pescadería para proclamar la nueva instalación
inspirada de el Nuevo Apocalipsis: Para que Munster estuviera preparada para su
papel divino en la historia debería ser purificado a fondo, si el reino de
Cristo estaba por comenzar la corrupción espiritual de los católicos romanos y
los luteranos y todos aquellos que no aceptaran la doctrina Anabaptista debía ser
purgado de la ciudad. Los disidentes debían ser ejecutados.
Knippoerdolling se opuso a la
violencia en las tierras ya que el derramamiento de sangre motivaría la ira y
la intervención de grupos extranjeros. Aunque sus advertencias fueron probadas
genuinamente proféticas, él propuso que la oposición fuera solo expulsada.
Matthys de mala gana estuvo de acuerdo con la avderntecia de que cualquier
impío que quedara en Munster debería ser rebautizado. Como la violencia comenzó
a apoderarse de la ciudad, los bautismos continuaron sin parar por los próximos
tres dias.
El comienzo de la batalla final.
Mientras tanto, Franz van
Waldeck, el Obispo católico – romano en la ciudad de Munster, preparó una
empalizada en las afueras de la ciudad y comenzó el cerco de la misma.
Aunque los Anabaptistas fueron
confundidos por el ataque, nada menos que lo que previamente había advertido
Knipperdolling sucedió, los ciudadanos del pueblo no podían prevalecer por lo
que Knipperdolling comenzó a preparar a los ciudadanos para que se defendieran
por sus propios medios.
Matthys aprovechó la oportunidad
para consolidar su poder. Insistiendo que él tenía un mandato divino, incautó
los bienes de los que se habían recientemente exiliado, muebles, ropas, comida
y efectos personales fueron consolidados y distribuidos entre los fieles
Anabaptistas por siete diáconos. Seguidamente Matthys junto a los predicadores
del pueblo demandaron que todas las propiedades fueran tenidas en común decían:
“es absolutamente la voluntad de Dios, que traigamos dinero, plata y oro
juntos” Rothman predicaba: “Una persona debe tener lo mismo que la otra” La
Nueva Jerusalén requería un comunismo institucionalizado.
La oposición fue significanta
particularmente entre aquellos recientemente rebautizados, pero los reacios se
reunieron rápidamente y se encerraron dentro de la iglesia negándose a entregar
su dinero al precio de morir. Horas más tarde Matthys y sus hombres armados
explicaron que la sumisión era el único modo readmitirles en la comunidad. Los
cautivos no tenían otra alternativa más realista que conformarse.
Matthys también acusó a un
herrero de estar poseído por el diablo y lo arrojó a la cárcel del pueblo,
convocando a la ciudadanía, el predicador públicamente denunció al herrero de
profanar un pueblo puro y lo sentenció a muerte. El herrero fue puesto parado
frente a una pared del pueblo. Matthys mismo le disparó en el estómago antes de
exortar a la mutlitud reunida. Un himno fue cantado y cada uno fue a casa a
meditar en cualquier posible error que hubieran podido cometer.
Matthys ahora tenía la ciudad en
su poder, controlando incluso el flujo de información. Todos los libros excepto
las Escrituras fueron quemados en la plaza de la catedral. Entonces Matthys
ordenó a una divina directiva para asaltar al Obispo en las afueras de la
ciudad. El les aseguró a sus seguidores que Dios les había dotado con un poder
especial de tal magnitud que ellos podían uncluso agarrar las balas de los
cañones en los bolsillos de sus mantos. El dulcero y sus muchachos marcharon
fuera para ejecutar al Obispo como hizo con el herrero.
En el domingo de resurrección de
1534 Matthys descendió sobre el Obispo Waldeck como uno de los cuatro jinetes
del Apocalipsis, pero el viaje fue corto, las tropas armadas del Obispo
vinieron en su defensa, Matthys fue apuñaleado con una estaca y luego
decapitado. Su cabeza fue izada en un mástil para que los ciudadanos alrededor
de las murallas de la ciudad la vieran.
Obbe Phillips, un seguidor de
Hoffman, quien se negó a la violencia de Matthys escribió acerca de Matthys:
“Era tan violento que incluso sus enemigos…estaban aterrorizados por él y luego
en el tumulto se hicieron tan poderosos contra él a tal punto que la
indignación que no solamente lo mataron, sino, que lo cortaron y lo picaron en
pedazos”
Los fieles que quedaron no se
dejaron intimidar, Jan van Leyden recogió en manto ungiéndose así mismo rey y
comenzó su reino mesiánico corriendo desnudo por todo Munster en un salvaje
exstasis religioso. Nombró doce hombres a cargo de los negocios de la ciudad,
instigando un reino de terror y violentas innovaciones como la poligamia. El
mismo se hizo la indulgencia varias veces mientras sojuzgaba a todos los
ciuidadanos a la austeridad. El nuevo reino milenial iba a ser de corta
duración.
El peso de la historia.
El 25 de mayo de 1535 el ejército
del Obispo irrumpió en Munster y rápidamente capture la ciudad, la mantanza
duró dos días. Cuando los cuerpos fueron apilados en la plaza de la catedral, el
hedor fue abrumador. Bernard Rothman probablemente murió en el asalto y van
Leyden y Knipperdolling fueron capturados, torturados y ejectuados, las
esperanzas de la Nueva Jerusalén terminaron en un desastre. El pesimismo
luterano y calvinista de establecer el reino de Dios con intentos humanos fue
reforzado. Todavía hoy se mantiene la sospecha de todo tipo de ambos
premilenialismo y postmilenialismo. Los eventos de Munster fueron simplemente
muy mostruosos.
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