Thursday, January 30, 2014

El adventismo americano: la gran decepción




“Cuando un granjero de Nueva York anunció la fecha del regreso de Jesús miles de americanos le creyeron”

“1843 Guillermo Miller predice el año de la segunda venida de Cristo” 
En años recientes, casi hemos llegado a esperar los bien publicitados reportes del cinturón bíblico de Texas y vanguardia en California de un auto proclamado profeta anunciando el fin del mundo. Este atrajo un gran número de seguidores que desencadenaron un nuevo pánico y finales que no terminarían bien. El caso más famoso en suelo americano, sin embargo, tuvo lugar en el noreste de los Estados Unidos justo antes de la Guerra Civil.
El profeta de perdición no era un fanático de ojos saltones. Era de mandíbula cuadrada, honesto, aisitente a la iglesia, granjero llamado Guillermo Miller. Un excapitán de la Guerra de 1812, Miller se convirtió del Deísmo en 1816 “entusiasmado”, comenzó a “buscar en las Escrituras” la verdad. Al cabo de dos años estaba totalmente convencido de haberlas entendido, especialmente Dn. 8:14 “hasta 2300 tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”
La purificación del santuario, creía Miller, solo podía significar, el purgamiento de la tierra por el fuego, en breve, el fin del mundo. A través de la interpretación de estos días como años y comenzando desde la fecha de la profecía (puesta por James Usher en 475 aC) Miller concuyó que el fin del mundo en 2300 años sería en el otoño de 1843: “Yo fui traído de esta manera a la solemne conclusión de que en 25 años desde ahora todos los negocios de nuestro presente estado serán acabados”.
La frontera milenial.
Miller había crecido en Low Hampton, New York cerca de la frontera de Vermont, se casó en 1803 y se mudó a Poultney, Vermont donde se hizo agricultor, allí sirvió como alguacil y juez de paz. El área llena de granjas y granjeros, fue una de las principales rutas desde Nueva Inglaterra al medio oeste. Desde los pueblos establecidos del este miles de aventureros Yankees fueron corriéndose hacia las nuevas tierras más allá del horizonte.
El optimismo llenó la atmósfera, un himno de los años 1840 decía: “estamos viviendo, estamos habitando en un grande y terrible tiempo, en la era de las eras y contando, estar vivos es sublime”
Los sueños mileniales florecieron en toda la región. En Oneida, New York un extraño perfeccionista llamado John Humphrey Noyes fundó una comunidad bajo la suposición de que la segunda venida había tenido lugar en el 70 dC y que la llegada del reino giraba en la disposición de los creyentes a vivir las exigencias del amor cristiano en la comunidad.
Otro neoyorkino llamado Joseph Smith creía que Dios le había restituido el verdadero evangelio a él con anticipación a la segunda venida. Este gran evento decía él, sería precedido por intensas persecuciones y tribulaciones a sus seguidores “los últimos días de los santos”. Ninguno de los dos profetas, sin embargo, alcanzó muchas personas en tan poco tiempo como lo hizo Miller cuando hizo púbico sus cálculos de la segunda venida de Cristo.
La comercialización de Miller.
Al principio Miller fue reacio a revelar su secreto, pero en 1828 se sintió llamado desde su interior a decirle al mundo su descubrimiento. “Yo tataba de excusarme yo mismo” escribió mas tarde, “Yo le decía al Señor que no había sido llamdo para hablar… que yo era corto de palabras y lento en elocuencia”. Para 1831 encontró el coraje para compartir su descubrimiento con sus vecinos y amigos, cuando se le pidió discutir sus puntos de vista en una iglesia cercana, de repente descubrió que al menos en este tema era elocuente. Las invitaciones se multiplicaron y Miller comenzó a ganar un poco de notoriedad en la localidad. Aunque nunca había sido ordenado su estatus fue regularizado en 1833 con una licencia para predicar.
Entonces dos eventos se combinaron para darle a Miller el poder ganar mucha más audiencia, primero en 1838 publicó su “Evidencia de la Escritura y la Historia de la segunda venida de Cristo para el año 1843”, Segundo hizo una excursión a grandes ciudades de Nueva Inglaterra para una serie de conferencias. En Exeter, New Hampshire, conoció a Joshua V. Himes, pastor de la iglesia Bautista Chardon Street Chapel en Boston, Himes amaba las multitudes especialmente las reuniones campestres y percibió inmediatamente el poder del mensaje en la tranquila, y mediana edad de los granjeros, así que ansiosamente se unió a Miller como su administrador y agente de publicidad.
Himes equipó a Miller con un gran gráfico que mostraba los cálculos mileniales en forma de cuadro, compró la tienda más grande para sus reuniones en todo el país y editó dos revistas en Nueva York “Lloro de Medianoche” y en Boston “Señales de los tiempos”. Miller como persona fue transformado en en líder del movimiento Millerista. Himes y sus asociados reclutaron otros evangelistas y los enviaron en viajes de predicación y charlas, organizando campañas, tratados, libros y panlfetos publiciatios.
A medida que el temido año se acercaba, las predicaciones de Miller atrayeron grandes multitudes, en sies meses pronunció más de trescientas conferencias con el mismo tema: ¿Estás listo para conocer al Salvador? Multitudes de ciudadanos furiosos trataron de sabotear muchas de sus reuniones, Miller mismo en varias ocasiones fue acrbillado con huevos y vegetales descompuestos, pero el número de las mutlitudes creció y llegó a ser más de 50000 creyentes de Miller, y muchos más de otro millón se mostraba curioso y a la expectativa.
Fijando una fecha.
Con un entusiasmo creciente las personas comenzaron a exigir un día definitivo para la venida del Señor, Miller fue reacio a ser tan específico, pero en enero de 1843 anunció que ese año según el calendario hebreo de marzo de 1843 a marzo de 1844 tendría que ser el fin de los tiempos, pero declaró que si el estimado se mostraba ligeramente inexacto sus seguidores deberían tener fe en que su llegada vendría pronto en el tiempo apuntado por Dios.
A medida que el año avanzó las tensiones se aumentaron, especialmente cuando un cometa repentinamente apareció en los cielos. Hubo grandes reuniones en New York y Philadelphia, pero las fechas para la recolección del futuro eran anunciadas con la premisa “si los tiempos continúan”.
Miller estuvo enfermo por casi todo el 1843 y sus lugartenientes mucho menos cautelosos que el viejo soldado llevado a la batalla, a su radicalismo se sumó un extraño dolor profético. Los días que abrieron el 1844 encontraron a Miller, entonces de 62 años, descansando en casa de un agotador viaje de conferencias, 85 conferencias en ocho semanas. Pero el creía firmemente que el fin estaba cerca. Consciente de los burladores pensó que era tiempo para escribir a “los creyentes del Segundo adviento” unas pocas palabras de aliento:
“Hemos pasado lo que el mundo llama la última vuelta de 1843… ¿Sus corazones comienzan a perder el ánimo? O ¿Están esperando por su esperanza de bendición en la gloriosa aparición de Jesucristo? Déjenme decirles en el idioma del bendito libro de Dios: aunque tarde, espérenlo, de seguro vendrá, no tardará, nunca mi fe ha estado más fuerte que en este momento”
Luego vino marzo de 1841 y nada pasó. Después de un mes Miller confesó su error y reconoció su frustración, pero uno de sus seguidores apuntó a otros versos de la Biblia Habacuc 2:3, Levítico 25:9 y explicó que debía haber un tiempo de espera de siete meses y diez días. Asi que el 22 de octubre de 1844, sería el nuevo día del regreso de Cristo y las personas se manifestaron otra vez con el eslogan “Los diez días y los siete meses”. Miller se convirtió finalmente a la nueva fecha y dijo: “veo una Gloria en los siete meses… Gracias al Señor mi alma está casi en casa”. El entusiasmo se reavivó y el número de creyentes viviendo en la frontera de la eternidad pareció ser más grande que nunca.
Cuando la segunda fecha finalmente llegó y pasó así como la primera, muchos de los seguidores de Miller quedaron completamente desilusionados muchos se volvieron resentidos contra Miller quien murió en 1849 desacreditado y prácticamente en el olvido.
Después de la decepción.
A pesar la gran decepción, como vino a ser llamada, muchos adventistas se mantuvieron firmes, un pequeño grupo en Nueva Inglaterra estaba persuadido de que Miller estaba en lo correcto en relación al tiempo del purgamiento pero se había equivocado en el lugar. En octubre 22 de 1844 Cristo si purgó el santuario de acuerdo a la profecía de Daniel, pero el santuario era en los cielos y no en la tierra. La razón por la que Cristo no apareció en la tierra fue porque la iglesia no fue fiel en guardar el sábado. Este diminuto grupo guiado por James White y su esposa Ellen Gould White, se convirtieron en los Adventistas del séptimo día que conocemos hoy.

Otros adventistas se unieron en Albany en 1845 para formar la conferencia que luego se dividió en tres grupos, uno de estos es el conocido hoy como “Cristianos del Segundo Adviento”. Ellos creyeron que Miller estaba equivocado en el tiempo, pero esto era un asunto de poca importancia, él estaba correcto en lo esencial: Cristo viene pronto. Y en esta verdad muchos otros cristianos siguen de acuerdo.

No comments:

Post a Comment

Search This Blog