Wednesday, July 1, 2015

Los cien eventos más importantes en dos mil años de historia cristiana: El Acta de Supremacía en 1534




Rompiendo con Roma, el parlamento inglés declara al rey Enrique VIII “la única cabeza suprema sobre la tierra en la iglesia de Inglaterra”.

La ironía en el círculo de la iglesia Episcopal es que es la única denominación que comenzó como consecuencia de un divorcio. De hecho, como parte de una campaña de propaganda en los 1980, la iglesia Episcopal diseñó un cartel que aparecía Enrique VIII que decía: “La iglesia Episcopal le da la bienvenida a las personas divorciadas” (La iglesia Episcopal en los Estados Unidos es, por supuesto, parte de la unión anglicana global enraizada en la iglesia de Inglaterra).

La reforma inglesa es mucho más complicada, ya que esta envolvía no solo los votos matrimoniales del varias veces casado Enrique, sino que también una situación político-teológica muy turbulenta en Inglaterra.


Rumores en Inglaterra

Cuando Lutero clavó sus 95 tesis en 1517, esto no pasó desapercibido en Inglaterra. En 1521, en joven rey Enrique escribió (probablemente con ayuda de alguien) un libro atacando los puntos de vista de Lutero con relación a los sacramentos. El papa graciosamente respondió otorgándole a Enrique el título de “Defensor de la fe”, un título que sigue siendo usado por los monarcas británicos.
Al igual que el resto de Europa, Inglaterra estaba lidiando con la situación de la iglesia. Muchos obispos eran terratenientes adinerados, sacerdotes y monjes eran en varias ocasiones escandalosamente inmorales, y la religión del pueblo común se estaba tejiendo sobre la superstición. Líderes fervorosos como Juan Colet de Oxford apelaban por una reforma. En Cambridge, un grupo de estudiosos se reunió para discutir ideas protestantes; estos llegaron a ser conocidos como “Pequeña Alemania” por su afecto por las enseñanzas de Lutero. En adición a estos rumores teológicos, había un sentimiento creciente de nacionalismo, una alta devoción a Inglaterra más que a la iglesia romana. La plataforma estaba lista para romper con Roma.


Rumores en el matrimonio del rey

Enrique VIII, un lujurioso y egoísta legislador, justificadamente temía por la estabilidad de Inglaterra si no era capaz de engendrar un hijo que le sucediera en el trono. (Tenía al menos un hijo ilegítimo, de poco valor para su sucesión). Además su esposa, Caterina de Aragón, estaba en sus cuarentas y había solo engendrado una niña a la que llamaron María.

Enrique buscó una anulación de su matrimonio, reclamando que como Caterina había sido la viuda de su hermano, ella no podía legalmente ser su esposa. (Basando su reclamo en Levítico 20:21). El papa se estancó en la decisión, en parte, porque Caterina era la tía del poderoso emperador Carlos V, y en parte porque el papa no quería ofender.

Enrique, quien ya estaba en ese tiempo locamente enamorado de la trigueña Ana Bolena, no pudo esperar. “Quisiera que tu estuvieras en mis brazos o yo en los tuyos, porque creo que anhelo este deseo desde que te besé” escribió Enrique en una carta a Ana Bolena. Enrique conocía del sentimiento anticlerical que había en Inglaterra que hacía que fuera el momento oportuno para la ruptura. Nombró a Tomás Cranmer como arzobispo de Canterbury y Cranmer declaró el matrimonio de Enrique y Caterina como inválido. Enrique se casó con Ana que ya estaba embarazada de él hacía seis meses en 1533.


La ruptura con Roma

El papa Clemente VII excomulgó entonces a Enrique, acto que solo sirvió de combustible para la disensión. El parlamento pasó una serie de actas restringiendo el clero y restando el poder de Enrique sobre el mismo. En 1534 vino el Acta de Supremacía, declarando a Enrique como “la única suprema cabeza en la tierra de la iglesia en Inglaterra.” Inglaterra tenía ahora una iglesia nacional, con el rey a la cabeza de la misma. El arzobispo de Canterbury sostenía la máxima autoridad eclesiástica en el reino.

Pero Enrique no era protestante. El simplemente era una iglesia católica sin el papa. Había roto con Roma, pero no con su teología ni sus rituales. En 1539 lanzó sus Seis Artículos en los cuales insistía en continuar las prácticas tales como la confesión privada, el celibato del clero y las misas privadas.
Aun así en dos maneras Enrique se diferenció mucho de Roma, cerró los monasterios y confiscó sus vastos y extensos terrenos y riquezas. Las ganancias fueron llevadas al tesoro real para apoyar campañas militares contra Francia, y las tierras fueron transferidas a los nobles con la esperanza de incrementar su fidelidad hacia la corona.

Enrique también ordenó que la Biblia en inglés fuera instalada en todas las iglesias. Enrique no tenía un interés real en que el pueblo de habla inglesa estudiara la Biblia, sino que la Biblia en inglés era otra manera de promover el nacionalismo inglés, ya que las iglesias no dependerían más de la Biblia Romana Latina.

Enrique murió en 1547, habiendo adquirido cuatro esposas más después de la ejecución de Ana Bolena. Su sucesor fue Eduardo VI, hijo de su unión con su tercera esposa Jane Seymour. Durante el breve reinado de Eduardo VI, Inglaterra se volvió verdaderamente protestante, sin embargo, Enrique murió creyendo que era un buen católico, su testamento provisto a las masas fue dicho que era el bienestar de su alma.


Repercusión del reinado de Enrique

El día de la supremacía política de la iglesia había llegado a su fin, por el hecho de que Enrique había podido llamarse a sí mismo la cabeza de la iglesia en Inglaterra. Un siglo antes, un rey tan audaz podría haber sido asesinado. Pero este no fue el caso de Enrique y por una razón obvia: los ingleses sentían más orgullo en ser ingleses que en ser católicos. El nacionalismo iba a ser una característica permanente en el paisaje europeo.


El Acta de Supremacía rompió los lazos entre Inglaterra y Roma decisivamente. Aunque Inglaterra brevemente regresó al catolicismo bajo la hija de Enrique, María Tudor, Inglaterra fue por siempre una región no católica. Los actos egoístas de Enrique pavimentaron el camino para una iglesia que buscaba la vía media entre la adherencia al papa y la disidencia agresiva.     

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