Tres acuerdos cambiaron el cristianismo de ser una secta ilícita y perseguida a ser una religión acogida y dominante en el Imperio Romano.
Vino de una cumbre de dos
hombres que se reunieron en una ciudad Italiana en la región norte llamada
Milán en enero de 313 dC. Los dos hombres eran los emperadores romanos,
Constantino gobernando en el oeste y Licinio en el este. Se reunieron bajo
auspicios felices, como su común comunicador dijo. Después de años de lucha de
poder por la púrpura imperial, el mundo romano disfrutaba un cierto grado de
paz. Y después del fallo de la gran persecución (iniciada por los emperadores
Diocleciano y Galerio en el 303-304 dC) la iglesia cristiana había comenzado a
recobrar su estabilidad. Constantino y Licinio cambiaron sus planes a asuntos
que afectaban el bienestar del imperio.
Ellos determinaron primero que
todo asistir a “la reverencia pagada a la divinidad”. Esto requería una garantía
de una completa libertad para los cristianos, poniéndolos a la par de aquellos
que seguían otras religiones. El llamado Edicto de Milán proveía todo esto. Este
evento marca el abandono final de todas las políticas del Imperio Romano de persecución
de cristianos. La era de los mártires estaba llegando a su final. La transición
a la era del Imperio Cristiano había comenzado.
Provisiones para el Edicto.
La conferencia de Milán
indudablemente resultó en un concordato. Pero sus términos son conocidos por
nosotros solo por un rescripto publicado seis meses después por Licinio.
Este rescripto fue enviado
desde su capital en Nicomedia, actual Izmit, Turquía, al gobernador de la
cercana provincia de Bitinia. El escritor cristiano Lactancio ha preservado el original de este rescripto en
latín, mientras que Eusebio lo mantiene en griego.
Aquí están las mayores
provisiones de este rescripto:
“Nuestro propósito es conceder tanto a los cristianos como a todos los demás
completa autoridad para seguir cualquier adoración que cada persona desee, por
lo cual cualquier divinidad que habite en los cielos pueda ser benevolente y
propicia a nosotros, y a todos los que son puesto bajo nuestra autoridad. Por lo
tanto creímos saludable y apropiado establecer nuestro propósito que ninguna
persona sin importar quien sea, le sea reusada completa tolerancia, quien haya
rendido su mente tanto a la secta de los cristianos o a la religión a la cual
cada individuo se sienta más cómodo en atender. Es nuestro placer abolir todas
las condiciones cuales quiera que hayan sido impuestas en tiempos anteriores
con relación a los cristianos. Que cada uno que aquellos que tengan un deseo común
de seguir la religión de los cristianos pueda desde este momento libremente e
incondicionalmente proceder a observar dicha religión sin ninguna molestia ni
desasosiego”.
El rescripto salió para
asegurar un tratamiento imparcial para todos. Ninguna diminución debe ser hecha
en honor de ninguna religión. Pero el más fuerte de los sabores a favor de los
cristianos en visto en las instrucciones de restaurar todas las propiedades de
los cristianos que habían sido confiscadas durante la persecución. Esto aplicaba
a las propiedades que pertenecían a personas como a iglesias y sin importar
quien fuera el dueño actual de las mismas, quien podía aplicar a la compensación
del estado.
Al implementar estas reglas el
gobernador estaba dando a los cristianos su más efectiva intervención asegurando
que los términos fueran publicados para todos.
“Estas acciones, Constantino y Licinio concluyeron, asegurarían que el favor divino hacia el
imperio el cual hemos experimentado en muchos asuntos, debería continuar por
todo el tiempo para que nos de prosperidad y éxito junto con felicidad para el
estado”.
Significación del Edicto.
En realidad, los temas de Constantino
en el imperio oeste ya estaban disfrutando la tolerancia y prosperidad que este
rescripto esperaba. De todas maneras la significación del edicto las mantenía inmovibles.
Solo unos meses antes
Constantino se había vuelto el primer emperador romano en echar suerte con el
cristianismo. A pesar de que el edicto de Milán decretó la paridad estricta
solo para los cristianos, junto con otros religiosos, retrospectivamente se podía
leer entre líneas el inicio de las cosas que este edicto traería consigo. Antes
del final del siglo IV, el cristianismo ortodoxo se había vuelto la única religión
oficial del imperio romano.
Para la cristiandad los cambios
eran momentáneos. Hasta nuestros días las iglesias y el estado perpetuarían su
hermandad algo que se hizo visible en el siglo IV. Mientras tanto, algunos
cristianos independientes han considerado la revolución constantiniana como la caída
del cristianismo, una caída casi tan tenebrosa como la caída de Adán y Eva.
Una cosa es clara: la
tolerancia incondicional para todos decretada en Milán no duraría mucho, ni
siquiera prevalecería por siglos. Los nobles sentimientos del rescripto de
seguro captan nuestra atención hoy sencillamente por esta razón que hemos
expuesto.
No comments:
Post a Comment