Saturday, January 13, 2018

La muerte negra inspira a Zwinglio a escribir el himno de la plaga







            Zwinglio estaba en unas vacaciones en agosto de 1519, cuando la muerte negra se diseminó en Zúrich. Aunque todavía estaba cansado de tanto trabajo, canceló sus vacaciones y regresó a la ciudad a ministrar a las víctimas. Al poco tiempo él mismo se contagió y casi muere. Pero su obra no estaba aún terminada, Zwinglio se recuperó. Su famoso “himno de la plaga” recuenta su sentido de confianza y luego su gozo al recobrar su salud. Las estrofas de la 1 a la 4 fueron escritas cuando la enfermedad le golpeó, las estrofas de la 5 a la 8 cuando su salud se deterioró. Al recuperarse terminó las cuatro estrofas finales.

            (Aquí una traducción del himno)

            Ayúdame, oh Señor,
            Mi fortaleza y mi roca;
            Aunque a la puerta
            Escucho el tocar de la muerte.

            Eleva tu glorioso brazo
            Que una vez fue perforado por mí,
            Y que la muerte conquistó.
            Y a mí me liberó

            Y si aún tu voz
            Al mediodía de la vida
            Reclama el alma mía
            Entonces yo obedeceré

            En esperanza y fe
            A la tierra yo renuncio
            Con la seguridad en los cielos
            Porque a ti pertenezco

            Mi dolor se acrecienta;
            Apresúrate en consolarme;
            Porque el temor y la aflicción
            Arremeten contra el alma y el cuerpo.

            La muerte está a la puerta
            Mis sentidos se desvanecen
            Mi lengua enmudece
            Ahora, Cristo, permanece

            Aunque Satanás se esfuerza
            A arrebatar su presa;
            Siento su garra
            Pero, ¿me he de rendir?

            Él no me daña,
            No temo la pérdida
            Porque aquí reposo
            Debajo de tu cruz

            ¡Mi Dios! ¡Mi Señor!
            Sanado por tu mano.
            Sobre la tierra
            Una vez más me paro.

            No permitas que el pecado
            Reine más sobre mí
            Mi boca ha de cantar
            Solo y solo a ti

            Aunque ahora retrasada
            Mi hora ha de venir
            Envuelta, tal vez
            En profunda penumbra

            Pero, ¡que venga!;
            Con gozo me levanto
            Y cargo mi yugo         

            Directo a los cielos.

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