Zwinglio estaba en unas vacaciones en
agosto de 1519, cuando la muerte negra se diseminó en Zúrich. Aunque todavía
estaba cansado de tanto trabajo, canceló sus vacaciones y regresó a la ciudad a
ministrar a las víctimas. Al poco tiempo él mismo se contagió y casi muere. Pero
su obra no estaba aún terminada, Zwinglio se recuperó. Su famoso “himno de la
plaga” recuenta su sentido de confianza y luego su gozo al recobrar su salud. Las
estrofas de la 1 a la 4 fueron escritas cuando la enfermedad le golpeó, las
estrofas de la 5 a la 8 cuando su salud se deterioró. Al recuperarse terminó
las cuatro estrofas finales.
(Aquí una traducción del himno)
Ayúdame, oh Señor,
Mi fortaleza y mi roca;
Aunque a la puerta
Escucho el tocar de la muerte.
Eleva tu glorioso brazo
Que una vez fue perforado por mí,
Y que la muerte conquistó.
Y a mí me liberó
Y si aún tu voz
Al mediodía de la vida
Reclama el alma mía
Entonces yo obedeceré
En esperanza y fe
A la tierra yo renuncio
Con la seguridad en los cielos
Porque a ti pertenezco
Mi dolor se acrecienta;
Apresúrate en consolarme;
Porque el temor y la aflicción
Arremeten contra el alma y el
cuerpo.
La muerte está a la puerta
Mis sentidos se desvanecen
Mi lengua enmudece
Ahora, Cristo, permanece
Aunque Satanás se esfuerza
A arrebatar su presa;
Siento su garra
Pero, ¿me he de rendir?
Él no me daña,
No temo la pérdida
Porque aquí reposo
Debajo de tu cruz
¡Mi Dios! ¡Mi Señor!
Sanado por tu mano.
Sobre la tierra
Una vez más me paro.
No permitas que el pecado
Reine más sobre mí
Mi boca ha de cantar
Solo y solo a ti
Aunque ahora retrasada
Mi hora ha de venir
Envuelta, tal vez
En profunda penumbra
Pero, ¡que venga!;
Con gozo me levanto
Y cargo mi yugo
Directo a los cielos.
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