¿Fue el rebelde Martín Lutero libre de disidencia? Un concilio alemán dictó una sentencia.
Una compleja constelación de eventos y circunstancias dominaban Europa en
las dos primeras décadas del siglo XVI. El redescubrimiento y estudio de la
cultura cristiana y romana. El descubrimiento y la exploración de un nuevo
mundo no europeo expandieron el comercio y guiaron el mundo a lo que después fue
llamado “capitalismo”. El Sacro Imperio Romano, una relación simbiótica entre
las reglas espirituales y temporales, el papa y el emperador, estaban siendo
amenazadas por una invasión masiva de musulmanes guiados por los sultanes
turcos. Por otra parte, la unidad de la cristiandad estaba peligrando debido al
rápido crecimiento del movimiento de la reforma iniciado por Martín Lutero. En
esta turbulenta era, la dieta (asamblea) llevada a cabo en Worms en 1521 era un
intento de preservar esta unidad.
Presiones para la dieta
La política y la religión se habían convertido en compañeros de cama en
Alemania. La “Bula Dorada” de 1356 había provisto para la elección de un
emperador por mayoría de votos de cuatro príncipes seculares y tres eclesiásticos.
Dos años antes la dieta de Worms, el elector Federico el Sabio dio el voto
decisivo a favor de Carlos I de España a que se convirtiera en Carlos V, Santo
Emperador Romano. Lutero era el sujeto de Federico, así, cuando el papado se
movió a silenciarlo, Federico insistió en que su profesor, una creciente atracción
de la universidad de Wittenberg, nuevamente fundada por Federico, debía ser
escuchado en suelo alemán y tratado justamente.
Como resultado, Lutero tuvo una audiencia frente al cardenal en Augsburgo
en 1518, y pudo debatir el hecho de la autoridad papal en un evento público en
la universidad de Leipzig en 1519. Además fue autorizado a publicar sus ideas
acerca de la reforma de la iglesia en 1520 a través de su famoso tratado “La Cautividad Babilónica de la Iglesia”
una punzante crítica del sistema jerárquico de los sacramentos y “La Libertad de los Cristianos” la exposición
de la postura liberada de las ataduras de la iglesia reclamando tener una
estructura inerrante.
En 1520, Roma amenazó con excomulgar a Lutero a menos que se retractara,
pero el profesor de Wittenberg se rehusó. La carta con la amenazante excomunión
fue quemada en una hoguera escenificada por estudiantes y la facultad en
diciembre. La actual excomunión de Lutero por la bula papal en enero de 1521
solo sirvió para aumentar la oposición hacia Roma. Bajo presión por el elector
Federico y otros príncipes, el emperador Carlos V estuvo de acuerdo en escuchar
a Lutero en Alemania en una dieta programada para ser convocada en Worms en la
primavera de 1521.
Procedimientos de la dieta
Roma esperaba que la dieta rechazara la causa de Lutero, así aliviando la
tarea de un concilio general de obispos, dirigidos por el papa, quien podría lidiar
con los problemas religiosos que se estaban levantando. Virtualmente toda
Alemania estaba apoyando a Lutero. Como el representante papal de la dieta,
Jerónimo Meander, lo puso en su mensaje secreto a Roma “el noventa por ciento del pueblo está gritando ¡Lutero! Y el otro diez
por ciento está gritando ¡Muerte a la Corte Romana!”
Lutero apareció frente a la dieta el 17 de abril a las 4:00 PM, después de
un triunfante viaje desde Wittenberg. El silencio descendió en la sala donde la
dieta estaba teniendo lugar. Un representante del emperador pidió a Lutero
responder dos preguntas: ¿Estaba de acuerdo en que los libros que habían sido traídos
a la dieta tenían su nombre y habían sido escritos por él? ¿Seguiría apoyando
estos libros o se retractaría de cualquier cosa escrito en ellos?
Lutero pidió tiempo para reflexionar antes de contestar, y se le fueron
concedidas veinticuatro horas. El 18 de abril, a las 6:00 PM Lutero dio su
famosa respuesta.
“A menos que sea convencido por el testimonio de las Escrituras o por la razón clara (ya que no confío ni en el papa, ni en un mero concilio, ya que es bien conocido que estos han errado varias veces y se han contradicho ellos mismos), estoy atado a las Escrituras que he citado, porque mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios. No puedo y no me retractaré de nada ya que el actuar en contra de la conciencia de uno ni es seguro ni correcto. No puedo hacer otra cosa. Aquí estoy, que Dios me ayude.”
El próximo día, el emperador de diecinueve años llamó a Lutero un “notorio
hereje” que debería ser silenciado. Una sesión de grupo de la dieta aprobó el
edicto de condenación el 26 de mayo. El edicto llamaba a Lutero un criminal que
había cometido alta traición; este demandaba la captura de Lutero y sus discípulos
y los condenaba como demonios en apariencia de hombre y debería ser exterminado
como el líder de una tan notoria herejía.
En breve, Lutero fue condenado a muerte aunque en rebeldía, ya que había sido
persuadido a escapar de Worms antes. El elector Federico preparó un “secuestro”
de Lutero mientras iba de regreso a casa y lo escondió en Wartburg en su
castillo en Thuringia. Lutero permaneció allí hasta marzo de 1522 cuando la
inquietud lo llevó a regresar a Wittenberg.
Consecuencias prácticas de
la dieta
La dieta de Worms reveló dos puntos de vista del mundo radicalmente
diferentes: Carlos V, armado con armas poderosas de la prohibición eclesial y
el edicto imperial personificó la autoridad institucional; Lutero se mantuvo
firme por la Palabra de Dios como es revelada en la Santa Escritura, la cual
promete libertad de todas las ataduras humanas, incluyendo la muerte. Lutero resumió
su punto de vista en dos proposiciones aparentemente contradictorias: “un
cristiano es completamente libre de todo sujeto a nada, y un cristiano es
completamente siervo de todo sujeto a todo”. Para Lutero, la fe en Cristo
libera al humano de sus justicias humanas atándolas a la justicia de Cristo. Los
creyentes están sujetos no a poderes humanos, aunque deben servir a sus prójimos
en necesidad como su fueran sus esclavos.
La disidencia de Lutero en Worms fue un testimonio de la libertad
cristiana. Las disidencias subsecuentes han sido algunas veces sujetas a
asuntos que tienen que ver con los derechos humanos como la libertad de expresión.
Lutero pudo o no haber estado de acuerdo con estas nociones. Es claro, de todas
maneras, que él se aferró al mandamiento bíblico de no honrar otro poder que no
sea el de la Palabra de Dios.
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