Si Jesús era totalmente divino, ¿Cómo podía al mismo tiempo ser totalmente humano? El papa León el Grande guio un concilio crítico para aclarar la respuesta.
Quizás la historia más conocida
acerca de León el Grande, obispo de Roma desde 440 hasta 461, es su encuentro
con Atila el huno en 452 dC. Atila y su ejército de hunos marchaban a Roma. El
emperador romano y el senado buscaron disuadirle de atacar la ciudad, así que
mandaron una embajada de líderes romanos incluyendo a León, quien se encontró
con Atila y resolvió disuadirle de zaquear Roma.
Esta historia ha adquirido una
legendaria acreción que magnifica el papel de León e introduce elementos de lo
supernatural en la historia. Pero en lo que si esta historia está completamente
en lo cierto es en la personalidad formidable de León, uno de los más
imponentes de los obispos de Roma. Otra de sus grandes hazañas fue la
intervención en el concilio de Calcedonia.
Preguntas Complicadas.
Un asunto teológico central en
los primeros siglos fue el hecho de la persona de Cristo: ¿En qué sentido
Cristo era Dios? Al principio del siglo IV Arrio dijo que solo el Padre era
totalmente Dios. En respuesta, el concilio de Nicea proclamó la total deidad de
Cristo. Pero si Jesús era totalmente Dios ¿Cómo podía al mismo tiempo ser
totalmente humano? De hecho, ¿Lo era? Si lo era, ¿Cómo podía una persona ser al
mismo tiempo Dios y hombre? ¿Era entonces Cristo una persona? Estas y otras
preguntas como estas irían a dominar los debates teológicos griegos por los
próximos tres siglos y medios.
El concilio de Calcedonia en
451 dC, vino en medio, no al final, de estos debates. Este concilio marca un
punto significante en el cual cuatro asuntos cruciales con relación a la
persona de Cristo son clarificados:
·
En contra de Arrio, la total divinidad de Cristo
es afirmada.
·
En contra de Apollinario, la total humanidad de
Cristo es afirmada.
·
En contra de Nestorio, es afirmado que Cristo es
una persona.
·
En contra de Euticles, es afirmado que la deidad
de y la humanidad de Cristo permanecen vigentes y una no opaca a la otra.
El concilio de Calcedonia fue
ocasionado por las enseñanzas de Euticles, el último de estos cuatro herejes.
Euticles era un anciano monje quien estaba teológicamente fuera de sus cabales,
más que teológicamente errado. Fue condenado en Constantinopla por haber negado
que Cristo era totalmente como nosotros y por haber opacado la unión de las dos
naturalezas de Cristo. Su humanidad y su deidad.
El tomo de León.
León escribió un tomo, un
tratado teológico condenando a Euticles. Pero la manera oriental de resolver un
asunto mayormente teológico era convenir a un concilio general de obispos. Uno
se llevó a cabo en el 449 dC, en Éfeso, y tomó una posición diferente de la de
León, ya que su tomo no fue leído en el concilio. Los líderes de oriente, con
una mentalidad que querían deponer a León. León llamó a esta unión un “sínodo
de ladrones” y trató de revertir el daño, sin éxito alguno.
Al año siguiente, el emperador
cayó de su caballo y murió. Su sucesor favoreció el enfoque de León, y otro
concilio fue convocado, el cual fue realizado en Calcedonia en el 451 dC. León
no participó en persona, pero envió sus representantes. Este concilio revirtió
las decisiones de Éfeso y condenó a Euticles. El tomo de León fue leído y
aprobado, aunque con algún recelo. Algunos obispos querían terminar ahí pero el
emperador insistió sobre una confesión de fe para unificar el imperio. Así fue
como nació la definición de Calcedonia.
La definición afirmó que Cristo
es “totalmente Dios”, “perfecto en su deidad” el Hijo de Dios quien fue “engendrado
del Padre antes de los tiempos.” También es además “totalmente hombre”,
“perfecto en humanidad” y nació de la virgen María. La deidad y la humanidad
“no están partidas o divididas en dos personas” sino que Cristo es “una sola
persona y un solo ser” ni tampoco su deidad y humanidad se opacan entre sí. “La
diferencia de naturalezas [divina y humana] en ningún modo es quitada por la
razón de la unión, sino más bien, las propiedades de cada una de las
naturalezas se conservan”. Así Cristo es revelado en dos naturalezas sin
confusión, sin cambio, sin división, sin separación.”
Efecto Dinamita.
El emperador intentó con la
definición unificar el imperio. Pero su verdadero efecto fue más como una
explosión de dinamita. Grandes regiones del este no aceptarían el concilio de
Calcedonia, tales como las iglesias coptas en Egipto y Etiopía. La iglesia
oriental se dividió en dos formas que todavía hasta hoy persisten. Varios
intentos fueron llevados a cabo para resolver el conflicto, que llevaron a
futuros conflictos en 553 y en 880 y 881. Pero el emperador del oriente, en
Constantinopla, enfrentó un dilema fundamental. Él podía unir el este negando
el concilio de Calcedonia, pagando el precio de perder comunicación con el
oriente. Alternativamente, podía mantener la unión con el oeste apoyando a
Calcedonia, pero a costo de la unión del este. Al final, el conflicto terminó
porque las iglesias que estaban en disputa se encontraban en áreas que vinieron
a estar bajo el control musulmán. Hoy en día, los dos lados se han ido
acercando cada vez más.
La definición de ha sido sujeto
de considerables críticas en los últimos doscientos años. La manera en la que
esta se expresa es un poco incorrecta. Pero su condenación de las cuatro herejías
básicas es una contribución persistente y de valor incalculable.
La declaración del concilio
permanece siendo de considerable relevancia ya que el enfoque de Nestorio está
vigente aun en algunos círculos liberales Cristológicos que hablan de Jesús
como un hombre con una relación especial con Dios, en vez de ser Dios
totalmente encarnado. Por otro lado, muchos que se enorgullecen en apoyar un
punto de vista conservador piensan en Cristo teniendo una sola naturaleza la
cual es tanto divina (el error de Apollinario) o una mezcla de humana y divina
(el error de Euticles).
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