Sunday, November 23, 2014

¿Por qué Wesley todavía sigue dominando los himnarios de nuestros días?








Dos siglos y algo después ¿Cuál es el secreto de Carlos Wesley que hace que su fama no se desvanezca?


Carlos Wesley ha sido llamado “el más dotado e incansable escritor de himnos que Inglaterra haya conocido”. Escribió más himnos, probablemente, que cualquiera antes o después, con excepción quizás de Fanny Crosby.
Frank Baker ha calculado que Carlos Wesley escribió, como promedio, diez líneas de verso diario por cincuenta años. Debió haber escrito cerca de diez mil himnos o poemas cristianos. “Los Selectos Poemas de Juan y Carlos Wesley”. Pero mayormente de Carlos, llenan trece volúmenes y muchos de estos han sido ya publicados.
En el mundo de habla inglesa, probablemente se cantan himnos de Carlos Wesley más seguido de los que se cantan himnos de cualquier otro compositor de himnos. Y mucha de la cantidad de estos himnos son muy útiles. En muchas maneras sus himnos son indispensables en la adoración. ¿Qué sería de una navidad sin “Se Oye un Son en Alta Esfera”? y ¿qué sería de una etapa de un domingo de Resurrección sin “Al Cristo Vivo Sirvo”?
O piensa en estos grandes himnos de adoración universal y discipulado cristiano: “Oh Quien Tuviera Lenguas Mil” “Cristo Tú Me Has Amado” “Oh Padre Eterno Dios”  y otros muchos más.
Estos himnos tienen doscientos años y algo. Y todavía se siguen cantando hoy. Espero sugerir diez atributos que Carlos Wesley tenía que de alguna manera explican la razón por la que este escritor trasciende sus días y llega hasta hoy.

Don natural para los versos.
El don natural de Carlos venía de su familia, como muchas veces suele ocurrir. Su padre, Samuel Wesley escribió himnos. Todos los tres hijos escribieron himnos para la adoración y, según el himnólogo John Julián, una de sus hijas, Mehetabel, escribió la mejor poesía de la familia (con la posible excepción de Carlos Wesley). Juan Wesley fue un incomparable traductor de himnos, del alemán, francés y español, y escribió himnos originales también.
Carlos no fue, sin embargo, un músico de músicos. Erick Routley dijo que Carlos fue probablemente más músico que su hermano Juan. Aun así los hijos músicos de Carlos Wesley atestiguaron que su padre tenía un oído musical y poeta al mismo tiempo.
Una vez en un servicio de predicación al aire libre de Carlos (quizás en Plymouth, Inglaterra, en junio de 1746) fue arduamente saboteado por unos campesinos borrachos (algunos dicen que eran soldados) cantando una canción obscena llamada “Nancy Dawson”. Carlos incluso dirigiendo su mensaje memorizó la letra y la melodía y escribió ocho líneas en versos, probablemente durante la noche con la misma tonada. La próxima vez que los borrachos cantaron “Nancy Dawson”, los metodistas pudieron asociar su letra con las palabras de Carlos Wesley:

Figuran en la causa del pecado,
¿Por qué debería un bueno ser malo?
Música, hay de mí que durante mucho tiempo he sido.
Presionado a obedecer al diablo:
Borracho, lascivo o luz de laico
Fluyó a la ruina del alma,
El camino amplio cubierto con flores.
Que llevan a la ruina eterna.

Entrenamiento Clásico.
Presionado por el dinero, incluso prisionero por las deudas, el padre de Carlos, todavía determinado a darle a sus hijos la mejor educación que su dinero podía comprar. Carlos entró en Westminster, una escuela prestigiosa. Sus hijos cantaron en el convento de Westminster. Carlos con el paso del tiempo se hizo el capitán de la escuela.
Aquí, Carlos ganó un amplio conocimiento no solo en griego y latín, pero también en la gramática del lenguaje en sí mismo. Un ejemplo de este clásico entrenamiento se puede ver en los himnos “Estad Por Cristo Firmes”. Donde en inglés tiene estas letras “And take, to arm you for the fight the panoply of God”. La palabra panoply no está en el idioma original de Carlos Wesley. ¿De dónde Carlos tomó esto?
Esto salió de Efesios 6 en el Nuevo Testamento griego panoplivan “toda la armadura”. O Carlos tenía el Nuevo Testamento griego abierto delante de él, lo más probable, todo el pasaje lo había memorizado en griego.

Inclinación Literaria.
La razón por la que hay tantos himnos de Carlos Wesley es porque los versos fueron su forma ordinaria de autoexpresión. El escribió versos para cada ocasión: Siete Odas en la Victoria de Culloden, en octubre de 1746; dos colecciones completas en el terremoto de 1750. Escribió para el cumpleaños del rey, para los obispos mundanos, canciones que rimaban para los cuidados de niños, en el cumpleaños de Handel, para los votantes de Middlesex, para las brujas, para el primer ministro, en tiempos de viaje.
El verso le venía tan naturalmente como su respiración. Robert Bridges hubiera hecho bien en recordar esto antes de anexar su insultante nota al pie en su libro “Discurso práctico a algunos de los principales himnos que cantamos” “Los dos Wesley entre ellos escribieron trece volúmenes en octavas, de unas cuatrocientas páginas cada uno, llenos de himnos impresos. Uno desearía que Carlos Wesley al menos hubiera en vez de ensartar todas estas poesías, concentrar todos sus esfuerzos en producir solo lo que hubiera sido digno de su talento y útil para posteridad.”


Experiencia de perdón.
Carlos hubo escrito himnos, de hecho versos de casi todo tipo, antes de su conversión en 1738. En Georgia en 1736, la esposa del general Oglethorpe se refirió a los muchos himnos dulces de Carlos Wesley. Pero la nueva canción comenzó a partir de su experiencia de conversión hace más de doscientos cincuenta años.
Juan y Carlos habían regresado de su breve y desastrosa misión en Georgia. Habían sido traídos a un nuevo tipo de contacto cercano con una nueva forma de religión personal a través de reuniones con cristianos Moravos (Juan había traducido varios de sus himnos). Cuando el barco que los traía de regreso a casa se iba acercando a las costas de Inglaterra, Juan dijo: Fui a Georgia a convertir a los indios, pero, ¿Quién me convertirá a mí?
Todos conocemos los escritos en el diario de Juan que describen su experiencia en Aldersgate, como el sintió su corazón “extrañamente caliente”. Lo que no es tan conocido es que Carlos había atravesado una experiencia similar apenas tres días antes.
Él estaba incómodo, quedándose en Londres, en casa de un pobre e ignorante mecánico, llamado Bray. Incómodo y dedicado a la oración, escuchó una voz que decía “en el nombre de Jesús de Nazaret, levántate y cree y se sanado de todas tus enfermedades”. Esta fue de hecho la voz de la hermana del señor Bray, quien había sido enviada en sueño a decir estas palabras. Carlos salió de la cama y abriendo su Biblia, leyó en el Salmo “Él ha puesto una nueva canción en mi boca, alabanza sea a nuestro Dios” y seguidamente leyó el primer verso de Isaías 40. “Confortaos pueblo mío, dice el Señor tu Dios”. Y luego escribió en su diario “Ahora me siento en paz con mi Dios y me gozo en la esperanza de amar a Cristo”
Dos días después comenzó a escribir un himno basado en su conversión, pero lo rompió por temor al orgullo. Luego fue animado a continuar, terminó el himno, y lo cantó el próximo día en compañía de sus hermanos que habían traído de las calles de Aldersgate un grupo de personas diciendo que creían. El himno, casi seguramente fue el conocido en inglés con el nombre: “Where Shall My Wondering Soul Begin?”
J. E. Rattenbury, el historiador metodista, describe vívidamente la escena cuando se cantó por primera vez este himno, en su estudio crítico, La Conversión de los Wesley.
“no se habían escrito unos versos tan extrañamente proféticos. Como podía este pequeño hombre enfermo imaginar, como parece haber sido, los hombres y las mujeres a quienes Carlos y su hermano apelarían en el futuro. Nadie ha imaginado antes un campo así de predicación. El cuarto de enfermo debió haberse poblado con fantasmas del futuro cuando Carlos Wesley escribió el preludio del gran avivamiento. Nada en la historia del metodismo es más atractivo que la visión de estos dos pequeños hombres, con una expresión gozosa en sus caras, cantando en un cuarto de enfermos un dueto evangélico…”
Hay un secreto esencial en la calidad intemporal de Carlos. El canta de la experiencia más fundamental en le vida cristiana. El perdón de pecados.

La mente centrada en las escrituras
Esta fue la más alta alabanza que Juan Wesley pudo dar a los himnos de su hermano: estos eran bíblicos. Frank Baker compara sus versos “con una enorme esponja, llena hasta saturarse con palabras bíblicas, comparaciones bíblicas, metáforas bíblicas, historias bíblicas, temas bíblicos.”
La hermana Benedicta de la comunidad Fairacres en Oxford concluye que los himnos de Wesley “no son emocionales ni sentimentales instancias de entusiasmo conectadas con un momento de experiencia personal: son el uso controlado y dirigido de la emoción combinada con un fuerte entendimiento doctrinal, el cual está instintivamente dentro de las líneas fundamentales de la tradición cristiana. Los Wesley estaban comprometidos con el significado exacto y literal de las palabras de la Escritura”.
La Escritura permanece, y siempre permanecerá, el fundamento en el cual nuestra fe está construida. Los himnos que son bíblicos están por lo tanto en camino a trascender a todo tiempo.

Corazón Pastoral.
Carlos tenía su completa medida de empatía. Lo podemos ver ministrando en las celdas de los condenados en Newgate, una prisión barbárica de Londres, pocas semanas después de su conversión. Esta es una abreviada versión del diario de Carlos de 1738:
Miércoles, 12 de julio. Prediqué en Newgate a los delincuentes condenados, y visité a uno de ellos en su celda, enfermo de fiebre, un pobre negro que había robado a su señor. Le hablé de uno que descendió del cielo a salvar los pecadores, y a él en particular; describí los sufrimientos del Hijo de Dios, sus heridas, sus agonías, y su muerte. El escuchó con todos los signos de apremiante asombro… mientras lloraba dijo: ¡Qué! ¿Fue esto por mí? ¿Sufrió Dios todo esto por una criatura tan pobre como yo? Le dejé esperando por la salvación en Dios.
Toda esa semana su ministerio continuó: ese hombre se convirtió, seguramente, el primer metodista negro convertido. El martes en la noche Carlos, con su amigo Bray, estaba encerrado en una de las celdas con los hombres que iban a morir al día siguiente.
Carlos fue con ellos en el carro hasta Tyburn. Cuerdas fueron amarradas alrededor de sus cuellos y el carro fue quitado con el objetivo de dejar a los condenados colgando en sus lazos. Carlos escribió: Todos estaban alegres, llenos de tranquilidad, paz y triunfo; seguramente persuadidos de que Cristo había muerto por ellos, y esperaban que Cristo los recibiría en el paraíso… el negro… me saludó con su mirada. Tan a menudo como sus ojos se encontraban con los míos, sonrió con el más sereno placer que alguna vez haya visto.
Les dejamos yendo a conocer a su Señor, listos para el Novio. Cuando el carro fue quitado ninguno se movió o luchó por salvar su vida, sino que sumisamente entregaron sus espíritus. Exactamente a las doce ya habían muerto. Hablé unas dulces palabras a la congregación; y regresé, lleno de paz y confianza en la felicidad de nuestros amigos. Esa hora bajo la horca fue la hora más bendecida de mi vida.
Esta fue seguramente la clase de experiencia que dejaría una marca en la vida del joven ministro con un corazón pastoral. Por veinte años o más Carlos tomó su pedazo de terreno en el campo de la predicación y el cuidado del seguimiento Metodista. Carlos escribió y cantó sus himnos entre las congregaciones. Entendió el pueblo para quienes los himnos habían sido escritos.




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