Tuesday, July 22, 2014

Siguiendo las pistas de los primeros cristianos.






¿Hasta que punto podemos hoy imitar las práctias de adoración de la iglesia primitiva?

Muchas prácticas de adoración que encontramos en las páginas del Nuevo Testamento y en la cristiandad primitiva son tentadoramente oscuras ¿Por qué los cristianos eran bautizados para la muerte? ¿Por qué a las mujeres se les requería cubrirse su cabeza? ¿Por qué los creyentes se lavaban los pies los unos a los otros? ¿Qué es lo que hacemos hoy en día de esas prácticas? ¿Debemos continuar haciéndolas?
Muchas son claramente obligatorias, o totalmente descritas como válidas, en el Nuevo Testamento. Pero aun así descubrimos muchas de ellas difíciles de practicar en nuestra contemporánea adoración.
Algunas veces nuestro problema es falta de conocimiento. Mucha de la descripción de la adoración en el Nuevo Testamento da la impresión de que las prácticas de adoración eran desarrolladas, a propósito, desarrolladas por las necesidades del momento.
Algunas veces no conocemos la intensión de los varios significados de las prácticas de adoración ni sus ocasiones. Pero otras veces podemos leer los textos muy claramente. La pregunta es ¿Qué principio es ilustrado y puesto en vigor? Para que podamos genuinamente rompernos la cabeza en el por qué los primeros cristianos practicaros ciertos ritos y si podemos y debemos o como seguir su ejemplo.

El lavamiento de los pies.
Podemos tomar como un caso que nos pueda ayudar la práctica del lavado de pies. Esta práctica es prescrita en el Nuevo  Testamento y es observada en las comunidades tempranas de los cristianos. Aun cuando ha sido tanto practicada y negada en las iglesias de hoy en día. ¿Debería el lavamiento de pies ser parte de nuestra adoración hoy?
El Nuevo Testamento apoya el lavamiento de pies en Juan 13:4-5; 12-15, cuando se narra el evento de Jesús lavando los pies a sus discípulos en la escena de la última cena.
Lavar los pies de los discípulos refleja una civilización que conocía solo calles y caminos no pavimentados, sandalias con los dedos al descubierto y un clima que agravaba los pies de los cansados viajeros. Lavar los pies era una señal de hospitalidad para los visitantes tanto de Israel como del mundo greco-romano (Lc. 7:44; 1 Ti. 5:10)
Los cristianos primitivos preservaron esa práctica como parte del bautismo o incluso como dentro de la misma fórmula bautismal. Ambrosio el obispo de Milán alrededor del 380 dC, enseñaba que así como los pecados de una persona eran lavados por el bautismo, el lavamiento de los pies quitaba el pecado hereditario de Adán. La iglesia católica romana (con el orden litúrgico de la iglesia) ha preservado el lavamiento de pies con algunos significados modificados cuando lo celebran los lunes y los jueves.
Aunque los protestantes rechazan el razonamiento sacramental el lavamiento de pies ha continuado entre grupos pietistas alemanes y las denominaciones anabaptistas como la Iglesia de los Hermanos y algunos adventistas, La santidad, y las iglesias pentecostales. Estas toman su postura en las palabras del Señor “yo les he dado ejemplo, para que hagan conforme yo he hecho con ustedes” el lavamiento de pies es para ellos tanto una obediencia como una lección de humildad.
Lo misterioso  no es que muchos cristianos continúen esta práctica, sino que nunca ha sido tan prominente en la iglesia como lo ha sido la comunión. El lavamiento de pies es mandado por el Señor, quizás, con más autoridad que la comunión. En los terrenos de la lógica y la claridad el caso es aparentemente irrefutable. ¿Por qué entonces la mayoría de los cristianos observan el mandamiento del partimiento del pan y la copa en la cena, y el del lavamiento de los pies como una ordenanza que no hay que cumplir?

El trasfondo cultural.
Primero, hay un único establecimiento cultural para la ceremonia del lavamiento de los pies, nuestros pies no se ensucian ni se manchan en las condiciones de los modernos caminos y carreteras. Lo mismo no sucede para la Eucaristía, ya que tomar el pan y el vino, o el comer o el beber son aspectos universales a cualquier cultura. Para algunos el pan y la copa son elementos apodados, ya que son elementales para toda la vida.
Segundo, muchos creen que lo que Jesús intentaba en realidad decir con “ejemplo” significa para los discípulos más tarde algo más que lavado en agua en los servicios de la iglesia. Jesús estaba simbolizando dramáticamente el Espíritu que dirigía tal acto, lo cual era una disposición a servir a aquellos que necesitan asistencia. Ellos podrían comparar el mandamiento de Jesús en el lavamiento de los pies los unos a los otros con las palabras de Pablo acerca de mostrar bondad hacia los demás con alegría (Ro. 12:8) y desarrollar labores de humildad para el seguimiento cristiano (1 Ti. 5:10).
Podemos desechar del Nuevo Testamento varias prácticas misteriosas, muchas llevan un elemento de prescripción, el texto del Nuevo Testamento indica que ciertas prácticas podían o tenían que ser hechas. Y en cada una de ellas hay cuestiones vitales en juego.
Al mismo tiempo, para cada práctica hay un contexto cultural que necesita ser respetado, las directivas eran particularmente necesarias e inteligibles en esa era cuando la iglesia comenzó.
Hoy, las iglesias debatirán como y cuando tales prácticas deben ser observadas, algunos cristianos seguirán la forma de las prácticas primitivas, otros buscarán en cada una de ellas el principio universal. En cada acercamiento los principios se mantienen y son tan válidos y obligatorios como siempre han sido.

Lavando el alma mientras lavamos los pies.
El bautismo hoy muchas veces significa, rociar agua sobre la cabeza. En un tiempo, para algunos cristianos esto significó el lavamiento de pies.
Muchos cristianos primitivos practicaron en bautismo por inmersión, pero una minoría tomó su significado de Juan 13:10, ellos creyeron que el bautismo a través del lavado de los pies producía la necesidad de lavar la cabeza y las manos. Esta idea comenzó en Siria y se expandió al oeste para finales de los años 100 dC, Ireneo, el obispo de Lyon, conjeturó     que Jesús durante su descenso al infierno purificó los muertos a través del bautismo y del lavamiento de los pies. Nadie estaba de acuerdo en el valor sacramental del lavamiento de los pies para los años 300 dC, el rito era muy controversial un importante concilio de la iglesia lo sacó de la ley. Para finales del siglo IV, aunque Ambrosio el obispo de Milán defendía el significado bautismal del lavamiento de pies. En el periodo medieval temprano el lavamiento de los pies fue visto como un ejemplo supremo de humildad. Y el rito fue movido a los lunes y los jueves, la noche que se conmemoraba la última cena.

Hoy, varios grupos protestantes sostienen el lavamiento de los pies en alta estima. Los adventistas del séptimo día a diferencia de Ambrosio creen que el bautismo representa la justificación hecha una vez y por todas, y el lavamiento de los pies la santificación que va en aumento cada día, algunos aun ven la ordenanza como un bautismo en miniatura.

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