Saturday, December 29, 2018

El fuego que inició los comienzos del Anabaptismo

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“Anabaptista” fue el apodo que le dieron a un grupo de cristianos en el siglo XVI. Este nombre simplemente significa: los que bautizan otra vez o los rebautizadores. Una persona no podía tener un apodo más sucio que este en el siglo XVI en la Europa Cristiana. Para sus enemigos, los anabaptistas eran considerados un movimiento peligroso, una amenaza para la destrucción violenta de las instituciones religiosas y sociales de Europa. Sus prácticas eran consideradas inapropiadas y antisociales. Sus creencias eran tenidas por herejías e inspiraciones satánicas. Para otras personas en otro tiempo el anabaptismo es considerado una antigua curiosidad social, el primero y verdadero movimiento fundamentalista o un movimiento cristiano. Muy resistente y genuino por estar ligado a la tierra y la expresión del duro trabajo y la frugalidad. Aun así, otros lo han considerado como el único protestantismo que realimente se sobrepuso a las perversiones de la iglesia de Roma y trajo el protestantismo a la meta que Martín Lutero, Zwinglio y Juan Calvino nunca pudieron alcanzar. 

El anabaptismo fue un movimiento religioso del siglo XVI que creció y se hizo popular en medio del descontentamiento religioso y social de la época. Su fuente inmediata fue el movimiento de reforma de Ulrico Zwinglio, que comenzó en Zúrich, en 1519. El movimiento comenzó oficialmente en 1525 y se expandió con gran rapidez hacia prácticamente toda Europa, pero especialmente en los países de habla alemana y holandesa de Europa central. 

Nunca fue un movimiento unificado, si por unificado se entiende una liturgia única de iglesia y un liderazgo común. Esto fue intencionalmente evitado dentro del movimiento debido al principio de autonomía congregacional. Debido a la feroz persecución y las barreras geográficas, el movimiento funcionó en la clandestinidad. Existen considerables indiferencias entre los varios grupos anabaptistas con relación a la interpretación de la Escritura, la teología y la práctica de la iglesia. El movimiento en otras áreas logró ciertas unificaciones que son claramente visibles. 

Como la mayoría de los movimientos religiosos de la época, incluyendo luteranos, reformados, anglicanos, el anabaptismo también tiene sus lados oscuros. Debido a la insensatez del literalismo bíblico de San Gal algunas personas literalmente se comportaban como niños jugando con juguetes y balbuceando como bebés, porque de los tales era el Reino de los Cielos. Gracias al lunatismo apocalíptico de algunos Anabaptistas de Turingia, uno de ellos dijo ser el Hijo de Dios. Por sobre todas las cosas no se puede negar el violento terror del “Reino de Dios” en Munster cuando los anabaptistas se volvieron a la violencia y a la opresión. En este último evento los anabaptistas emplearon tácticas de los católicos y los protestantes de toda Europa para la coerción de personas hacia la fe religiosa. Estos y otros son algunos trapos sucios dentro del closet de los Menonitas, pero, aun así, representan la minoría que nunca tuvo mucho apoyo y que fue rechazada por la mayoría de las personas dentro del movimiento. 

Como sus contemporáneos en otros grupos cristianos, los anabaptistas estaban muy seguros de que todos los otros grupos religiosos no heredarían el Reino de Dios sino la irresistible ira de Dios por su terquedad y rechazar la verdad que los anabaptistas habían encontrado. Sus convicciones de que ellos eran la iglesia verdadera eran tan desagradable e injustificada tanto en ellos como en los otros grupos. Los anabaptistas estaban internamente tan divididos como otros grupos debido a la persecución y al rechazo de tomar la espada. 

El concilio de la ciudad de Zúrich había comenzado a atraer sus adeptos. Las intenciones del concilio de continuar no estaban fundamentadas en asuntos bíblicos o doctrinales sino en consideraciones políticas y económicas. Grebel, Manz y otros habían comenzado a creer que la obediencia a Cristo no debería ser medida por la prudencia o el miedo. Sin embargo, ellos habían llegado a la conclusión, después de haber estudiado el Nuevo Testamento, que el nombre de cristiano solo debía ser aplicado a quienes de verdad seguían a Cristo y no a todos los que indiscriminadamente habían sido bautizados. También, negaron que existían alguna diferencia esencial entre los gobiernos cristianos y los no cristianos a raíz de sus roles políticos. Ellos creían que un “gobierno cristiano” no haría una sociedad cristiana. 

Por otro lado, Zwinglio no compartía estos puntos de vista, y esto provocó una ruptura al punto de que Grebel, Manz, y varios otros comenzaron a reunirse entre ellos para estudiar la Biblia. Como otros dos sacerdotes de Zúrich, Wilhelm Reublin y Johannes Broti quienes un hacía un año en 1524 habían comenzado a predicar en contra del bautismo infantil en las aldeas de Witikon y Zollikon en las afueras de Zúrich, este pequeño grupo llegó a la conclusión de que la Biblia no enseñaba en bautismo de infantes. Esta fue la gota que llenó la copa. Zwinglio y el concilio llegaron a la conclusión de que el grupo formado por Grebel y Manz debería ser puesto en su lugar. Se habían convertido en una amenaza para la unidad y la paz de Zúrich. El concilio les ordenó que se guiaran por las leyes del bautismo y les fue prohibido reunirse como grupo. 

Los hombres que se reunieron en la casa de Manz aquella noche de invierno estaban conscientes de la seriedad que implicaba lo que ellos estaban haciendo. Pero a medida que la noche caía, estos se convencían cada vez más de que no tenían otra opción que obedecer a Dios quien les había guiado a este nuevo y peligroso descubrimiento. Y entonces, si el registro de las ancianas crónicas huteritas es cierto, se sintieron obligados a dar el paso necesario para concretar la forma de su obediencia. En medio de oraciones y persecución se bautizaron los unos a los otros y en el mismo momento se encomendaron a construir la iglesia de Cristo en la tierra. 

Esta acción creo misioneros entre el grupo. En los días siguientes otros fueron bautizados, especialmente granjeros de las regiones cercanas a Zollikon. Continuaron reuniéndose para el estudio bíblico y la oración y para celebrar la Cena del Señor. La persecución que estaban esperando se inició de manera casi inmediata. Un número del grupo fue arrestado y puesto en prisión. Después de acoso por tres o cuatro meses por presidio y la amenaza de exilio, la primera iglesia “libre” se desintegró. 

El nacimiento del Anabaptismo

La noche había caído el 21 de enero de 1525, cuando, uno por uno, una media docena de hombres había sido visto furtivamente entrando en una casa en Neustadgasse de Zúrich, cerca de la gran catedral. Tenían razones para estar a escondidas, porque se estaban reuniendo en la clandestinidad y estaban violando la ley que había pasado anteriormente en concilio de la ciudad que prohibía cualquier tipo de asamblea. La razón para esta reunión a puertas cerradas era el estudio bíblico y la oración.

Para entonces las reuniones en grupos para el estudio bíblico eran bastante conocidas en Zúrich. El reformador Ulrico Zwinglio estimuló que teólogos y otras personas de renombre se habían reunido con frecuencia desde 1520. Zwinglio mismo había participado en algunas de estas reuniones. Pero, aunque algunos miembros de estos grupos de estudio estaban presentes esa noche de enero, Zwinglio no estaba. 

Grandes desacuerdos habían surgido entre el grupo que estaba representado principalmente por Conrado Grebel y Félix Manz por un lado y por el otro lado Zwinglio, sobre el papel del concilio de la ciudad en el progreso de la reforma en Zúrich. Zwinglio se había comprometido a dejar que el concilio tomara la iniciativa, ya que él estaba convencido de que el concilio era un concilio cristiano. Esta posición estaba en armonía con el acuerdo de que solo los cristianos podían hacer cambios dentro de la iglesia. 

Desde Suiza al sur de Alemania, Austria y Holanda.

Pero los líderes habían estado ocupados en otros asuntos. Grebel había predicado y bautizado en Schaffhausen y en San Gal; George Blaurock, un exmonje, había ido a Grisons y la región austriaca de Tirol. En mayo de 1525, Éboli Bolt se convirtió en el primer mártir anabaptista. Fue quemado en la estaca por su fe en el cantón de Schwyz. Un año más tarde Grebel murió de la plaga lejos de su casa y en enero de 1527 Manz fue públicamente ejecutado en Zúrich por ahogamiento como consecuencia del crimen de rebautizador. 

Pero al mismo tiempo, dos años después de la formación de la primera congregación, el movimiento se había expandido cientos de millas más allá del lugar donde se había iniciado debido a un increíble celo misionero. Para mayo de 1526 hubo una asamblea anabaptista en Augsburgo bajo el liderazgo del gran dotado Hans Denck. Denck había sido expulsado de Núremberg el 21 de enero de 1525 por sostener las ideas luteranas en dicha ciudad. Aunque pasó todo el resto de su vida como un fugitivo, Denck ejerció una moderada influencia en el movimiento en el sur de Alemania con un énfasis en el amor como la suma de todas las virtudes y su cuidado y retraimiento en juzgar a otros. Denck bautizó a Hans Hut en el verano de 1526. Hut fue uno de los más celosos y exitosos misioneros anabaptistas. Hut fundó iglesias anabaptistas por toda Austria. Su método era predicar, bautizar a los convertidos e inmediatamente establecer misioneros que serian enviados. Aunque muchos de estos enviados fueron ejecutados, el movimiento se expandió rápidamente. 

Las actividades de Hut también dieron el inicio a las comunidades anabaptista en Moravia. En 1528 un grupo de anabaptistas que ya no era bienvenido en los dominios de los señores de Liechtenstein decidió combinar sus recursos para una vida en comunidad, trabajo, disciplina y adoración. Su líder más influyente fue Jacob Hutter, quien por siete años trabajó para rescatar el anabaptismo del terror de la persecución de Habsburgo en Tirol y en Moravia. Hutter fue quemado en la estaca en Innsbruck en 1536. Las comunidades Hutteritas lucharon bajo cierta tolerancia relativa y enviaron exitosamente varios misioneros como estos anabaptistas les llamaban a muchas partes de Europa. 

Mientras tanto en anabaptismo se había estado expandiendo en otras partes de igual manera. Un predicador luterano llamado Melchior Hoffman vino a Estrasburgo en 1529 donde conoció a los anabaptistas por primera vez. Rápidamente se convirtió en uno de ellos. Dejó Estrasburgo nuevamente el siguiente año, llevando sus nuevas creencias al norte a Holanda y el norte de Alemania. Así como Hans Hut, Hoffman fue un vehemente predicador y bautizó muchos convertidos. Numerosos grupos de melchioritas emergieron en el fértil suelo espiritual de Holanda. 

Hoffman tenia un especial interés en los eventos futuros y en la segunda venida de Cristo y el Milenio cuando Cristo reinaría como Rey. Además, estaba muy ocupado en poner todos estos eventos dentro de la historia y llegó a decir que Estrasburgo sería la Nueva Jerusalén. Fue por esta razón que regresó a la ciudad y en 1533 con gusto fue a prisión porque creía que su encarcelamiento pondría en movimiento la secuencia de los eventos finales de la historia humana. Lo único que llegó a su fin fue su propia vida unos diez años más tarde. 

Mientras tanto otros hombres habían tomado el liderazgo en Holanda, y junto con el liderazgo también las especulaciones de Hoffman acerca del futuro y el papel de estos en los eventos finales llevando así la ciudad de Munster a una oscura tragedia. La ciudad de Munster en Westphalia se había vuelto luterana y entonces para finales de 1535 se había vuelto al anabaptismo bajo la predicación de y la dirección de Bernhard Rothmann. Cuando los anabaptistas de Ámsterdam supieron todo esto y fueron a ver que estaba ocurriendo ahí, se atrevieron a decir que Munster y no Estrasburgo seria la Nueva Jerusalén. Jan Matthis y Jan van Leyden, ambos extremistas inestables, tomaron el control de la ciudad. Donde Hoffman había enseñado a esperar pacíficamente el reino de Dios, Matthis y Leyden enseñaron que la fuerza traería dicho reino de Dios. Forzaron entonces a las personas de la ciudad a bautizarse y unirse al movimiento o de lo contrario deberían abandonar la ciudad. 

El desenfreno en la ciudad alarmó al obispo principal de Munster el cual sitió la ciudad. Pero antes de que la ciudad hubiera sido completamente sitiada, miles de anabaptistas de Holanda lograron entrar a Munster con la expectación del regreso triunfante de Cristo. Los radicales de la ciudad vieron a Leyden coronado como el rey David rigiendo con vara de hierro al instituir la poligamia. En junio de 1535 el apocalipsis llegó, pero no como ellos lo esperaban, la ciudad cayó y sus habitantes fueron asesinados.   

Dicha tragedia llegó a ser un desastre para los anabaptistas. Ahora sus perseguidores tenían lo que ellos consideraban una acorazada evidencia de que el anabaptismo con toda su insistencia en el pacifismo era en esencia más violento que cualquier otro movimiento. Las autoridades estaban convencidas de que la persecución era la única manera de contener esta violencia potencial. 

Pero los anabaptistas también vieron los eventos de Munster como una terrible perversión al evangelio. La persona más influyente en la consolidación de las creencias del anabaptismo entonces llegó a ser Menno Simons. Menno ayudó a organizar congregaciones y trabajó incansablemente por un orden de la iglesia que preservara ambos el amor y la integridad de una iglesia compuesta solo por aquellos que habían conscientemente decidido seguir a Cristo. Sus congregaciones estaban esparcidas por todo Ámsterdam, Danzig y por Cologne y el mar del norte. Menno continuó trabajando por veinticinco años, la mayor parte de ese tiempo con un precio por su cabeza. Murió en 1561. Diecisiete años más tarde sus seguidores en Holanda consiguieron obtener la tolerancia. 

Contemporáneo con Menno Simons era Pilgram Marpeck, un ingeniero civil. Su área de actividad era el sur de Alemania y Suiza, donde continuó la obra establecida por Hans Denck y Hans Hut, Estos dos habían perecido en 1527. Marpeck se convirtió en el reconocido líder de un grupo anabaptista en Alsace, Wurttemberg y Moravia. Con pasión se dedicó a la unidad de la iglesia, especialmente porque estaba afligido por la separación que había entre los anabaptistas del sur de Alemania y la hermandad suiza, seguidores de Conrado Grebel. Marpeck estuvo en desacuerdo con el uso legalista de la prohibición y la tendencia a hacer juicios apresurados con relación a las fallas de los demás. Su énfasis en la superioridad del amor y la necesidad de la paciencia en el ejercicio de la disciplina de la iglesia reflejaba la influencia de Hans Denck. 

En contraste con Holanda, la tolerancia no vino al sur de Alemania, Suiza y Moravia hasta varios siglos después. El movimiento prácticamente desapareció en el sur de Alemania y fue completamente erradicado en Austria por el fuego y la espada. Sobrevivió en Suiza en pequeños asentamientos, pero siempre bajo restricciones. A la hermandad hutterita le fue relativamente bien hasta 1590 después que sus creencias se volvieron en contra del sufrimiento en el camino de la cruz. Sobrevivieron solo cuando se exiliaban a Ucrania y de ahí a América.       

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