“1901 dC. Agnes Ozman dice milagrosamente habler hablado en chino”
“Al principio el don de lenguas significó una cosa: Jesús estaba viniendo en breve”
Por Vinson Synan.
En los primeros dias del siglo
XX, un grupo de estudiantes del instituto bíblico de Kansas echaron mano de la
oración hecha por Agnes Ozman, quien había dicho ser bautizada por el Espíritu
Santo con la señal de haber hablado en lenguas. En lo que fue llamado más tarde
“el toque que se sintió alrededor del mundo”. La muchacha de treinta años mientras
estaba rodeada su cabeza y su cara por
una aureola comenzó a hablar en idioma chino.
Con esto, el movimiento
Pentecostal que hoy tiene mas de medio billón de seguidores, comenzó a tomar
lugar en nuestra historia. Pero a pesar
de la asociación del movimiento con el don de lenguas, desde aquella reunión de
oración, los primeros pentecostales eran menos un movimiento del don de lenguas
y más un movimiento de “Jesús viene pronto”
Las lenguas misioneras de Topeka.
En Topeka el pentecostalismo
surgió en una atmósfera de expectación milenial. Después que Ozman habló en
lenguas, su profesor Charles Fox Parham y muchos de los otros estudiantes
también experimentaron el don de lenguas. En un corto plazo, Parham formuló la
doctrina de que las lenguas eran una evidencia del bautizmo del Espíritu Santo.
También creyó que las lenguas eran idiomas terrenales conocidos, que cualquier
misionero podía instantaneamente usar para cosechar la última ciega de almas
antes del inminente rapto premilenial de la iglesia.
“He sentido por años que
cualquier misionero que vaya a tierras extranjeras, debería predicar en el
idioma de los nativos” escribió Parham, “Cualquiera debería estar capacitado
hoy para hablar cualquier lenguaje del mundo si han tenido el suficiente
sentido común para dejar a Dios que use su lengua y su garganta”.
Parham no fue el primer en
indentificar las lenguas como una señal del bautismo del Espíritu, tan temprano
como en los 1830 el pastor presbiteriano escocés Edward Irving y un grupo de
evangélicos ingleses habían predicho la restauración de las lenguas (así como
los otros dones del Espíritu) como símbolos de los tiempos finales.
El 20 de abril de 1830 en la
primer ejemplo registrado de los tiempos modernos James McDonald habló en
lenguas, y sus hijos mellizos interpretaron: “He aquí El viene, Jesús viene, un
Jesús que llora” de hecho, casi todas las interpretaciones subsecuentes en
Inglaterra se centraron en el tema “El Señor viene pronto, estén listos para
recibirle”.
John Nelson Darby quien
desarrolló la escatología dispensacional enfatizó el rapto, fueron los amigos
de Irving y sus ideas las que estaban sostenidas por muchos líderes religiosos “cada
experiencia Pentecostal completamente desarrollada debe incluir esta
expectación de la venida del Rey” decía uno de estos líderes.
No fue mucho tiempo después que
los seguidores de Parham comenzaron a ser preparados para usar su xenoglossolalia en los campos
misioneros. “Tenemos muchos misioneros en los campos, que tienen el don de
lenguas, queines no solo hablan en idioma y entienden a los nativos sino que
también usan las lenguas inteligentemente, esto se ha convertido en un don para
ellos” declaró Parham.
Embelezada la calle Azusa.
En 1906 el centro del avivamiento
Pentecostal cambió de Parham a uno de sus estudiantes, William J. Seymour, un
predicador de la raza negra de Texas, quien fue a Los Angeles a esparcir el
fuego Pentecostal. En una campaña misionera en la calle Azusa manifestaciones
de lenguas y sanidades llamaron la atención de miles de visitantes de todo el
mundo. Como en Topeka, la interpretación fue que Cristo estaba pronto a
regresar y que las lenguas eran un presagio de esta venida.
Las manifestaciones de lenguas e
interpretaciones en la calle Azusa eran unánimes en su énfasis concerniente al
rapto. En septiembre de 1906, por ejemplo, Anna Hall profetizó: “He venido a
decirles que Jesús viene, vayan en mi nombre… mi pueblo solo tiene tiempo para
ponerse los bellos vestidos y prepararse para las bodas y la cena en los cielos”
Seymour mismo se unió al
entusiasmo escatológico escribiendo en su “Fe
Apostólica” en enero de 1907: “Estamos escuchando ahora el sonido de las
ruedas de los carros… estamos viviendo ahora en la caída de la tarde de esta
dispensación, cuando el Espíritu Santo nos está guiando a nosotros la novia de
Cristo, a encontrarnos con el en las nubes”.
El ticket de entrada al rapto.
En estos tempranos días, los
pentecostales comunmente creían que las lenguas eran evidencia del sello del
Espíritu Santo, calificando a los creyentes para las bodas del Cordero. Muchos apelaban
que esto era el cumplimiento de la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25. Por
décadas los predicadores pentecostales alertaron a sus congregaciones del
peligro de no hablar lenguas, lo cual era una necesaria experiencia para irse
en el rapto.
Uno de estos predicadores fue
George Floyd Taylor quien escribió en 1907 en su libro “El Espíiritu y la novia”
que: “los sellados deberían ser los misioneros triunfantes de la última
generacion de la humanidad”. En la conclusión Taylor criticó “el clérigo erudito,
y los oficiales del alto campanario, con sombreros de tiro alto, abrigos
limpios, zapatos de moda y bastones de mango dorado, de caras largas con y
semblantes lúgubres y suspiros profundos, que se consultaban unos a otros, en
como alcanzar a las masas”. “…ellos están diecinueve siglos detrás del tiempo,
el problema fue resuelto en Pentecostés”
Después de pocos fiascos
misioneros, pocos reclamaron haber sido creados para las lenguas misioneras,
pero aún asi muchos eran alcanzados y alrededor del mundo el mensaje gritado desde los techos de las
casas era: Jesús viene pronto los que escuchaban fueron advertidos a estar
seguros de que estaban entre los convidados a las bodas, entre los que habían
sido santificados y llenos con el Espíritu Santo.
Después de 1910 cuando se volvía
crecientemente claro que, de hecho, los misioneros no tenían ningún don
milagroso de lenguas, los pentecostales comenzaron a ver más las lenguas como
una evidencia del bautismo del Espíritu Santo y como un lenguaje para el tiempo
devocional.
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