El
hombre más importante que haya caminado sobre la tierra
La epístola a los Hebreos contiene una enseñanza y
estilo literario que hace que sobresalga de entre las otras. No hay evidencia
interna en cuanto a su autor, pero hay innumerables bases para establecer que
fue el Espíritu Santo quien inspiró al que redactó esta carta. Dentro de sus
puntos singulares está el que en las otras epístolas se contempla a la raza
humana dividida entre judíos, gentiles e iglesia de Dios, mientras que aquí
solo se observa la iglesia y la no iglesia. Nunca se ve la división
judío-gentil. Se ve claramente el fluir de la dispensación de la Ley con sus
ritos y ceremonias, simbolismos y figuras para transformarse en la Dispensación
de la Gracia con todas esas promesas hechas realidad en Cristo. Es por eso que
sin lugar a dudas uno de los temas más tratados en la epístola es la supremacía
de Cristo, desde un punto de vista superior a todo cuanto, hasta este momento
la religión judía tenía como centro. El autor de Hebreos usa todo los
simbolismos y rituales de la ley para demostrar que todo eso tiene su
cumplimiento en Cristo.
Basándonos en esta gran importancia y exaltación de
la persona de Cristo en la carta a los Hebreos, hemos querido desarrollar este
trabajo acerca de la persona de Cristo, nuestro objetivo es dar un breve
comentario acerca de todos los temas que trata la carta de Hebreos relacionados
con su gran contenido cristológico.
La idea básica de esta carta es que solo Jesucristo
trae a los hombres la revelación completa de Dios, y que solo Él nos capacita
para entrar en la misma presencia de
Dios. El autor empieza contrastando a Jesús con los profetas de tiempo antiguo.
Dice que El vino al final de estos días que estamos viviendo. Los judíos
dividían todo el tiempo en dos edades la presente y la por venir. Entre ambas
colocaban el día del Señor. La edad presente era totalmente mala; la edad por
venir iba a ser la edad de oro de Dios. El día de Señor seria como los dolores
de alumbramiento de la nueva era.
Por eso es que nuestro autor comienza de una forma
diferente su carta, en este caso no se ve un saludo, ni una recomendación,
sencillamente se rompe con una de las realidades más extraordinarias de la
Palabra de Dios, y escritas en el griego más elocuente posible de la época, Dios habiendo hablado muchas veces y de
muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…
Las dos expresiones muchas veces y muchas maneras
están formadas por una sola palabra polyméros
y polytrópos. Esto obviamente
apunta a una alta elocuencia en la persona que escribe, pero lo cierto es que
la sola frase de Dios ha hablado es
una apertura extraordinaria para que la gente que recibiría la carta entendiera
que lo se está diciendo no viene de otra fuente que no sea de la Palabra
directa de Dios, por otro lado si tenemos en cuenta que la audiencia es
mayormente judía, nadie podía negar que Dios había hablado, ya que ellos son
testigos de todo lo que Dios ha hecho con ellos desde el primer día hasta ese
momento. El autor dice que los medios usados por Dios para traer su revelación
variaron en el tiempo antiguo, nosotros al igual que los que reciben la carta
sabemos que eso fue cierto ya que Dios usó sueños, visiones, teofanías, en fin,
con el objetivo de traer su revelación. Otro detalle curioso de la introducción
de la carta es que el autor define que Dios usó todo esto en otro tiempo. De este modo se está dejando claro una separación
de tiempo, el tiempo pasado y el tiempo postrero. Donde obviamente el medio de
revelación, o la forma por la que la revelación ha llegado ya no es la misma.
De modo que en
estos postreros tiempos, no cabe duda para ninguno de nosotros basado en lo
que dice el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas 4:4
“Pero cuando
vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido
bajo la ley”
No hay duda según este pasaje que el evento ocurrido
en Belén de Judá en un establo, dio comienzo a lo que conocemos como el inicio
de los últimos tiempos, con el nacimiento de Jesús, la humanidad comenzó a
vivir en los tiempos del fin, es por eso que, es por eso que el término
“revelación progresiva” llega a su fin con el nacimiento de Cristo.
Desde el punto de vista etimológico la palabra
revelación tiene que ver con la acción de ir descubriendo una cortina, como un
escenario donde se va mostrando progresivamente lo que hay detrás del telón,
eso es lo que Dios fue haciendo en otro tiempo polytrópos y polyméros a los padres y los profetas, pero ahora Dios
mismo ha venido en forma humana para llegar mostrar la máxima revelación de su
ser a la humanidad, por eso encontramos un pasaje inaugural en el evangelio de
Juan que dice:
“En el
principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios….Todas las
cosas por El fueron hechas, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…aquella
luz verdadera que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba
y el mundo por Él fue hecho, pero el mundo no le conoció….Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros…A Dios nadie le vio jamás; el unigénito
Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer.”
Esto quiere decir que de ahora en adelante el centro
del evangelio, el centro de la Ley judía, todo el sistema sacrificial y todo
cuanto el pueblo había estado acostumbrado a ver y a obedecer, se resume en una
sola persona: Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo hecho carne.
Por eso es que el autor de Hebreos comienza a
desempaquetar un tema crucial que se desarrollará en toda la carta, Jesucristo
es superior a todo lo que nosotros hemos estado creyendo y obedeciendo, es más
Jesucristo es el cumplimiento de todo lo que nosotros hemos estado esperando.
I. La superioridad del Hijo de Dios (1:5 –
4:13)
De ahí que su primer tema a desarrollar será la
superioridad del hijo de Dios un tema que se ve desde el capítulo 1:5-4:13. La creencia judía de los ángeles
se remonta al principio de la historia judía y se puede ver un desarrollo en
cuanto al pensamiento que se puede dividir sin ningún problema en tres
importantes etapas, esto nos hace ver la intención del autor de demostrar la superioridad
de Cristo sobre los ángeles. Las etapas son: el periodo bíblico, el periodo
talmúdico, y el periodo post talmúdico. En sentido general para un judío un ángel
era un mensajero ya que la palabra tanto hebrea (mal’ak) como griega (angelos)
significa mensajero, eran seres sobrenaturales que moraban en el cielo y que de
vez en cuando irrumpían en este mundo para revelar la voluntad de Dios y
ejecutar sus mandamientos. Para el periodo bíblico se pensaba que los ángeles
aparecían a los hombres en forma de seres humanos de extraordinaria belleza y
no siempre eran reconocidos como ángeles, podían volar por el aire y se hacían
invisibles a la vista humana, podían desaparecer en forma de fuego, como el
caso de Elías que fue llevado al cielo en un carro de fuego, gradualmente en el
periodo postbíblico el pensamiento comenzó a desarrollarse y los ángeles
empezaron a ser corporizados según la misión que iban a llevar a cabo,
generalmente en forma humana, por eso podemos ver pasajes como Nm. 22:23 donde el
asna de Balaán ve al ángel con una espada, o pasajes como Ez. 8:2.
El Hijo superior a los
ángeles (Hebreos 1:1- 2:4).
Hebreos 1:1 – 2:4 puede ser dividido en
tres secciones: 1:1-4; 1:5-14 y 2:1-4. La introducción al libro Hebreos 1:1-4,
es una total declaración de que Dios habla en la historia. En el pasado
Dios habló a través de los profetas, pero “en los últimos días” Jesús es
la palabra final de Dios. Ninguna otra
cosa es dicha. Jesús es el último profeta (Dios ha hablado a través de él, v.
2º.). Él es el último sacerdote (Él ha hecho purificación por nuestros pecados
v. 3b). Y él es el último Rey (Él está
sentado a la diestra de Dios, entronado en real resplandor v. 3c).
Se enfatiza que la revelación de Dios se
completa y finaliza en Cristo; la introducción usa solamente dos verbos
principales en el griego: “hablando” (v. 2) y “se sentó” (v. 3). Estos dos
verbos son puntos importantes del pasaje ya que preparan el escenario para el
tema de todo el libro. Observe la
recurrencia de estos textos claves en el capítulo siguiente.
La segunda sección: Hebreos 1:5-14 está
comprendida de una serie de siete anotaciones del Antiguo Testamento:
1.
Salmos 2:7
2.
II Samuel 7:14
3.
Deuteronomio 32:43 (en la Septuaginta).
4.
Salmos 104:4
5.
Salmos 46:6,7
6.
Salmos 102:25-27
7.
Salmos 110:1
El autor usa estas citas para probar lo
asentado en Hebreos 1:4; que el “nombre” del Hijo es más excelente que el de
los ángeles. Note especialmente la
anotación del Salmo 110:1 con el verso 13 de Hebreos 1. Ahora bien el mandato de “Siéntate a mi
diestra” recalca lo dicho en el capítulo 1:3 que “el Hijo se sentó”. El Hijo se sienta a la derecha del Padre, una
posición jamás ofrecida a los ángeles.
Entonces, en el entrenamiento de Jesús, es el cumplimiento del Salmo
110:1 y prueba de su superioridad sobre los ángeles.
Finalmente, Hebreos 2:1-4 nos ofrece una
advertencia basada en el argumento del capítulo 1. Ya que Cristo es superior a los ángeles, “debemos poner mucha atención a lo que hemos
oído” (2:1). La palabra “oído”
trasladará al lector hasta la introducción. Así que “hemos oído” es que Dios
“nos ha hablado por su Hijo” (1:2). Si
la gente en tiempos pasados tomó con responsabilidad el mensaje de Dios
entregado a los Profetas a través de los ángeles, ahora con mucho más
responsabilidad debemos tomarlo, porque el claro mensaje de salvación es traído
por Cristo.
Porque
el hijo se hizo humano (2:5-18).
El argumento del capítulo 1 de que Jesús
es superior a los ángeles, algo debe argüir que la muerte de Jesús ha cancelado
su superioridad. ¿Cómo podría un hombre
que muere ser superior a los ángeles? El autor de los Hebreos parece tener tal
objeción en mente en Hebreos 2:5-18. En
esta sección el autor nos muestra con el sufrimiento y la muerte de Jesús, lo
hace superior a los ángeles.
El autor inicia señalando qué linaje, no
ángeles, tendrá dominio sobre la tierra al venir (v. 16).
Esta declaración implica que los ángeles
ejercitan autoridad sobre los asuntos del mundo presente, expresada en algunos
escritos como: Dt. 32:8 en la Septuaginta; Daniel 10:20, 21¸12:1, Efesios
6:12). En referencia con el Salmo 8:4-6
el autor describe el linaje como “un poco menor que los ángeles”, coronado con
gloria y honra, con todas las cosas “debajo de sus pies”.
El hace referencia a que aunque nosotros
no veamos ahora el linaje en completo control de lo que le rodea, sí podemos
ver al Jesús, el perfecto Hombre coronado “de Gloria y Honra”, porque él ha
sufrido la muerte por todos y por su muerte, Jesús ha alistado completamente el
destino de la raza humana.
Jesús es, de hecho, el “autor” o “pionero” de la salvación de “El
linaje” de hombres (He. 2:10). El
estableció la manera de salvación posible para aquellos que puedan
seguirle. Por causa de Jesús, el dominio
de su linaje sobre el mundo ha venido a ser asegurado. Por su encarnación Jesús es uno de nosotros y
no se avergüenza de llamarnos “hermanos”.
Por participar en carne y sangre y ser
sujeto a la muerte, Jesús ha destruido al diablo y al poder de la muerte. Por humanarse Cristo está calificado a ser el
supremo Sacerdote que puede hacer el sacrificio por los pecados del mundo. Porque Él ha sufrido y experimentado toda la
tentación; Él puede ayudar al humano en sus tentaciones.
El
hijo superior a Moisés, Hebreos 3:1-19.
Hasta aquí en el libro de Hebreos, Jesús
ha sido mostrado ser superior a los profetas y a los ángeles. Él se hizo hombre (en carne humana) y a
través de su sufrimiento y muerte vino a ser el Sumo Sacerdote quien es
poderoso para simpatizar con las necesidades humanas.
En el capítulo 3, el autor nos va a
demostrar que Jesús es superior a Moisés, quien los judíos consideraban ser el
más grande apóstol (mensajero) y el más grande Sacerdote (mediador) entre Dio
si su pueblo, en el Antiguo Testamento.
Los lectores de entonces son valerosos al “considerar a Jesús” quien es
ahora “El apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra confesión (v. 1). Como el Edificador e Hijo en la casa de Dios,
Jesús tiene más mérito y más honor que Moisés, quien era un sirviente en la
casa. Y nosotros, el pueblo de Dios,
estamos en su casa. Aquí, como en el
capítulo 1 concerniente a los ángeles, el nombre de Jesús como “Hijo” es
supervisor a aquellos quienes son llamados “sirvientes”.
El autor continúa en los versos 7-19 con
una advertencia (1-10) y una exhortación (12-13) confiriendo fe y esperanza en
Cristo (14). La advertencia está basada
en lo anotado en el Salmo 95:7-11, un salmo usado por los judíos al inaugurar
el sábado semanal como período de reposo. La anotación puntualiza el fracaso de
Israel, después del Éxodo, al entrar al “reposo” de Dios (a la tierra de Canaán) (Las palabras “Rebelión” y “Tentación” del
verso 8 son traducidas de los nombres Hebreos; Meribah y Massah. Israel
manifestó incredulidad y carencia de confianza en Dios en el primer año de su
deambular por el desierto hasta Massah, y en los cuarenta años a Meribah (vea Éxodo
17:1-7; Nm. 20:1-13; Dt. 33:8) Entonces,
la dureza de corazón de Israel persistió desde el inicio hasta el final de los
cuarenta años en el desierto).
El autor urge a sus lectores a no repetir
el acto de incredulidad y apostasía de Israel.
En vez de esos, se deben exhortar el uno al otro para no venir a caer en
“corazón endurecido y en falsedad de pecado” (v. 13).
El autor concluye el capítulo con una
serie de cuestiones retóricas basadas en la historia de Israel (Nm.
14:1-35). Porque lleno de incredulidad,
el pueblo que Moisés sacó de Egipto no ve que Dios ha preparado para ellos la
tierra prometida. En lugar de que ellos
perezcan en el desierto.
Las aplicaciones del pasaje son
claras. La muerte de Jesús puede ser
vista como un nuevo Éxodo; porque los cristianos pueden ser puestos en libertad
de cautiverio del pecado. La Iglesia,
bajo el liderazgo de Jesús como un nuevo y mejor Moisés y ahora en una
experiencia en el desierto es como un viaje hacia el último descanso de Dios.
Fe persistente y confianza en Cristo son
necesarias para alcanzar la meta. Para
incrédulos y apóstatas será prueba falta.
El tiempo de responder al liderazgo de Cristo es ahora, “hoy (el tiempo
presente de prueba), cuando escuche su voz” (v. 15). Porque “en estos últimos días” Dio s “nos ha
hablado por su Hijo” (1:2).
II.
Jesús,
el gran sumo sacerdote (4:14 – 10:18)
En el capítulo 4:14-16 el autor señala un
importante tema de la carta a los Hebreos.
Como cristianos tenemos un Sumo Sacerdote en Jesús quien es poderoso
para compadecerse de nuestras debilidades porque Él fue tentado como nosotros,
más hallado sin pecado. Desde que
tenemos este Sumo Sacerdote podemos acercarnos
sin temor al Trono de Dios; sabiendo que dé El recibiremos misericordia y
gracia para nuestros pecados. El tema
del Sacerdocio de Cristo, fue mencionado anteriormente en el capítulo 2:17 y
18, pero ahora será mencionado, desarrollado completamente por el autor. La discusión de su sacerdocio y ministerio
del sacrificio de Jesús comprende la principal porción de su carta,
extendiéndose desde el 4:14 hasta el 10:18.
En el capítulo 5:1-4 el autor señala 2
puntos acerca de las cualidades generales necesarias para cualquier Sumo
Sacerdote. Un Sumo Sacerdote debe
ser:
(1)
Poder
compadecerse de la gente que representa.
(2)
Nombrado
por Dios a su oficio.
En el capítulo 5:1-10, el autor nos
muestra cómo en Cristo se encuentran ambas cualidades. A través de los versos 5 y 6, El usa las
anotaciones de Salmo 2:7 y Salmo 110:4, indicando que el sacerdocio de Cristo
vino por designación. El mismo Dios es
quien declaró que Cristo es su Hijo y es
El también, quien ha declarado ser el perpetuo sacerdote según el orden de
Melchisedec. Los versos 7 al 10
confirman la habilidad de Cristo para compadecerse de las necesidades del
pueblo a través de sus experiencias propias de: Súplicas, oraciones, ruegos,
lloros, lágrimas, obediencia, sufrimiento y muerte, “en los días de su carne”.
V. 11 al 14. Concluye el capítulo con una
declaración de que el autor ha dicho mucho más acerca “del orden de Melchisedec” (v.10), pero debido a la
inmadurez espiritual de sus lectores él deja la materia por ahora y retorna a
la discusión del Sacerdocio de Melchisedec en el capítulo 7. Por ahora el asunto del autor para sus
lectores cae en el entendimiento espiritual proponiendo él una exhortación en
el capítulo 6 urgiéndoles a aprender una madurez espiritual.
Ir hacia la madurez (Hebreos 6).
El capítulo 6 inicia con la exhortación
“vamos sobre la madurez” (v.1), en el griego un verbo pasivo es usado y
literalmente significa “vamos, siendo llevados adelante” (por Dios). La exhortación no es, por lo tanto, un
esfuerzo personal urgente, pero sí una entrega personal a la influencia activa
de Dios. El poder está trabajando;
nosotros necesitamos solamente disponernos para que él actúe.
De aquí el autor urge a sus lectores a
moverse de las elementales doctrinas de arrepentimiento y fe en Dios y de las
instrucciones diversas acerca de abluciones (lavamientos ceremoniales y no
bautismo cristiano, obsérvese esto. La
palabra plural bautismo usada en el verso 2 no es la palabra usual para bautismo
en el Nuevo Testamento). la imposición de manos y las cosas del futuro tales,
como la resurrección y el juicio. Esta
lista de doctrinas elementales más exactamente se refiere a creencias judías y
prácticas en el primer siglo las cuales fueron usadas como un fundamento sobre
el cual se construyó la verdad cristiana.
El autor, sin embargo, urge a sus lectores judío-cristianos a ir más
allá de sus fundamentos judíos y ser llenos de madurez cristiana.
El entonces hace énfasis de los versos 4-6
que es imposible para aquellos quienes profesaron su fe en Cristo ser traídos
atrás a arrepentimiento si ellos cometieron apostasía, que es, deliberadamente
dejar a Cristo como su propia fuente de salvación, o sea poner a Cristo fuera
de su propia vida, después de haberle aceptado, es como crucificarlo otra
vez. Dios no tiene otra cura para el pecado si se continúa
rechazando a Cristo de esta manera. Este
principio es ilustrado en los versos 7, 8 con una metáfora agrícola. La tierra que produce una cosecha útil, es
bendita, pero la tierra que produce espinas y abrojos es maldecida y
quemada. El mensaje del autor a los
lectores judío – cristiano, es claro: No es el inicio de una remisión a Cristo
que determine el éxito, pero más bien es el completamiento de la Fe (O sea, una
fe más completa).
En los versos 9:12 el autor reafirma a sus
lectores que ellos son capaces de exhibir la evidencia de su genuina fe. El puntualiza que Dios reconoce su trabajo de
amor y su entusiasmo para proseguir con la clase de vida que deben llevar
todos. Siguiendo el ejemplo de otros
creyentes, ellos también serán asegurados de recibir la misma promesa.
Versos 13-20 concluye el capítulo
mostrándonos que la fe y la perseverancia son necesarias para obtener las
promesas. Abraham es citado como un ejemplo del hombre que pacientemente esperó
en la certeza de la promesa de Dios. Y
si nosotros confiamos en las inimitables cosas (v. 18, la promesa de Dio si su
juramento, el cual confirma la promesa) también podremos alimentarnos en nuestra fe. Nuestra esperanza está anclada en Cristo
quien nos da directamente acceso al santuario de Dios. Y quien sirve como
nuestro Sumo Sacerdote según el orden de Melchisedec. Pero… ¿Quién es Melchisedec?
¿Quién es Melchisedec?
En el capítulo
de Hebreos el autor vuelve a tocar el asunto del sacerdocio de Melchisedec,
acerca de lo cual el autor afirma que “Él ha dicho mucho” en 5:11. Usando una
técnica típica de interpretación rabínica, el autor hace una descripción de lo
que es dicho y lo que no es dicho Génesis 14:17-20, la única parte en el Antiguo
Testamento donde se habla de Melchisedec. En los versos 1 y 2 de Hebreos 7, el
autor repasa lo que se dice en el texto de Génesis. Melchisedec fue un antiguo
sacerdote y rey a quien cuando encontró a Abraham después de venir de la
batalla de bendijo. Y en respuesta, Abraham dio al rey de Salem el diezmo de
todo lo ganado en la batalla. El autor explica entonces el entendimiento y
significado del nombre y título de Melchisedec, e implica a esta explicación su
analogía con Cristo, quien es el verdadero Rey de justicia y paz.
En el verso, el
autor explica lo que no dice el texto de Génesis. No hay registro de la
genealogía de Melchisedec, (nacimiento o muerte). El simplemente aparece en los
registros bíblicos como una figura viviente, y nunca se ha dicho nada acerca de
él, continúa vivo en las acotaciones del Antiguo Testamento y en la mente de
los lectores. De aquí que el total silencio de las escrituras sobre
Melchisedec, asemeja o figura al Hijo de Dios quien posee actualmente lo que
Melchisedec poseyó en figura, el perpetuo sacerdocio.
En los versos
del 4-10, el autor buscar probar la superioridad del sacerdocio de Melchisedec
sobre el sacerdocio levítico. Su propósito en hacer esto es que él puede
argumentar que si el sacerdocio de Cristo es en semejanza al de Melchisedec, y
si el sacerdocio de Melchisedec es más grande que el sacerdocio levítico
entonces el sacerdocio de Cristo es más grande también.
Ahora a la
prueba Abraham, el padre de la nación judía, dio a Melchisedec los diezmos del
despojos. La ley mosaica requería que los levitas colectaran los diezmos de sus
“hermanos”, los descendientes de Abraham, pero aquí está un hombre quien no
tiene relación con Abraham, que colecta los diezmos de Abraham y lo bendice. De
una persona quien confiere una bendición a otra, es más grande que ella.
Melchisedec, sin embargo, es más grande que Abraham y Abraham puso a
Melchisedec en más alta posición que los levitas quienes eran descendientes de
Abraham.
En los versos
11 al 28, el autor toma ahora un paso atrevido al afirmar que el sacerdocio
levítico ha sido invalidado por sus imperfecciones. Esto significa la anulación
no solo del sacerdocio sino también de todo el sistema de la ley mosaica, la
cual fue recibida sobre las bases de ese sacerdocio. (v. 11-14). De aquí, un
espiritual y real sacerdocio ha tomado el lugar del legal y sacerdotal (v.
15-17).
La superioridad
del sacerdocio de Cristo sobre el sacerdocio levítico puede ser demostrada de 4
formas: (1). La introducción de una mejor esperanza mediante la cual podemos
aspirar a estar cerca de Dios (v. 18, 19). (2) Descansando sobre un juramento
divino y tal juramento no es mencionado junto al juramento levítico (v. 20-22).
(3) El sacerdocio de Cristo es perpetuo porque él vive para siempre (v. 26-28.
Porque de su carácter sin pecado, Cristo no necesita ofrecer sacrificios
diarios como los sacerdotes levíticos. El sacrificio de sí mismo cubre todo los
pecados de la gente una vez para siempre y por siempre.
Un mejor santuario y un mejor convenio (Hebreos 8).
Habiendo
establecido la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el sacerdocio
levítico en el capítulo 7, el autor ahora discute el ministerio de Cristo como
Sumo Sacerdote. El punto principal del capítulo 8 es este: Jesús es ahora
nuestro Sumo Sacerdote quien está sentado a la diestra de Dios en el cielo
(recalcando cap. 1:3). Él está ministrando a nuestro favor en el verdadero
tabernáculo del cual el tabernáculo en la tierra, fue una copia. Porque Jesús
sirve como Sumo Sacerdote en el santuario en el cielo (El cielo es la
habitación de Dios 9:24).
La superioridad
del ministerio sacerdotal de Cristo está en relación directa a la superioridad
de su “Convenio o Pacto” sobre el “pacto antiguo”. Pero asociando el ministerio
sacerdotal del santuario con el concepto de “convenio o pacto”, el escrito de
Hebreos en esencia está diciendo que el nuevo convenio tiene un mejor
significado de acercamiento a Dios que fue el sistema de adoración inferior al
viejo pacto. Esto es debido principalmente al hecho de que el nuevo pacto está
fundado sobre “mejores promesas” (verso 6).
En los versos
8-12, el autor usa anotaciones de Jeremías 31:31-34 para mostrar a sus lectores
judíos que igual a sus escritos predicaron de la preeminencia del nuevo pacto
sobre el antiguo. El nuevo pacto promete al pueblo de Dios una motivación
interior de mejor justicia, comparada con la motivación que proporcionaba la
ley fuera de ellos. La posesión del Espíritu, característica única del nuevo
pacto transforma lo externo de la ley (obras) en un constreñimiento interno
para hacer la voluntad de Dios. El nuevo pacto promete que el Señor será su
Dios y ellos su pueblo”. También promete conocimiento profundo de Dios y
completo perdón de sus pecados. Con estas ventajas, el nuevo pacto ha
sobresalido al antiguo, haciéndolo obsoleta.
EL TRABAJO SACERDOTAL
DE CRISTO. Hebreos 9.
Hebreos 9 puede
ser dividido en dos secciones: (1) Versos 1 al 10 y (2) Versos 11 al 28. La
primera sección nos describe brevemente el sistema de adoración en el
santuario. En el verso 1, el autor introduce el tópico principal del capítulo,
describiendo el trabajo del sacerdote en el tabernáculo terrenal. En los versos
2-5, el autor menciona los muebles localizados dentro del tabernáculo. De los
cuales no intenta explicarlos detalladamente. (v 5). En vez de esto, su
atención se enfoca claramente sobre el punto introducido en el verso 15 el cual
procede a ampliar en los versos 6 al 10.
El sacerdocio
levítico regularmente el primer compartimiento del tabernáculo para la
ejecución de sus deberes sacerdotales. Pero lo más relevante el ministerio
sacerdotal ocurrió el Día de la Expiación. En ese día, sólo en ese día al año,
el Sumo Sacerdote entraba en el Lugar Santísimo dentro de la presencia de Dios
con sangre de sacrificio para ofrecerla por los pecados el pueblo. Todas estas
actividades y funciones del Sacerdote tenían su clímax en ese evento anual. Era
la máxima adoración que el sacerdocio levítico podrían ejecutar.
Sin embargo, el
autor sostiene que el Espíritu Santo demostraba en ese evento anual la
naturaleza restrictiva del antiguo pacto. El pueblo no tuvo acceso directo a
Dios. Su presencia inmediata podía acercarse sólo una vez al año y sólo por el
Sumo Sacerdote. Además los sacrifico ofrecidos bajo el antiguo pacto eran
incapaces por sí mismos de proporcionar la adoración con una limpia conciencia,
un ingrediente necesario si uno está cerca de Dios para ofrecerle un servicio y
adoración aceptables.
Cercano el día
de la Expiación, se apunta la necesidad de un mejor sacrificio el cual pueda
ser presentado directamente en la presencia de Dios. En la segunda sección del
capítulo, versos 11-28, el autor inicia describiendo tal sacrificio, el
sacrificio de Cristo. En esta sección el sacrifico expiatorio de Cristo es
comparado y contrastado con el sacrificio hecho por el Sumo Sacerdote en el Día
de la Expiación. Tal comparación revela varias características del sacrificio
de Cristo.
Primero, el
sacrificio de Cristo tiene consecuencias de grandes alcances (v. 11-14). Como
nuestro Sumo Sacerdote, Cristo ha penetrado en los cielos, el verdadero
tabernáculo, y en la presencia de Dios ha asegurado redención eternal para los
pecadores a través de su muerte.
Nota: En el
verso 2 en el griego nos dice que Cristo llevó su sangre dentro de la presencia
de Dios como el sacerdocio levítico llevaba la sangre dentro del lugar
santísimo (v. 6). Más bien, Cristo entró “a través” de su propia sangre, esto
es, sobre la base de su muerte cumplida.
Diferente a los
sacrificios del antiguo pacto, el sacrificio de Jesús es poderoso para
suministrar al creyente una limpia conciencia “de obras muertas, para servir al
Dios vivo” (v. 14).
La segunda
característica del sacrificio de Cristo es que “era necesaria” (v. 15-22). El
autor hace una analogía con un testamento legal para ilustrar que la muerte de
Cristo fue necesaria para ratificar el nuevo pacto. Antes, un testamento para
ser efectivo era necesario que ocurriera primero del testador. Justamente igual
que en el antiguo pacto era ratificado con el derramamiento de la sangre (Éxodo
24:3-8), así el nuevo pacto o testamento fue ratificado por la sangre de
Cristo, porque, sin derramamiento de Sangre, no hay remisión de pecados (v.
22).
La tercera
característica del sacrificio de Cristo es: “Su finalidad” u “Objetivo” (v.
23-28) Diferente del sacrificio en el Día de la Expiación que se repetía año
tras año, el sacrificio de Cristo fue hecho una vez para siempre. Expiación
completa y final por el pecado ha sido asegurada por la primera aparición de
Cristo sobre la tierra. Cuando El aparezca otra vez, traerá la completa
salvación de todos los que lo esperamos.
Hebreos 10.
En el capítulo
10 el autor continúa la comparación del antiguo y nuevo pacto iniciado en los
dos capítulos anteriores. Su línea de pensamiento puede ser dividida en 5
secciones: (1) Verso 1-10; (2) Versos 11-18; (3) Versos 19-25; (4) Versos
26-31; y (5) Versos 32-39.
La primera
sección, versos 1-10 enfatiza que la ley de
Moisés, la cual gobernó los sacrificios del antiguo pacto, es una sombra
de la realidad encontrada en Cristo. Los sacrificios ofrecidos año tras año en
el Día de la Expiación sirvieron sólo como un memorial anual por el pecado.
Ellos no hicieron libres a los creyentes una vez y para siempre de su culpa de
pecado, porque eso es un problema interno el cual ni la sangre de los becerros
ni de los corderos tenían poder para remediar. Sin embargo, Cristo vino al
mundo no a ofrecer más ofrendas quemadas, sino a cumplir el deseo de Dios por
la ofrenda de su propio cuerpo como expiación final y única por el pecado.
Cristo abolió el primer sacrificio (sacrificio de ofrendas quemadas) orden para
establecer el segundo (la voluntad del Padre, el nuevo pacto), versos 9 y 10.
La segunda
sección, versos 11-18, concluye la comparación entre los sacrificios levíticos
y el sacrificio de Cristo. El hijo de Dios ejecutó con un solo sacrificio lo
que el sacerdocio levítico con constantes sacrificios nunca concluyó. Es
importante notar la afirmación en el verso 12 que Cristo se ha “sentado a la
diestra del Padre”. Con esta frase el autor recalca nuevamente Hebreos 1:3 para
darle importancia a que la obra del sacrificio de Cristo está finalizada y que Él
está sentado, entronado, soberano y poderoso con el Padre.
Como si esto
fuera poco, el autor cita una última prueba de que el sacrificio de Cristo es
todo suficiente y final. En los versos
16 y 17, él anota tomando de Jeremías 31:33,34 que Dios haría un nuevo pacto
con su pueblo y no recordará más sus pecados.
Si Dios promete no recordar más sus pecados, entonces obviamente no hay
necesidad de ninguna ofrenda ulterior por el pecado (v. 18). La expiación es completa en Cristo.
Con esta nota
el autor finaliza su comentario sobre el tema del pacto, del santuario y el
sacrificio, el cual inició en el capítulo 8.
En el capítulo 10:19, él inicia la final y mayor división de su carta
(cap. 10:19 a 13:19), lo que comprende una serie de exhortaciones basadas sobre
los argumentos precedentes del capítulo 8:1 al 10:18.
La tercera
sección del capítulo 10 versos 19:25, inicia con un llamado a la perseverancia
en la fe, la esperanza y el amor. Sobre
la base de lo que Cristo ha hecho, el autor emite tres exhortaciones. (1)
Acerquémonos a Dios con plena servidumbre de fe (versos 22); (2)
Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza (verso 23); y (3)
Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a obras buenas (v. 24).
Nota: El verso
25 ofrece una correlación negativa a la exhortación en el verso 24. Los lectores podrán perder una oportunidad
para estimularse unos a otros hacia el amor si ellos dejaran de tener sus
asambleas juntos.
En la cuarta sección, versos 26:31, el autor da
una advertencia correlativa a las tres previas exhortaciones. Teniendo amonestados a sus lectores a
corresponder enteradamente a lo que Cristo ha hecho (versos 19:25), él ahora
hace una consideración hipotética, la otra alternativa que se puede dar, la
persistente deliberada apostasía. Para
aquellos que podrían rechazar la expiación del sacrificio de Cristo e insultar
el Espíritu de gracia, no hay disponible otro medio de salvación.
La quinta
sección, versos 33-39 concluye el
capítulo 10 con un llamado a la perseverancia.
Habiendo contemplado lo peor en relación a Cristo en los versos 26-31,
el autor ahora parece contemplando lo mejor.
El inicia por recordar a sus lectores los días pasados, el tiempo cuando
ellos fueron convertidos. Que aunque
fueron ridiculizados y perseguidos por su fe, no decayeron, porque sabían de
las cosas mejores que tenían que venir más tarde. Memorias de victorias pasadas se emplean para
inspirar paciencia presente. El autor,
exhorta a sus lectores a no naufragar su confianza en Cristo. La salvación pertenece a aquellos que perseveran,
no a aquellos que se encogen y vuelven
atrás.
III.
La vida cristiana (12:14 – 13:19)
Héroes y heroínas de la fe (Hechos 11).
En el capítulo
10, la fe fue mencionada como un principio de la vida espiritual y el ímpetu de
una paciencia duradera. Teniendo anotado
Habacuc 2:3-4, “El justo vivirá por su fe”, con la conclusión de Hebreos 10:37-38, “El justo vivirá por su fe”, ahora el
autor procede a probar la verdad de esta
afirmación. Él lo hace para indicar los
efectos de la fe en la vida de los héroes y heroínas de la historia judía. Sus ejemplos subrayan a la fe ser la base de
la relación con Dios. “Es
imposible agradar a Dios sin fe” (verso 6).
El verso
primero asienta el tono que se da a todo el capítulo y da una definición breve
de lo que es fe. En esencia, fe es “ver lo que no se ve”.
Las palabras
“por fe” son usadas 18 veces en Hebreos 11.
Después de cada ejemplo, las palabras “por fe” son seguidas por un
nombre o un pronombre y un verbo activo.
Por ejemplo: “Por fe Abel ofrendó” (v. 4); “por fe Noé preparó” (v. 7);
“por fe Abraham obedeció” (verso 8); etc.
Cada héroe y heroína en el capítulo 11 es un vívido ejemplo de cómo se
puede “ver lo que no se ve” y podría estimular al cristiano para poner su fe en
acción.
Mirando
a Jesús (Hebreos 12).
La línea de
pensamiento de Hebreos 12 se localiza en 5 secciones (1) versos 1-3; (2) versos
4_11; (3) versos 12-17; (4) versos 18-24; (5) versos 25-29. La primera sección, versos 1-3, en realidad
forma la conclusión del capítulo 11. “La gran nube de testigos (12:1) son los
héroes y heroínas mencionadas en el
capítulo previo. Ellos son testigos no
necesariamente en el sentido de espectadores quienes marcaron otras formas de
correr la vida de la fe, sino en sentido de que sus vidas sirven de testimonio
y valor para aquellos quienes quisieran seguir su ejemplo.
La imagen de la
exhortación en el verso 2 está basada en los juegos griegos. Tal como un atleta
deja todas las cosas que lo puedan estorbar para realizar una carrera en la
competencia, poniendo sus ojos fijos a la meta, así los cristianos deben
despojarse de embarazos de pecado y correr la carrera de la vida con los ojos
puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Jesús es el más grande ejemplo cristiano de
paciencia porque él vio adelante el sufrimiento y el oprobio de la cruz y lo tomó, como un “gozo puesto delante de
él” (v. 2). Sin embargo, el autor exhorta a sus lectores a considerar el
ejemplo de Jesús cuando se enfrenten con oposición a su propia fe (v. 3). Nota: En el verso 2, el autor hace nueva
referencia al hecho de que Jesús “se ha sentado a la diestra del trono de Dios”
(1:3).
La segunda
sección (v.4-11) se explica el propósito del sufrimiento y persecución. A los
lectores se les recuerda en el verso 4 que sus sufrimientos hasta aquí han sido
leves comparándolos con los de Cristo, pues ninguno ha llegado a morir por él. El autor recuerda también a sus lectores, que
ellos han olvidado que la Escritura en Proverbios 3:11, 12, enseña que Dios,
como un padre amorosa, usa pruebas y persecuciones para la disciplina
espiritual y la educación de sus hijos. Aunque tal disciplina de pronto no
parece agradable, pero al soportar la prueba la perseverancia demuestra que se
es un “verdadero hijo de Dios”.
La tercera
sección, versos 12 – 17, inicia con una conclusión sobre el asunto de la
disciplina. El autor revierte a la figura atlética de su discurso de los versos
12 y 13 por exhortación a sus lectores a tener fuerzas en sus brazos y rodillas
para estar listos hasta llegar a la meta propuesta. En el verso 14, él utiliza la metáfora
atlética para incitar a ir hacia adelante, como un consejo ético. Los lectores
son exhortados a vivir en paz y santidad (v. 14) guardándose en contra de la
apostasía y tratar de evitar algún estorbo en sus vidas. (v. 15). Se les
aconseja (v. 16-17) guardarse contra la inmoralidad y contra aquellos que
cuidan más los placeres mundanales de esta vida. Esaú es citado como ejemplo de esto último.
La cuarta
sección versos 18-24, ofrece un contraste entre el Antiguo y Nuevo pacto. Para recibir el pacto antiguo, los israelitas
tuvieron que venir a las humeantes y secas laderas del Sinaí. En un sentido el antiguo pacto visible fue
terreno, terrible que hacia vedable la relación entre Dios e Israel. Era un pacto de temor (v. 20, 21).
En contraste,
los lectores de Hebreos han venido al monte de Dios, que representa la
celestial, invisible, gloriosa y naturaleza de gracia del nuevo pacto. A través de la sangre de Cristo y su
mediación nos hace partícipes del nuevo pacto pudiendo venir a la presencia de
Dios, no con miedo y temblor como los israelitas al monte Sinaí, sino con seguridad y confianza.
Podrá notarse
que el término, “Iglesia de los primogénitos” del verso 23 está en plural en el
griego y se refiere a aquellos creyentes quienes se consideran primogénitos con
sus derechos de nacimiento y herederos como hijos de Dios, en contraste con
Esaú quien despreció su primogenitura.
La frase, “los cuales están escritos en los cielos” (v. 23 K.J.V.) sugiere que los “primogénitos” están
aún en la tierra pero han sido anotados en los registros celestiales. Entonces, cuando una persona cree en Cristo,
él o ella tiene acceso inmediato en la presencia de Dios y se convierte en un
habitante teórico de la Jerusalén celestial, la cual está formada de millares
de ángeles; de los creyentes que están sobre la tierra, y los “espíritus de los
justos hechos perfectos” (los justos muertos en ambos pactos cap. 10: 14,
11:40).
La sección
final del verso 25 -29 trae a una
conclusión en el argumento del autor que los grandes privilegios del nuevo
pacto demandan grandes responsabilidades.
El verso 25 exhorta a los lectores a ser cuidadosos y no desecharlo a
“El” (Dios) que habla. La exhortación podría revocar la declaración dada en el
prólogo de la carta que “en los postreros días (Dios) ha hablado a nosotros por
su hijo” (1:2). En el Sinaí los
israelitas trataron de quitar su oído de la voz de Dios (Éxodo 20:18,19). Pero
si los israelitas, quienes tuvieron una parcial y limitada revelación, no
pudieron escapar del juicio de Dios a causa de su desobediencia a lo que oyeron
¿Cómo podrán aquellos quienes han oído la palabra de Dios hablada desde los
cielos por su Hijo, escapar de su ira, si ellos rechazan la suprema revelación
y bendiciones del nuevo pacto?
Cristianos, por su inmutable fundamento en Cristo podríamos ser agradecidos
y adorar a Dios con reverencia y temor (v. 28).
Permanezca el amor fraternal (Hebreos 13).
La carta a los
Hebreos termina con una serie de exhortaciones éticas y prácticas, que
actualmente son maneras de responder al llamado
para agradecer y adorar aceptablemente según se muestra en el capítulo
12 verso 28.
La primera
exhortación, “permanezca el amor fraternal” (v. 1), suaviza y asienta el tono
de todas las exhortaciones que seguirán. Versos 1-6, contienen exhortaciones
las cuales abarcan la relación social y moral de los lectores con otros
individuos, especialmente aquellos que están dentro de la hermandad
cristiana. Versos 7-19 dirige a los
lectores sobre sus deberes espirituales y religiosos dentro de la iglesia,
incluyendo un recordatorio sobre el trato a sus pastores imitando su conducta y
su fe (v. 7, 8).
El contenido
doctrinal de la carta está dentro de los versos 9 – 14. Los lectores son exhortados a no ser llevados
de acá para allá por “doctrinas extrañas”, tales como aquellas que requieren
comer comidas de sacrificio (v. 9-10).
Esta exhortación muy probablemente tiene referencia a las ordenanzas
legales del judaísmo o a la mezcla judío-cristiano de aquello de lo cual
ciertamente sus maestros imponían sobre sus creyentes cristianos.
El autor hace
la aclaración, que los cristianos son fortificados por Gracia, no por obras de justicia ceremonialitas. La superioridad del cristianismo sobre el
judaísmo, es mostrada por un nuevo y mejor altar (v. 10) y por el “anti tipo” y más efectivo
sacrificio de Cristo (v. 12) hecho de fe
y legalismo mutuo, exclusivo bajo el nuevo pacto. El autor, ahora urge a sus lectores
judío-cristianos, por un precepto algo velado, abandonar “las observancias religiosas externas” para
ingresar a Cristo “afuera del campamento” del judaísmo (v.13). De esta manera,
la carta a los Hebreos hace una final apelación a los cristianos a no abandonar
su fe en el final de la obra de Cristo para retornar a las costumbres y
prácticas del “pacto antiguo”. Después
del salvador sacrificio de Cristo, no más sacrificios son necesarios para que
los cristianos alaben y confiesen el nombre de Jesús y muestren bondad y
caridad en sus acciones con otros. (v.15, 16).
Después de un
personal requerimiento para orar, hecho en los versos 18 y 19, el autor se
mueve hacia su conclusión. Los versos 20
y 21 contienen una de las grandes bendiciones del Nuevo Testamento. El autor ruega que se entiendan sus escritos;
y que Dios equipe a los lectores con un buen pensamiento. La carta finaliza con una referencia personal
de saludos. (v. 22-25).